miércoles, 17 de agosto de 2022

Paula de Vera García: Diez años sin él (Homenaje de aniversario)

 



 

Han pasado diez años. Parece mentira, pero aún recuerdo como si fuera el día de ayer cuando me llamaron para contarme que ibas para el hospital. Un golpe, dicen que fue una furgoneta la que te dio con el retrovisor cuando podías cruzar y el conductor no te vio por estar mirando hacia otro lado. Tú sólo salías a dar tu paseo de todas las tardes, cruzando un paso de cebra que conocías con los ojos cerrados y quizá escuchando música en los auriculares, o el partido de esa tarde… ¿Quién lo sabe? Nadie lo sabe, no podemos saberlo. ¿Cómo podríamos?

Ese día te ingresaron en el hospital con un traumatismo craneoencefálico del que, a pesar de todo, jamás llegaste a despertar. Fueron dos semanas donde ninguno supimos qué hacer, más que apoyar a la abuela que no podía asumir que un hijo se le fuera tan pronto de los brazos. Recuerdo esa cita de “El Señor de los Anillos: Las Dos Torres”, una película que creo que llegué a ver saliendo de casa de la abuela y tuya aquella fría Navidad de 2002.

“Ningún padre debería enterrar a sus hijos”. Y qué gran verdad. Aún todavía, no sabemos cómo hablar de ti sin temer que algo vuelva y haga pedazos su entereza. Está haciéndose mayor, como todos nosotros. Pero sé que pase lo que pase, nunca te olvidaremos ni dejarás que caminar a nuestro lado día a día.

Hoy vuelvo a su casa, vuestra casa, la que abandonaste pocos años antes de aquel terrible accidente con la ilusión de quien por fin puede conseguir su espacio y vivir en la independencia. Vuelvo a entrar en la que fue tu habitación, ese pequeño espacio donde todos tus sobrinos hemos jugado, reído, creado e imaginado hasta quedar rendidos. Despacio, acaricio con las manos el pequeño mueble donde estaba la mesa extraíble y donde guardabas ese viejo ordenador que no tiraba casi con el Windows 2000. ¿Te acuerdas? Diría que, si lo pienso, ahí empezó a abrirse mi mente a la escritura. Allí fue donde creé mis primeras ideas, aunque fueran tonterías de una niña de trece años que se inspiraba en sus ídolos para crear alguna cosa que pudiese merecer la pena.

Mientras sigo avanzando, los recuerdos me invaden como una ola y parece que vuelvo a ser una adolescente que sufría por los romances rotos de los famosos de la época como si fueran el mayor drama del universo. Encuentro la minicadena, esa en la que puse disco tras disco, una vacación tras otra cuando me quedaba largos periodos con vosotros mientras papá y mamá trabajaban. Sin quererlo, las notas de una canción que nos gustaba a todos resuenan en mi cabeza:

 

Quién le dio sentido a nuestro amor

No fui yo, fue nuestro corazón

 

Con las lágrimas a punto de salir, me acerco al alféizar de la ventana. Los recuerdos siguen llegando, deslizándose junto con mi mirada hacia el horizonte de edificios que van creciendo año a año. Muy pronto, lo que era antes campo terminará siendo ciudad, y la expansión urbana seguirá. La vida continuará, los que estamos seguiremos haciéndonos viejos…

Pero tú, mi querido tío, serás inmortal para siempre. Y sé que, sea como sea, algún día nos volveremos a ver y a caminar junto a los que queremos. Porque, como dice esa otra canción:

 

No, no quiero más clases de falsa moral

Que nadie es culpable por amar

Sólo el tiempo puede ser nuestro juez…

Te quise, quiero y querré.

 

Relato dedicado a Juan José García Amo en el décimo aniversario de su muerte. Tu familia no te olvida. Gracias por todo allá donde estés.

 

Citas: “El cielo no entiende” y “Falsa Moral”, del disco “Antropop” de OBK

 

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