jueves, 29 de abril de 2021

Día de la Madre

 



Sabéis lo que me gusta leer. 

Os facilito los títulos y dónde podéis comprarlo 



Casa del Libro

El Corte Inglés

Distribuidora Maidhisa: 916702189


Os espero a comer el domingo con mi regalo





Complaced a vuestras madres

Cristina Vázquez: El perdón

 


Se sentó igual que un fardo pesado que se dejara caer con descuido y la humanidad imponente de Francisco tembló como una medusa.

—Piedad, don Rogelio, piedad —gurgutó mirando al suelo.

Los dos hombres estaban en las mecedoras del porche en la hacienda Santísima Trinidad, bajo un frondoso emparrado en el que se divertían las avispas con un zumbido que atenuaba los suspiros del doliente hombre.

—Soy culpable y nada me podrá consolar de esta pérdida.

La persona a la que se dirigía era el cura del pueblo, distante a media hora de camino y que el sacerdote había recorrido con la sotana recogida a la cintura, el sombrero de paja calado hasta las cejas y el andar de apresurada obediencia. Le debía su sacerdocio al señor Francisco, así como el tejado nuevo de la iglesia y el sostenimiento del hospicio. Achinado y de tez cobriza le costó mucho que le tomaran en serio y le dejaran de llamar el indio Rogelio.

Al encontrar al gran hombre dueño de las tierras y casi de las vidas de todo lo que podía alcanzar la vista, en ese estado de lamentación, de sincero abatimiento, se descompuso. Era más fuerte el recuerdo de sumisión que el poder espiritual que ahora tenía sobre él. Le pedía perdón por su pecado mientras le invitaba a que bebiera de la limonada que les dejó una triste joven sobre la mesa. Ella es la hermana gemela, reconoció el señor en cuanto desapareció la mujer igual que una sombra casi irreal.

—Ya sabe —por primera vez le miró a los ojos—, esta gente nunca llora.

Y levantó los hombros con la extrañeza de un animal acorralado.

Gracias a la suavidad aprendida en los años de seminario y sacerdocio, le conminó en tono de firme consuelo que descargara su corazón y su culpa, porque el Señor tenía perdón para todos sus hijos. Y dio un largo y tembloroso sorbo a la limonada.

Francisco juntó las poderosas manos sobre su amplia y blanda panza y dijo que la chica y su hermana, la que acababa de ver, habían nacido en esta casa y pisoteó rabioso el suelo con el polvoriento botín.

—Aquí, Rogelio, aquí—resopló pateando.

El cura mantenía impávida su oblicua mirada y una sonrisa de aliento un tanto forzada animando al hombre a seguir. Pero había cosas que él no estaba dispuesto a permitir. Bajó las desoladas manos a los lados de la mecedora y con la cara alzada hacía el cielo gimoteó, como princesas había criado a las mestizas, y al final, una de ellas le traicionó como una cualquiera. Se produjo un momento de silencio en el que el zumbido de las avispas y algún ruido sordo en la casa era lo único que se oía.

—Continué, por favor —dijo don Rogelio suavemente.

—Se fue con un mal hombre —contestó con gravedad—. Yo les perseguí para traerla de vuelta a su casa, a su padre —se golpeó el pecho.

Se tapó la cara con las manos sollozando. Cuando fui a la cabaña donde estaba refugiada con el cochambroso ese al que iba a matar…

— Me encontré a la niña colgada —confesó en un lamento—. Y al maldito arrodillado ante ella.

Al destaparse la cara su expresión se había vuelto cruel como la de una esfinge impía.

—Lo atravesé sin piedad y cayó como un saco huero.

Una mueca de repugnancia atravesó su cuarteado rostro y a continuación, en un tono lastimero, luego la trajo a esta casa y ahí reposa, dijo señalando un lugar impreciso. El temblor de sus hombros hizo estremecer la mecedora y por lo bajo baboseba, mis niñas, eran mis niñas preciosas, dos gemelas que fueron el regalo de su vida, cuando llevaban flores a la Virgen, cuando le obedecían como dulces perrillos.

Se irguió, y con los ojos enrojecidos y la papada temblorosa le exigió que enterrara a su hija en sagrado, curita, en sagrado. Le prometía un ala nueva en el hospicio y con voz trémula le ordenó.

—Ahora, dame la bendición padre Rogelio.

Y agachó la cabeza.

© Cristina Vázquez

miércoles, 28 de abril de 2021

Caleti Marco: Ensueño

 




   Salí al exterior de la cabaña con mi taza de café en la mano. ¡Bello lugar! Llevábamos diez años allí, bueno… yo sí, mi mujer faltaba de mi lado desde los últimos cinco. No obstante, era… como si ella no se hubiese ido.

