miércoles, 5 de junio de 2019

Blanca de la Torre Polo: Palabras



El mensaje tenía cinco palabras. Lo había visto al trasluz.

Se lo metió en el bolsillo de la gabardina y siguió caminando. Un paso, otro paso. No, no iba a leerlo, aunque lo sentía en su muslo como una brasa. Miró a su alrededor, pensando que el rastro de humo haría que los transeúntes volvieran la cabeza, que le tirasen al suelo, lo apalearan mientras alguien le arrancaba el papel del bolsillo y lo lanzaba lejos, muy lejos. Si él fuese uno de ellos, lo haría.

Se coló en un callejón. Los restos de basura y otras inmundicias quisieron entran en su nariz. Pero sus sentidos ya estaban embotados de aquellas cinco palabras.  Y un punto. Ahora lo recordaba. Un punto y final.

Al amparo de la oscuridad de un portal, se dejó caer y con mano temblorosa, sacó el mensaje hecho un gurruño. Un grifo goteaba y algo pequeño se movió muy cerca. No debía hacerlo. Solo tenía que pasarlo a otro como él, un peón cualquiera en una partida de ajedrez. Así se sentía él. ¡Si pudiera llegar hasta la reina! Jamás vio nada, ni siquiera una torre. Tan solo el resultado, como todos. Se hacía el tonto y parloteaba sobre ello como un inocente más.

Desdobló el papel y las vio. Las palabras. Eran pequeñas, tan concisas... ¿qué me dices del punto? Insignificante, pero demoledor.

El temblor de sus manos zarandeó todo su cuerpo, la bilis inundó su garganta, las náuseas le hicieron doblarse en dos.

Y lo hizo. El peón se coronó reina. Y para celebrar el ascenso se preparó un banquete. Se fue tragando una por una cada palabra y las apresó en su alma, para que nunca lograran llegar a su destino.

©Blanca de la Torre

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