La vida de Beatriz es
un puro cuento. Desde niña era ella quien contaba a sus padres historietas para
que se durmieran. Un momento cumbre en su vida fue cuando aprendió a escribir y
ya no necesitó de público para dejar correr su imaginación.
Se ha inscrito en un
Taller de Escritura y se ha enterado que la primera fase de la creación es la
búsqueda de argumento. Se quedó tan tranquila, tiene miles de cuentos en la
cabeza.
La segunda fase, la artística,
la entusiasmó porque lo que es ella escribe por placer, no piensa en qué estilo
lo hace, no tiene ninguna técnica, son espontáneos, en realidad lo que tiene es
una gran necesidad de escribir.
Al llegar a la fase
tercera: «El crítico», le dicen que hay que seleccionar, examinar lo escrito.
¡Vaya! Hasta ahora si al leerlo se reía, lo guardaba en una carpeta verde, si lloraba,
lo archivaba en una carpeta roja, si le era indiferente lo rompía.
La gota que colmó el
vaso fue la fase cuarta «El soldado». Si no le gustan las armas. Que yo supiera
no le había pasado por su mente publicar lo que escribía. Hoy ha dicho que debe
aprender a vender, a darse a conocer, a publicar, a defender su obra, a
concursar... Quiere ser escritora.
¿Qué quién soy? El taxista
que la lleva de un lado a otro, el que carga la mochila con todos sus libros,
el que hace la comida para que tenga tiempo de emborronar papeles. Cuando le
pedí matrimonio no pensé que entre mis obligaciones tuviera que hacer todo esto.
© Marieta Alonso Más
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