   Recordé el día que descubrimos la casa sobre aquel pequeño promontorio a modo de acantilado sobre el mar. La ilusión de nuestra vida: retirarnos a un lugar como aquel, y… así lo hicimos. Amábamos las mismas cosas. Teníamos por costumbre compartirlo todo, como nuestro amor por la lectura. Al atardecer solíamos leer juntos textos, relatos, o poemas de nuestros escritores preferidos.

   A sus ochenta y tres años Roberto se mantenía fuerte y con buena salud. Cojeaba ligeramente de la pierna derecha, por una caída, que lo obligaba a llevar bastón. Hoy es un día muy especial, se hubieran cumplido cincuenta años juntos… ¡Cuánto te echo de menos!, pensó. Después de fallecer su esposa decidió empezar un diario. La sentía tan cerca… así le haría partícipe de todo.

   Se vistió con esmero y salió dispuesto a dar su paseo matinal por la playa. Se abrigó bien, calzó sus botas y por último su gorra negra. El viento soplaba con fuerza levantado salpicaduras de agua y arena a su paso. Sin embargo, continuó procurando no acercarse demasiado a la orilla por temor a mojarse. De pronto le pareció oír unos gritos en el extremo norte de la playa, agudizó el oído y fijó la mirada; de primeras no vio nada. Permaneció atento hasta que por fin identificó a alguien. ¡Parecía un hombre que angustiado intentaba llegar nadando a la costa! Miró a su alrededor para pedir ayuda; estaba completamente solo. Él había sido un gran nadador, así que sin dudarlo Roberto se quitó parte de la ropa y se zambulló en el agua.

   Las corrientes de esa parte de la costa eran peligrosas y lo arrastraban dificultando su labor. El viento soplaba cada vez más. Un repentino golpe de mar lo arrojó contra las rocas magullando brutalmente su costado; aun así hizo un esfuerzo y finalmente consiguió alcanzar al hombre. De nuevo una fuerte ola los empujó contra el acantilado y … todo se hizo negro.

   La habitación del hospital estaba en penumbra, el sonido intermitente de un monitor rompía el silencio; un cuerpo yacía inconsciente sobre la cama. Era Roberto, acababa de ingresar; lo habían encontrado inconsciente a la orilla del mar. Su único hijo acudió rápidamente a su lado. No sabiendo el tiempo que su padre permanecería en ese estado, decidió incorporar a su estancia algunos de los objetos más queridos para él. Entre otros dejó sobre la mesilla de noche el diario que tan celosamente cuidaba y mimaba. Anotaciones sobre horas antes de ocurrir el accidente estaban allí, a partir de ahí páginas y más páginas en blanco sin completar.

   Se cumplía un año del suceso y Roberto continuaba en el mismo estado. Por ser una fecha tan señalada su hijo no quiso faltar, así que fue a visitarlo. Al entrar en la habitación del hospital observó abierto el diario que él había dejado un año atrás a su padre. Cuál no sería su sorpresa al ver que a continuación de la última página que él vio redactada un año antes, aparecían páginas escritas. Leyó algunas frases saltando de una a otra línea y la sorpresa era cada vez mayor. Entre otras cosas, relataba con detalle lo ocurrido aquel día en la playa; pero sin pena, con regocijo, feliz siempre; además parecía como si alguien hubiese permanecido día y noche con él desde entonces. Por un instante el hijo pensó que lo habría escrito su padre en algún momento de lucidez, pero... es que ¡no había despertado del coma en todo el tiempo!

   Sorprendido se preguntó quién se habría atrevido a hacerlo; pero no pudo averiguar nada. Dolido se sentó a su lado, tomó la mano de su padre entre las suyas y lloró amargamente. De pronto el diario cayó al suelo. El muchacho se levantó a recogerlo, lo abrió y fijó su atención en la última página, la cual sorprendentemente con movimientos lentos y algo bruscos se iba llenando de letras que formaban palabras; las lágrimas no le dejaban ver con claridad; se restregó los ojos con el dorso de la mano para seguir mejor la escritura que iba apareciendo sobre el papel en blanco. Se completó una frase que le heló el corazón; jubiloso, sin poder contener el llanto leyó:

“Hijo, soy yo tu madre, no me he separado de él ni un momento… hemos escrito nuestras cosas los dos juntos durante todo este tiempo”.

