sábado, 17 de julio de 2021

Paula de Vera García: No nos rendiremos (Ban y Elaine)

 


Aquella noche, el bosque de Benwick dormía como si fuera cualquier otro día que llegaba a su fin. Las hadas que debían reposar se recogían en sus pequeños huecos, mientras las guardianas se mantenían alertas en sus posiciones. Aunque estas no eran las únicas que no podían, o no querían, conciliar el sueño.

―Eh, Ban…

Al escuchar aquella voz a su espalda, el meditabundo rey de Benwick se giró apenas para observar a la recién llegada; al menos, antes de dejarse abrazar por la espalda como a él le encantaba. Sin embargo, apenas tuvo humor para devolverle una sonrisa carente de alegría a su preciosa esposa cuando esta le apoyó el mentón en la barbilla.

―¿Qué ocurre, Ban? ―preguntó Elaine, solícita―. ¿No puedes dormir?

Tras dudar unos segundos que se hicieron eternos, el monarca negó con la cabeza y apartó la vista de nuevo hacia el exterior de la ventana… Hacia su reino.

―Hoy hace un año de su desaparición ―musitó, en cambio.

A su espalda, notó cómo la reina hada que era la luz de todos sus días se tensaba por un instante.

―Sí... ―suspiró ella, sin ser capaz de decir nada más―. Parece que hace una eternidad. Y, a la vez, parece que fue ayer cuando…

El hada calló y el hombre apretó los labios, conteniendo la tristeza a duras penas. Un año, y aún no lo habían encontrado. ¿Dónde estaría? Elaine, por supuesto, leyó en su mente de inmediato como en un libro abierto. Quizá por ello, unos segundos después, susurró―. ¿Sabes? A pesar de todo... Algo me dice que Lance está bien. 

Ban inspiró hondo, sin saber si creerlo también o no.

―¿Tú crees?  ―preguntó al final.

Elaine reacomodó su barbilla sobre su hombro antes de responder, en voz queda, pero convencida:

―Desapareció con Jericho. Si ambos están juntos, estoy segura de que a Lance no le pasará nada. 

Ban suspiró.

―Ojalá tengas razón ―rezó, en voz muy baja aunque audible para ella―. Pero... Aunque...sigo sintiendo que, en parte, lo he decepcionado.

―Ban, no digas eso ―le suplicó Elaine de inmediato, apartándose para cambiar de posición y sentarse desnuda sobre su muslo izquierdo, que él mantenía flexionado al estar sentado junto al alféizar―. Él quiere que te sientas orgulloso de él. Quiere ser como tú eras ―insistió entonces Elaine, tomándole el rostro con las manos―. Sé que no persigue otro objetivo. Confía en mí.

Ban ladeó la cabeza y mostró media sonrisa amarga, al tiempo que rodeaba la cintura de ella con un brazo amoroso.

―Quizá debería habérselo dicho más a menudo ―susurró, nostálgico, mientras recordaba la noche antes de su desaparición. Tragó saliva cuando sintió que un desagradable nudo de derrota buscaba apoderarse de nuevo de su garganta―. Ojalá... Hubiera podido saberlo... 

―Ban ―Elaine se inclinó para apoyar la frente en su barbilla, silenciándolo sin violencia―. No pienses eso ¿de acuerdo? Lo encontraremos algún día, no nos rendiremos. Me lo prometiste. ¿Te acuerdas? 

Ahí sí que Ban la miró con media sonrisa enamorada. Por supuesto que lo recordaba. Esa… y todas las promesas que le había hecho en el pasado y siempre se había asegurado de cumplir. 

―De eso no te quepa la menor duda, mi amor ―le tomó las pequeñas manos entre las suyas, enormes en comparación, y besó el dorso de sus dedos―. Juntos podemos superar lo que haga falta. 

Elaine sonrió a su vez y, despacio, lo besó con brevedad, pero con infinita ternura. Al menos, antes de bajarse de sus rodillas e invitarlo a acompañarla de nuevo a la cama. 

―Vamos, mi amor. Mañana será un nuevo día y seguiremos buscando ―le ofreció―. ¿Te parece?

Ban la observó unos instantes, como si dudara de si debía hacerlo o no. Pero, tras observar su expresión cargada de amor y bondad, el rey humano de Benwick optó por rendirse y dejarse acoger en su abrazo, yaciendo ambos entre las suaves hojas del lecho que llevaban compartiendo casi once años. Todo mientras en su mente retumbaba, una y otra vez, la promesa silenciosa que hizo el día que él desapareció… y a la que Elaine se había encargado de devolver la pasión y la intensidad:

“Pase lo que pase, Lancelot. Te lo juro. Te encontraré y te traeré de vuelta a casa”.

 

Historia inspirada en Ban & Elaine, personajes de “Seven Deadly Sins” / “Nanatsu No Taizai”

Imagen: Evolución de la relación de Ban y Elaine versión chibi, Pinterest

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