martes, 7 de junio de 2022

Caleti Marco: De puntillas por Arlés

 



En palabras de Vicent van Gogh "Dibujar es luchar por atravesar un invisible muro que parece alzarse entre lo que sientes y lo que eres capaz de hacer". Y lo suscribo. Qué difícil es a veces transmitir lo que llevas dentro y quieres compartir a toda costa. Y es que al igual que otros muchos, al menos yo, necesitaba un impulso inspirador que guiase mi mano, de lo contrario nada sería capaz de poner sobre un lienzo en blanco.

Por eso cuando finalicé mi carrera de Bellas Artes decidí emprender un viaje por la Provenza francesa. Arlés, sería el primer lugar a visitar, una de las más pintorescas localidades del país vecino, para mí, más por el espíritu que atesora que por otra razón: El paso de Vicent Van Gohg por el lugar en el siglo XIX, uno de los hombres más influyentes en el arte del XX, así como fuente inagotable de inspiración para muchos en su época, como también lo fue para mí en la mía.

Si bien este artista aparece en los libros de historia como un hombre atormentado, oscuro, y depresivo, se diría que su legado es todo lo contrario. Un legado repleto de luz y color, de expresión emocional y magnetismo; valores que nos ponen en contacto con el universo personal del artista más allá del firmamento natural, vinculado de principio a fin, tanto a la realidad como a lo imaginado.

Y allí fui, a Arlés, a conocer parte de su trabajo de "primera mano"; uno de los viajes más estimulantes de mi vida. Me sumergí en su entorno, hasta posarme en aquel mundo de bohemia y lujo simultáneos. Llevaba su obra en mi médula a buen recaudo, grabada a fuego.

Recorrí los escenarios de su inspiración, campos y calles de aquel lugar. Caminé despacio, escuchando cada uno de los pasos que daba. Pisaba con miedo, casi de puntillas queriendo pasar desapercibida, sin apenas rozar el suelo para no romper el encanto. Que nadie me abordase, era mi deseo, y mi anhelo, verme transitar por sus calles o jardines sin ser vista, penetrar virtualmente en aquellas rústicas viviendas y compartir el espacio con su gente, imaginar cómo habría sido su vida o, por qué no, perderme en la inmensidad de los campos y degustar el aroma de aquellos parajes que tanto le inspiraron a él.  

No pude resistirme y mientras caminaba fui reproduciendo cuidadosamente los cuadros que él pintó durante el año que permaneció en Arlés, escenas en las que yo me convertí en protagonista.  Me vi allí, como si de una refinada dama se tratase, sentada en el café, su café, o recorriendo aquellas estancias que tan familiares fueron para él como el jardín central del Hospital de Arlés. Notaba su presencia en cada esquina, en cada color, en cada trazo, él estaba en cualquier lugar, tanto en mansiones, como eras, campos, o puentes levadizos sobre el Ródano.

Y fui capaz de aferrarlo todo, quedarme con ello tal y como él, Vicent van Gogh, lo vio y lo plasmó en sus cuadros; en los que desveló partes imposibles de captar por el ojo humano a base de desvirtuar la perspectiva natural mostrando la cara oculta. Logró lo imposible: exponer "el todo". ¿Sería una idea inspirada en aquella reflexión sobre la vida que recoge una de las cartas que escribió a su hermano Theo?  "¿Es la vida enteramente visible para nosotros, o bien solo conocemos antes de la muerte un solo hemisferio?"

Tocaba reanudar el viaje a otros destinos. El día era soleado y fresco, me sentía jubilosa y llena. Y sí, algo me llevé y también algo de mí quedó entre las paredes y adoquines de aquel lugar. Mientras me alejaba pensé ¿Es posible sentir tanta inspiración con tan solo respirar el mismo aire?

 "Y es que los artistas, aún habiéndose ido de nuestro mundo, nos hablan a las generaciones siguientes a través de sus obras y de lo que hizo posible su creación".  

 

                                                               © Caleti Marco

No hay comentarios:

Publicar un comentario