© Caleti Marco

 

 

martes, 27 de abril de 2021

Brújulas y Espirales: Santiago Casanova, Cuentos del valle de Lemos

 

Blog literario de Francisco Martínez Bouzas

CUENTOS DEL VALLE DE LEMOS

Cuentos del Valle de Lemos
Santiago Casanova
Autoedición, Charleston, 2015, 107 páginas

   Santiago Casanova es un gallego nacido en Madrid, mas con indisimulables raíces gallegas a flor de piel,  a pesar de que escribe en castellano. En su momento se inició en la escritura en uno de esos talleres que en teoría forman escritores. Debuta en el oficio/pasión de publicar, recurriendo como tantos otros y otras a la autoedición. De su imaginación y de su pluma han salido ya varias colecciones de relatos: Cuentos de amores y pistolas, Perros hambrientos, Después de la primavera y estos veinticuatro relatos que llenan de contenido su libro Cuentos del Valle de Lemos. Leo con placer los relatos de este último volumen, preñados todos ellos de substancias diegéticas que saben a GaliciaRelatos de mediana extensión, alimentados muchos de ellos en las leyendas, en la oralidad y en una fértil capacidad imaginativa creadora. Historias reales o inventadas que muestran una imagen muy verosímil de la Galicia rural o semi urbana en la primera mitad del pasado siglo. Santiago Casanova recrea con acuidad las formas de vivir, el espíritu del tiempo, con una notable capacidad para  acercarnos y hacer tangibles los ambientes, sobre todo las miserias del medio rural, terreno propicio para la actuación de los caciques y para distraer el hambre con el cine de las tardes de los domingos.
   Relatos de tonalidad costumbrista que recuperan la vida en el Valle -así se titula una de las prosas de esta colactánea-, y en los que la imaginación y la realidad van una vez más de la mano. Con abundancia de actantes, la mayoría del entorno familiar del relator. Que amalgaman aventuras andariegas, onirismo erótico y el despótico asesinato que impunemente comete el señor para que nadie le levante una hembra. El retrato de Caracha, un arquetípico caique decimonónico: gana terrenos en las partidas de cartas y llega a jugar la honra de las mujeres o de las hijas, deudas que jamás dejaba de cobrar. Los cuerpos de los Chavaga despeñados en las espesuras del Courel, convertidos en la Santa Compaña de las tierras de Lemos. Los remojos y nubarradas que  se suceden al compás de la tormenta interior de la adolescente que ya se siente mujer, al ver que no es correspondida por el galán de sus sueños. O impactantes imágenes del ahorcado bamboleándose  entre las nieblas del alba para penar su desgracia amorosa. El sí quiero sacramental del abuelo en mitad de la madrugada. También la presencia de la Guerra Civil, con la casa de las putas monfortinas sirviendo de refugio al miliciano republicano. Otros relatos que, sin incidir abiertamente en los tópicos de brujas y meigas, resaltan la capacidad intuitiva de la abuela para adivinar el sexo en las preñeces. Acierta el autor al incluir  en este fresco, a la vez realista e imaginario, los cuentos de curas y abades, figuras que en la Galicia de otros tiempos revestían características ciertamente imperecederas: estómagos insaciables que comen y comen para alejarse, aunque no siempre, de los demonios de la carne. O los mal, o buen decires, populares sobre los amores de los curas con sus amas o mucamas.
   Relatos que a veces penetran y traspasan los límites de lo extravagante o le hacen guiños al humor y a la picardía: la miel de la flor de Camariñas que le permite al tío Roque disfrutar y satisfacer a muchas hembras distintas. O el relato cimentado en la abundancia de parvos en tierras monfortinas. Parvos que solo saben insultar o que están más salidos que los hombres normales.
   Relatos en definitiva que se leen de forma placentera, ajenos a enmarañados  artificios formales o compositivos, pero con un acertado empleo de un estilo de prosa sencillo, mas correcto, limpio y aséptico, y en el que no sobran los frecuentes galleguismos (cachelos, concello, millo, carballos, rexouba, muller…), ya que acercan la cuentística  de Santiago Casanova al espacio que tematiza. Una cuestística en la que espero que crea el mismo autor y los editores y que, pese a estar tan ligada a las leyendas y posiblemente a la oralidad, demuestran un buen ejercicio imaginativo y creador, como también se puede apreciar en  su volumen  Después de la primavera, una colección de relatos que nada tiene que ver con el ruralismo popular ni con el alma gallega, marchamos por excelencia de los cuentos de este volumen.

