Una hoja ondea al viento
bajo
las copas desnudas
de
los árboles, fríos, muertos.
Invierno que pasa silencioso
llamando
a las ventanas;
aliento
helado que enfría los huesos el corazón, y el alma.
Un
parque se ve desde mi ventana
empañada
por la lluvia.
En
la plaza alfombrada de hojas
un
columpio se balancea;
y,
sobre él, un niño que mira al cielo
y
con las nubes negras se embelesa.
Su
pelo está mojado y sus botas sucias,
pero
sonríe con picardía,
porque
sabe que, al final,
tras
la oscuridad llega la esperanza
con
la luz del nuevo día.
Paula
de Vera
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