jueves, 7 de julio de 2022

Caleti Marco: Oxígeno

 



Tardó en descubrirlo…

Marcia se educó a la antigua usanza para ser esposa y madre, y lo fue. No obstante, a costa de mucho sacrificio, llegó a desempeñar un importante rol profesional como "mentora". Una mujer emprendedora donde las haya, instruida y lista para encarar la vida, con ambiciones y algo frustrada —algunas se le resistieron— pero siempre con la mente abierta. Sin embargo, había permanecido oculta sin saberlo, entre años de conformismo y de responsabilidad mal entendida. No la dejaron, como se dice ahora y siempre se dijo, "ser ella misma". Por supuesto, fue víctima de su propia elección.

Y… ¿qué es eso de "ser uno mismo"? nos preguntamos muchas veces. Decían que "para conseguirlo había que ser libre". Y es que la libertad —aquello que tu persigues y que realmente nunca sabes bien de que se trata —, es más bien una falacia, un espejismo.  Ser libre es utilizar la libertad para elegir qué hacer en cada momento, incluso sobre aquello que nunca te hubiese gustado tener que decidir.

Y Marcia tuvo una certeza, saber cual NO era el camino a seguir; se tomó un respiro e intuitivamente se dejó llevar. Sin librarse por completo de sus rémoras sociales, a lo convencional, se aseguró de que todo quedase en buenas manos, su casa, su esposo del que se había separado, y sus hijos —ya crecidos e independientes—, a los que adoraba y educó en el amor y la justicia. Para ellos, sin palabras, hizo doctrina de su talante y de su sentir más genuino.

Marcia sabía que tenía que dejar las cosas atadas y resueltas, nada tenía que quedar pendiente antes de poner distancia; nada debería ensombrecer su propósito. La consigna fue, "vaciar para volver a llenar". Dio un paso adelante; emprendió un viaje, debilitada por el esfuerzo y lo duro de las últimas decisiones tomadas, pero firme para no desfallecer antes de empezar.

Recorrió Europa, parte de Asia, India y Rusia, con su "furgo", ella sola; así debía ser. Pasó un año explorando el mundo, desempeñó aquí y allá oficios para mejorar su economía, y retornó cargada de energía y fuerza. Compartió su pan y sus recursos; experimentó cómo era vivir con lo justo; aprendió a ver lo mísero de algunos y a saborear lo sublime de otros. Disfrutó y aprendió a apreciar el valor de las pequeñas cosas de la vida. Habló su espíritu; se reconfortó y reconfortó a otras almas que como ella necesitaban una dosis de "oxígeno" que les ayudase a replantear su vida, sin "enojar" abiertamente a su destino, ni ir en su contra.

Elegir, ¡eso sí que es una suerte! Elegir entre lo que la vida te pone delante; salir a su encuentro sin miedo, mirar de frente, sin presión, sin convencionalismos, sin pretender cumplir los deseos de otros. ¡Qué fácil es decirlo, y qué difícil llevarlo a cabo! se decía para sí.

Ahora Marcia es otra persona, con sus valores de siempre. ¡Ha ganado una segunda vida que se abre ante sus ojos!

 

© Caleti Marco

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