Francisco Martínez Bouzas

                                                   
Santiago Casanova
Fragmentos

“Su afición por las partidas de cartas le hizo aumentar el número de terruños que poseía. Se jugaba las pequeñas parcelas contra desgraciados a los cuales esquilmaba haciendo toda suerte de trampas. Sobre la mesa de juego se ponían las escrituras de posesión de la tierra, que pasaban a poder del tatarabuelo Caracha en un par de manos bien jugadas. De vez e cuando, se dejaba ganar y perdía algún terreno al que no tenía mucho aprecio, para que se corriera la voz y nadie pensara que sólo ganaba por amañar las partidas. Llegó a perfeccionar tanto su habilidad para hacer trampas que, cuando ya no le satisfacía mover tierras, decidió jugar con la honra de las mujeres. Apostaba el derecho de pernada sobre la esposa del que perdiera la partida o la primera sangre de las hijas casaderas más apetecibles. Acompañado por sus dos gregarios y los perros, llegaba a las casas de los desgraciados que habían perdido la honra de la esposa, presto y dispuesto a cobrarse la deuda.
-No te lo tomes así, hombre, que sólo va a ser un ratito -le palmeaba la espalda al deudor.
-En el juego hay que saber ganar y saber perder -le estrechaba la mano con fuerza al derrotado.”

…..

“Esta miel da el poder que todos los hombres quieren -me dijo una vez como transmitiendo un secreto ancestral-. Gracias a esta miel, preferí permanecer soltero y disfrutar de muchas hembras distintas. Las camariñas son la flor del amor puro. Ahora ya soy viejo, pero aún puedo satisfacer plenamente a todas las mujeres que compartan conmigo el paladeo de este néctar que encabrita la libido y fecunda ansias incontrolables. Hasta las más jóvenes doncellas, que podrían ser mis nietas, me piden que las embadurne el cuerpo de esta miel, que les dé caramelillos con el néctar de las camariñas y que me pierda con ellas en el bosque. Recuerda que el sabio refranero nos dice que a quien abejas tiene, nunca le falta un buen postre en la mesa.”

…..

“Le dio entonces por perseguir a una rapaza que vivía cerca de la estación de ferrocarril y que se llamaba Sabela. Era una moza deslumbrante que vestía a la moda de Coruña como una señorita bien. Una soleada mañana de un domingo de mayo, en el típico paseo por la rúa del Cardenal, en un instante en que Sabela se despistó mirando zapatos en un escaparate, el primo Xaco se le puso al lado y le alzó la falda, dejando a la vista de todos los que por allí pasaban unas bragas rojas de encaje. Ella soltó un grito y el bofetón a Xaco se lo dio Camilo, un joven que cortejaba a Sabela y que se vio obligado a hacerlo por quedar como un caballero, aunque le daba pena hacer daño al parvo. La visión de las bragas rojas de Sabela turbó más la cabeza del primo Xaco, tanto que se fue al monte y estuvo allí perdido cuatro días machacándosela sin parar. La tía Regina pidió ayuda al tío Manoliño y este con otros dos vecinos de Caneda, organizó una batida por los alrededores, con los perros de caza olfateando cada palmo del bosque, sin encontrar ni una pista del chaval. Cuando ya le daban por perdido, regresó a casa, desaliñado, hambriento y con los pantalones salpicados de resecos manchurrones cristalinos en los aledaños de la bragueta. A consecuencia del exceso de esos días, el pellejo del pito lo tenía en carne viva. Por su cuenta y riesgo decidió untarse miel para que las costras se le suavizaran y dejara de picarle. De ahí le vino la idea de dársela a probar los gatos para que lamieran la miel con su lengua rugosa y darse él un gustirrinín. Cuando la tía Regina le sorprendió en un rincón oscuro de la cuadra, rodeado de gatos y con los pantalones por los tobillos, primero se quedó muda, asustada, llorando en silencio, hasta que consiguió gritar:
-¡Si tu padre viviera no te atreverías a hacer estas guarradas!
Entonces Xaco se giró y, aparatando a un gato de una patada, respondió a su madre con mirada desafiante.
-Mi padre murió como lo que era, como un cerdo.”


(Santiago Casanova, Cuentos del Valle de Lemos, páginas 7, 75,79)

lunes, 26 de abril de 2021

Emelina López: Casta Diva

Escenografía conservada e el Museo Belliniano


Ópera: Norma

Aria: Casta Diva

Autor de la música: Vincenzo Bellini

Soprano: Emelina López

Es una tragedia lírica en dos actos con música de Vincenzo Bellini y libreto en italiano de Felice Romani, estrenada en la Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831. Se considera un ejemplo de la mayor altura de la tradición belcantista.

