domingo, 1 de enero de 2023

Amantes de mis cuentos: A la vejez, viruelas

 


 

Oír a primera hora de la mañana el concierto de Año Nuevo con ese final fastuoso que nos brinda la marcha Radetzky trae todo tipo de escenas a mi mente.

Con un vestido imperio blanco como la nieve, largo con una pequeña cola que oscila al ritmo de la música, el cuello a la caja y el talle bajo el pecho bailo con Francisco José, que me mira embelesado, Sissi emperatriz, se interpone en nuestro romance. La guardia real me invita a marchar.

Me voy a los Alpes suizos, cerca de la frontera con Austria y con agilidad asciendo hasta una cabaña de troncos. Me rodean las cabras, un niño pastor y una chiquilla encantadora. En la puerta el anciano con barba lleva un cuscurro de pan en una mano y en la otra un trozo de queso. Me pregunta: ¿Qué hace usted aquí? Me enamoro del abuelo de Heidi. No soy correspondida.  

Cambio de canal y me dejo seducir con la imagen de un joven con el torso desnudo en actitud de saltar desde una roca, espléndido en su desnudez me mira a los ojos, sonríe. No hay que mirarle a la cara para saber lo que está en su mente, la naturaleza lo muestra.

Doy un largo suspiro, apago con el mando el televisor, si tuviera veinte años esto sería lo natural, pero tengo noventa y ocho.

 

© Marieta Alonso Más

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