jueves, 9 de junio de 2022

La cocina a mi alcance: Bacalao al ajoarriero

 



Nadie sabe cómo logró el ajo enamorar al hombre.

Ya en el siglo XVI Covarrubias afirmaba en su «Tesoro de la lengua castellana y española» que el ajo era el socorro de la gente trabajadora porque daba color y fuerza.

Se planta en octubre o noviembre en las tierras de regadío, y de diciembre a mayo en zonas de secano. La recolección se produce allá por junio cuando la planta se seca y es el momento de hacer las populares ristras, mediante el trenzado de las cabezas en grupo de cincuenta o cien. Pertenece a la familia de las liliáceas.

Los griegos hace unos veinticinco siglos le llamaban la Rosa Maloliente y sirvió de alimento a los atletas griegos, para aumentar su resistencia. Roma se lo daba a sus soldados para que tuvieran energía en el combate; con el tiempo ha recibido otros nombres como Alcanfor de los Pobres, Veneno de Bruja, Melaza del Pordiosero, Alimento de Amor.

Lo que cuenta es la creencia de las asombrosas propiedades del ajo. Los antiguos egipcios pusieron seis cabezas de ajo natural en la tumba de Tutankamón. El rey Keops gastó 1600 talentos de plata en ajos para los obreros de su pirámide; y se dice que hicieron huelga al escasear las provisiones de ajo. También se le considera un estimulante sexual, aunque nos podemos preguntar cómo puede sobrevivir el atractivo sexual de un amante que acabe de ingerir un diente de ajo.

El sabio romano Plinio el Viejo ofrecía sesenta y un remedios a base de ajo, para las mordeduras de serpiente, las hemorroides, úlceras, asma, convulsiones, sarampión y catarro común.

Siempre que el cólera hacia estragos la gente se aferraba a los dientes de ajo como tabla de salvación. Durante las dos guerras mundiales utilizaban zumo de ajo para evitar la septicemia y la gangrena. Se dice que puede reducir la glucosa en sangre de los diabéticos y el colesterol.

A mí madre le gustaba desayunar con ajo y aceite de oliva y mi padre nunca se divorció de ella.

A mí me encanta el ajo y el bacalao. Pienso que la verdadera magia del ajo está en la cocina: Sopa de ajo, alioli, pollo al ajillo…, por eso hoy escribiremos sobre el bacalao al ajoarriero…

 

Ingredientes: (4 personas):

400 g de bacalao desmigado desalado

1 cebolleta

3 pimientos verdes

1/2 pimiento morrón

2 dientes de ajo

150 gramos de tomate frito

4 cucharadas de aceite de oliva

1 guindilla de cayena

Sal al gusto

 

Elaboración:

Corta en dados el pimiento verde, el pimiento morrón, y la cebolleta. Pela los dientes de ajo y pícalos.

Pon a calentar 4 cucharadas de aceite en una cazuela amplia y baja, introduce los dientes de ajo y cuando se doren añade los dados de pimiento y de cebolleta.

Sazona a tu gusto y deja que se rehoguen bien a fuego suave durante 15 minutos.

Agrega el bacalao desmigado y la guindilla y fríe brevemente (durante unos 2 minutos) a fuego fuerte. Vierte la salsa de tomate y cocina durante otros 3 minutos para que se mezclen los sabores. Hay quienes añaden patatas, pero eso ya es al gusto de cada cual.

 

He aquí algunos refranes:

«Ajo crudo y vino puro, hacen al mozo seguro».

«El que se pica ajos come».

«Andar metido en el ajo».

«Estar más tieso que un ajo».

 

 

 Buen provecho

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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