Casta Diva fue una de las arias más conocidas en el siglo XIX y continúa siendo una de las más populares del repertorio lírico. Se desarrolla en la Galia, siglo I a.C. durante la ocupación romana. Gira en torno al amor que siente la sacerdotisa Norma por Polión, procónsul romano, del que ha tenido dos hijos. Él ama a otra mujer, Adalgisa, también sacerdotisa. 


Pinchad en el link 

https://www.youtube.com/watch?v=GnNDFRaEqaw


Disfrutad

domingo, 25 de abril de 2021

Lugares de peregrinación: Monte Athos (Grecia)

 

Monasterio de Simonos Petra. Foto: Wikipedia Commons


Se trata de un promontorio de 2033 metros de altura, con 50 kilómetros de longitud por 10 kilómetros en su parte más ancha. A causa de su aislamiento geográfico es un lugar idóneo para la meditación y la vida retirada. Según la mitología griega estos parajes fueron escenario del enfrentamiento entre Poseidón y el gigante Athos.

Se sabe que la comunidad monástica se fundó en el año 963 bajo la Regla de San Basilio. En el año 972 se concede a la Montaña Sagrada un estatuto de autonomía que aún conserva. Constantino Monómaco en el siglo XI prohíbe el acceso a estos parajes a toda mujer o animal hembra, eunuco o rostro barbilampiño, regla que aún se cumple a rajatabla. Los monjes ortodoxos descansan en humildes celdas monacales compuestas de un camastro, una silla, un quinqué y las paredes desnudas. Su número hoy asciende a unos dos mil.

Se podría afirmar que el Monte Athos concentra uno de los mayores tesoros de arte bizantino del mundo. Es el marco geográfico de veinte monasterios ortodoxos, griegos, rumanos, rusos, búlgaros, serbios y georgianos, entre los que se encuentran el de San Panteleimonos con sus inconfundibles cúpulas bulbosas de color verde, el de Philotheon, de aspecto macizo y severo y el de Zographon, monasterio búlgaro del siglo X que guarda una biblioteca con más de 8000 volúmenes antiguos y 120 manuscritos. Fue declarado por su riqueza cultural y natural como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988.

En invierno las cimas se visten de blanco y el oleaje aumenta su lenguaje, pero en el Monte Athos persiste el ambiente de paz.


Monasterio Iviron. Foto: Wikipedia Commons

viernes, 23 de abril de 2021

Día Internacional del libro: 23 de abril




Puedes encontrarlos en:

Librería La Forja de las Letras - Madrid

Casa del Libro

El Corte Inglés

FNAC

Distribuidora Maidhisa: 916702189


 



MJ Pérez: Una década sin ti

 


 

El tiempo pasa volando. Cada vez lo tengo más claro. Un parpadeo y el hoy se vuelve ayer, el mañana se convierte en presente. Un guiño y ya han transcurrido diez años desde que nos despedimos. Una década sin ti. Sin tu calor, sin tu risa, sin tu presencia. Y aunque cada vez lo bueno pese más, cada año el 23 de abril se me para el tiempo.

 

Pienso en lo mucho que te echo de menos. A cada momento. En todo lo que me gustaría contarte. En lo contento que te pondrías con los cambios que han llegado y los que pronto se producirán. Pienso en ti cada día y te recuerdo con cariño. Con infinito amor.

 

Una ternura que disuelve el nudo que a veces me atenaza el estómago y hace aflorar una sonrisa a mis labios. Porque siempre hay un bonito recuerdo o una canción que me trae de vuelta a ti.

 

Te echo de menos. Hoy y siempre.

Feliz Día del Libro, papá.

 

© M.J. Pérez


jueves, 22 de abril de 2021

Gonzalo Arjona: Un equipaje liviano

 


Había metido dentro de una bolsa de viaje dos pantalones, una falda, dos camisas, cuatro camisetas, una sudadera, tres pares de medias y dos de calcetines, dos sujetadores y cuatro bragas. En un pequeño neceser un cepillo de dientes, una barra de labios y una sombra de ojos.

Antes de salir por la puerta se puso el abrigo y se vació los bolsillos, dejó sobre la consola del recibidor el teléfono móvil y las llaves de la casa para dejar sitio a lo único que necesitaba, el valor y la esperanza.

Salió a la noche llevando sólo eso, un equipaje liviano, dejando atrás lo más pesado: los insultos, el desprecio, el agotamiento, la desgana, la incomprensión, la culpa y lo más infame, el terror. Todo eso lo había abandonado encima de la cama, al lado de aquel hombre que dormía satisfecho y al que alguna vez había amado.

A medio camino entre el infierno y la libertad se detuvo un momento, se había olvidado de algo… el maquillaje, el que utilizaba para cubrir los moratones se lo había dejado encima del lavabo.

—Es igual —se dijo— ya no lo voy a necesitar.


© Gonzalo Arjona

miércoles, 21 de abril de 2021

Benjamin Franklin: El inicio de la tolerancia con los zurdos.

 

Palmar y dorsal de la mano izquierda


 

He aquí un fragmento:




 Me dirijo a todos los amigos de la juventud y les suplico que dirijan su compasiva mirada hacia mi desgraciado sino, a fin de erradicar los prejuicios de que estoy siendo víctima. Hay hermanas gemelas nuestras; y los ojos del hombre ya no parecen, ni son capaces de estar en mejores términos entre sí que mi hermana y yo, si no fuese por la disparidad de nuestros padres, que hacen las más ofensivas distinciones entre nosotras… 


Ella tiene profesores que le enseñan a escribir, a dibujar, música y otras habilidades, pero si por casualidad toco yo un lápiz, una pluma o una aguja, soy cruelmente reprendida; y más de una vez se me ha golpeado por ser desgarbada y querer parecer graciosa… dígnense, señores, a sensibilizar a mis padres de la injusticia de su ternura exclusivista y de la necesidad de distribuir su atención y afecto entre sus hijas por igual.

(...)

Su Servidora: La mano izquierda.


Benjamín Franklin, un zurdo.



Un abrazo a todos los zurdos



Texto íntegro en inglés:

I address myself to all the friends of youth, and conjure them to direct their compassionate regards to my unhappy fate, in order to remove the prejudices of which I am the victim.  There are twin sisters of us; and the two eyes of man do not more resemble, nor are capable of being upon better terms with each other, than my sister and myself, were it not for the partiality of our parents, who make the most injurious distinctions between us.  From my infancy, I have been led to consider my sister as a being of a more elevated rank.  I was suffered to grow up without the least instruction, while nothing was spared in her education.  She had masters to teach her writing, drawing, music, and other accomplishments; but if by chance I touched a pencil, a pen, or a needle, I was bitterly rebuked; and more than once I have been beaten for being awkward, and wanting a graceful manner.  It is true, my sister associated me with her upon some occasions; but she always made a point of taking the lead, calling upon me only from necessity, or to figure by her side.


But conceive not, Sirs, that my complaints are instigated merely by vanity.  No; my uneasiness is occasioned by an object much more serious.  It is the practice in our family, that the whole business of providing for its subsistence falls upon my sister and myself.  If any indisposition should attack my sister, -- and I mention it in confidence upon this occasion, that she is subject to the gout, the rheumatism, and cramp, without making mention of other accidents, -- what would be the fate of our poor family?  Must not the regret of our parents be excessive, at having placed so great a difference between sisters who are so perfectly equal?  Alas! we must perish from distress; for it would not be in my power even to scrawl a suppliant petition for relief, having been obliged to employ the hand of another in transcribing the request which I have now the honour to prefer to you.


Condescend, Sirs, to make my parents sensible of the injustice of an exclusive tenderness, and of the necessity of distributing their care and affection among all their children equally.  I am, with a profound respect, Sirs, your obedient servant, THE LEFT HAND.



martes, 20 de abril de 2021

23 de abril: Día Internacional del Libro

 



Leer es volar. Vuela alto.

Y encuentra mis libros en:


El Corte Inglés

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Nunca dejes de leer






Chaflán de Letras: Cielos de Carbón I

 



Hoy entrevistamos al autor:


Gonzalo Arjona


quien nos hablará de su libro


Cielos de Carbón I



Pinchad en el link: https://youtu.be/bnmSCHXZjBw


Y disfrutad



Un año en Edimburgo



Con una sensación de peligro el lector encuentra que Elizabeth, una joven de 32 años, es asesinada, en diciembre de 1944, durante la II Guerra Mundial. En el año 2000 Sybilla, una coruñesa con un don excepcional, ahonda en los secretos de la familia McLean. 

La novela es algo difícil de clasificar porque es muchas cosas a la vez: thriller con crímenes, traiciones, algo costumbrista y romántica, donde las relaciones familiares están muy presentes, y los secretos escondidos afloran como destellos.

Está estructurada por meses: comienza en diciembre de 1944 y luego salta a enero de 2000 y termina en diciembre de ese mismo año. En total son trece meses rebuscando en la vida de los personajes.


Te gustará 

¿Por qué?

Porque te tendrá en vilo



lunes, 19 de abril de 2021

Liliana Delucchi: El ramo de flores

 


Mayte era la preferida de papá. Nunca supe por qué, dado que yo era la mayor y la guapa. Quizás porque mi madre me hacía los mejores vestidos. Igual que a una muñeca me llevaba a todas las meriendas con sus amigas. Es cierto que mi hermana era inteligente, uno de esos cerebritos que traen buenas notas y que por la noche, cuando nuestro padre se retiraba a la biblioteca a fumar y beber una copa, se reunía con él para hablar de historia.

Creo que le daba lástima que su esposa la escondiera como si formara parte del servicio. La pobre, tan desgarbada y tímida no tenía ni uno solo de los rasgos europeos que a mi madre la hacían sentirse tan orgullosa. «Ha heredado la fisonomía india de tu abuela paterna» susurraba. Sin embargo, creo que Maite la debe de haber escuchado alguna vez, porque siempre miraba para abajo, con los párpados caídos, como si no hubiese cielo que contemplar.

El matrimonio de mis progenitores era como muchos de mi país: Hacendado criollo, más moreno que lo habitual, con la nariz chata y gruesa como los primigenios habitantes, que se había enriquecido con sus plantaciones de caucho, busca joven con genética de los colonizadores para que sus vástagos tengan la piel más blanca. La encontró, una joven con buenos modales y mal carácter que supo poner flores en los jarrones y alfombras en el suelo.

No es que el romance no haya durado, es que nunca existió. Al poco tiempo de celebrado el enlace llegó a la ciudad una compañía de teatro y el hacendado se enamoró de la primera actriz. ¿Quién no iba a preferir a una señora que lo llamaba «mi amor» y «mi cielo» a otra que si le dirigía la palabra era para decirle lo basto que era o para pedirle dinero?

Cuando mi madre se enteró ya era tarde, pero se limitó a afirmar que era cosa de mestizos eso de no saber diferenciar entre una señora y una mujer vulgar. Hasta que un día descubrió la habitación de mi padre vacía y la vida de la actriz con un nuevo hombre. Pero eso no fue lo peor, al menos para mí, sino que el cuarto de mi hermana también estaba vacante. No me sirvió que mamá me dijera que podía hacer de él mi salón privado, como tienen las señoritas de bien. Me sentía indignada porque papá se había llevado a mi hermana, dejándome en medio de muebles de caoba y fuentes en el jardín. Pero la vida me tenía reservada una humillación más: Iba de paseo con mis amigas por los jardines de la catedral, cuando me di de bruces con mi padre, su nueva esposa y ¡mi hermana! Como si fuesen una familia feliz, como si aquel a quien tanto quería se hubiese olvidado de mí. El helado que estaba tomando cayó por los suelos y Maite, con una sonrisa, me ofreció el suyo. No lloré. Me puse roja, sentí un calor tremendo que me subía desde los hombros hasta el cuero cabelludo.

Nuestras vidas, la de mi hermana y la mía, fueron por caminos distintos: Yo me casé con un hombre de mi condición y ella se fue a estudiar a Europa sin que el matrimonio formase parte de su vida.

Esta tarde, después de tantos años vamos a encontrarnos en el funeral de papá. Ella ha llegado desde la capital y le he dicho que de las flores me encargo yo, lo que no sabe es que mientras su ramo es pequeño, el mío lo triplica en tamaño, con las preferidas de nuestro padre. Quizás, al finalizar la ceremonia, la invite a un helado.

© Liliana Delucchi

domingo, 18 de abril de 2021

Entrevista en Radio Milenium 107.7 de FM: Programa Alas de papel

 


7 de abril de 2021


Maruja Moyano me ha hecho una entrevista radiofónica para hablar de mis relatos, de mis novelas, de mis inquietudes, de cómo comenzó esto de escribir.

Muchas gracias a todos por escucharme, en especial a la Asociación de Escritores de Alicante, por esa bonita labor en favor de la literatura. 


Si pincháis en el link podréis escucharme. 

Soy la última entrevistada en el minuto 41:20

https://www.ivoox.com/alas-papel-07-abril-de-audios-mp3_rf_68406371_1.html




sábado, 17 de abril de 2021

Paula de Vera García : Viaje a un paraíso: Diario de una voluntaria en Etiopía (Parte I)

 


23 de julio, 10:04 de la mañana


Estoy en el aeropuerto Heathrow de Londres. Por megafonía acaban de anunciar que lo pasajeros de mi vuelo podemos empezar a embarcar. Con un suspiro, me levanto, extraigo el tirador de mi maleta de ruedas y me cuelgo del hombro una enorme mochila de exploradora, llena hasta los topes de todo tipo de enseres. Al alzar el brazo noto una punzada de dolor y me contengo de hacer una mueca de enfado mientras termino de colocarme el macuto y ajusto las correas. Instintivamente, me palpo el bíceps izquierdo. Ahí está: sólo es un pequeño bultito, pero aún molesta de vez en cuando. No obstante merece la pena, pues sé que con todas las vacunas que me han puesto estaré segura ante posibles enfermedades. Respiro hondo para relajarme y echo a andar por el aeropuerto en dirección a la puerta de embarque. Miro el billete una vez más para asegurarme: 

 

“Flight EA 4536 to Addis Ababa (Ethiopia); Gate C34”

 

10:30 de la mañana.

 

Estamos a punto de despegar. Ya estoy en mi asiento y a mi lado hay un hombre de color con aspecto de ejecutivo. 

«Probablemente regrese a su país», me digo mentalmente. 

Debo admitir que estoy algo tensa. Hace tres años que espero este momento y aún me cuesta creer que esté aquí, sentada, lista para dirigirme a Etiopía y conocer a “mi niño”. Qué le voy a hacer: aunque sólo lo tenga apadrinado, siento algo especial por él; como si fuera mi hermano o algo parecido. El avión comienza a moverse. Allá vamos.

 

11:25 de la mañana.

 

Estoy releyendo las cartas que me ha mandado mi ahijado. Se llama Abadi Sube Kidane y vive en Shebedino, a 339 km al sur de la capital, con sus padres y su hermano menor. Por suerte tengo el nombre de todos ellos para preguntar cuando llegue allí. Como Abadi es muy pequeño y aún no puede escribir −algo que, de todas formas, en muchos países africanos es común. En Etiopía, concretamente, el analfabetismo está en un 50,8% en hombres y en un 66,2% en mujeres−, un voluntario de la organización Internacional “Ayuda en África” me escribe por él. Reprimo un escalofrío. Puede que pronto yo haga lo mismo que él, puesto que mi pretensión es convertirme en voluntaria también en ese país. Creo que es lo mínimo que debo −y quiero− hacer después de haber colaborado con ellos tanto tiempo. Mis ojos recorren lentamente cada línea:

 

14 Junio de 2005

 

Querido padrino,

 

Abadi Sube, tu niño apadrinado, te saluda. Él y su familia están muy bien. Él piensa en ti y en tu familia todo el tiempo. La semana pasada recibió algunos regalos que le enviaste. Te está muy agradecido. Con él, su familia te está muy agradecida. Recibió una pizarra y una bayeta, lápices de colores, rotulador, un estuche sacapuntas, goma, regla y tinta. Teniendo en cuenta la gran contribución de estos materiales a su futura carrera escolar, los regalos le encantaron. Por último, espera recibir más noticias tuyas, y te desea lo mejor.

 

Atentamente,

 

Salim Teklu (voluntario)

 

Sin quererlo, siento que lágrimas de emoción empiezan a rodar por mis mejillas. ¡Resulta tan tierno! En algunos informes anuales que recibí de Abadi, me decían también que le gusta construir cosas y cantar. Sonrío al recordar que contaba a todo el mundo que de mayor quería ser médico. Enjugándome los ojos, cojo la segunda carta, la última que tengo de él:

 

31 de marzo de 2006

Querida señora Álvarez Peña,

 

Abadi le envía muchos saludos. Él y su familia están muy bien y piensan en usted todo el tiempo. El niño no va a la escuela, pero quiere aprender. Vive en una zona templada. Aquí se ha terminado el verano, y ha empezado a llover. Ahora los granjeros cavan sus tierras. “Ayuda en África” está llevando a cabo varios proyectos aquí. Ahora la gente se beneficia del centro de salud que se ha construido, también se ha construido una escuela y pozos de agua para beber. Los niños apadrinados reciben asistencia sanitaria gratuita. Algunos voluntarios han recibido formación de matronas, de planificación familiar y de nutrición. Ahora están cerca para apoyarnos y ayudarnos. Estos trabajos permiten a Ayuda en África ganar el corazón de los habitantes.

 

Al final, su niño le dice “adiós” y “escribe pronto”

 

Salim Teklu – Voluntario.

 

Sin quererlo, abrazo la carta durante un breve instante antes de dejarla de nuevo en el macuto. Pensando mientras me recuesto en el asiento para dormirme que, sin duda alguna, mañana será un día memorable…

 

Relato completo seleccionado de la convocatoria “Madrid Rumbo al Sur” (2017) 

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