La fiesta había terminado hacía poco, tras recibir a los héroes del mundo
de los Doce y en particular a Tristepin de Percedal, salvador del reino Sadida
de las codiciosas manos del malvado Nox. Se habían cantado canciones en su
honor mientras todos comían un suculento banquete preparado por el padre
adoptivo de Yugo, del que todos disfrutaron sin distinción.
Incluso teniendo que
soportar las pullas e insultos velados constantes de Armand, el homenajeado de
la noche se sentía flotar en una nube que poco tenía que ver en realidad con
las alabanzas a su alrededor. Ego de Yopuka aparte, lo que realmente tenía a
Tristepin en otro nivel aquella noche era la criatura rubia de enormes ojos
verdes sentada constantemente a su lado, además de sus esporádicas y tiernas
sonrisas cuando sus miradas se cruzaban. Por supuesto, el pudor natural de Eva
sobre todo, y el decoro de estar en presencia del rey de los Sadida, hacía que
ambos se contuvieran de hacer cualquier gesto que delatara que entre ellos
había algo más que una sólida amistad; algo difícil también dado que Ruel no
dejaba de lanzar indirectas al aire que obtenían miradas furibundas y rostros
del color de granadas por respuesta.
Aun así, no fue hasta
bien entrada la noche cuando Eva fue la primera de los dos que dijo que quería
irse a descansar. Tristepin dudó un instante sobre si seguirla o no, pero Yugo
le pidió de nuevo que narrara lo sucedido desde que llegaron a Rubilaxia a
rescatarlo y el Yopuka no pudo resistirse. Así, tardó todavía otra media hora
larga en decidirse por fin a levantarse del banquete y dirigirse hacia su
alcoba. Lo que no esperaba era, al alcanzar el pasillo y pasar las primeras
tres puertas de largo, que la cuarta estuviera entreabierta. Y Tristepin sabía
de quién era ese dormitorio.
Tenso, el Yopuka tardó
varios segundos preciosos en decidir qué hacer; al final, con la boca seca y la
mano en la empuñadura de un Rubilax más silencioso de lo normal, pero aún
activo por lo que el guerrero podía sentir al tacto, el joven se atrevió a
empujar un poco la puerta de hojas y madera entretejidas y asomarse con cautela
al interior. Este estaba sumido en una suave penumbra, sólo aliviada por la
tenue luz procedente del exterior, visible a través de una amplia terraza
dispuesta al otro lado de la alcoba. Y Tristepin se relajó un tanto al comprobar
la estilizada silueta que se asomaba al balcón en actitud relajada, dándole la
espalda. Aun sin saber todavía si era buena idea el haberse metido en la
habitación de Evangelyne --intenciones caballerescas aparte--, en ese preciso
instante ella se giró como si hubiera intuido su presencia y el guerrero
retrocedió casi por impulso para esconderse tras la puerta, pero ella ya lo
había visto. Aun así, Tristepin fue el primer sorprendido cuando escuchó a la
Ocra decir:
一Pinpán. Puedes entrar, no voy a morderte.
El Yopuka hizo un
esfuerzo por no salir corriendo y, en cambio reunir el valor para aceptar la
oferta y adentrar un pie descalzo en el dormitorio.
一Perdona, Eva 一se excusó, las manos tras la espalda en
actitud inocente一. Es que… había visto
tu puerta abierta y temía que hubiese pasado algo malo. Siento haberme asomado.
La joven, por su
parte, se giró hasta casi encararlo de frente y apoyó los codos en la baranda
mientras sonreía con aire relajado.
一No te preocupes 一lo contradijo一. De todos los habitantes masculinos de
esta ciudad creo que eres el único que no me importa que lo haya hecho.
Tristepin tragó
saliva. ¿Qué tenía que perder? Así, tras varios segundos preciosos de duda, el
Yopuka se decidió por fin a avanzar con pasitos cortos hacia el balcón; cuando
llegó a la altura de Eva, se acodó con la mayor naturalidad que fue capaz sobre
la madera y posó la vista en el bosque más allá de sus pies, nervioso como
pocas veces en su vida. Por el rabillo del ojo, vio cómo la Ocra a la que amaba
con locura lo observaba, sin acritud. El Yopuka no sabía dónde meterse ni cómo
salir de aquella situación, aunque una parte de él no quería hacerlo de ninguna
manera. Estar a solas con Eva entraba, sin duda, en la clasificación de sus
mejores sueños. Pero el pobre Tristepin aún no se creía que estos se pudieran
llegar a hacer realidad en el futuro inmediato.
Para bien o para mal,
cuando su enamorada se aproximó un par de pasos y le pasó un brazo por la
cintura, el caballero se irguió casi de golpe, con el corazón al galope. Eva lo
observaba sin presionarlo en ningún momento, con esos enormes ojos verdes que
lo volvían loco desde que la conoció. Cuando ella acercó su rostro al de él,
Tristepin todavía dudó un segundo antes de decidirse a devolverle un casto beso
que duró varios segundos. Su parte más caballerosa le decía que lo mejor era
que se contuviera, que no estaba seguro de que fuera el momento de dar un paso
adelante --algo que parecía avecinarse a todas luces en algún momento de la
noche--, pero le estaba resultando condenadamente difícil. Más todavía cuando
Eva le echó los brazos al cuello y sus besos empezaron a volverse más
exigentes, incluso usando la lengua de una forma que al Yopuka le dio vueltas
la cabeza. Sin apenas ser consciente de lo que hacía, el guerrero rodeó su
cintura con los brazos y la atrajo hacia sí, respondiendo al roce de sus labios
con pasión y deseo a partes iguales.
Aun así, cuando
Tristepin notó que algo en sus pantalones despertaba y quería rozar a
Evangelyne a través de la tela, reculó casi de golpe y se separó de su amante
con algo más de violencia de la que pretendía. Por supuesto, Eva lo miró con
extrañeza.
一Pinpán ¿va todo bien?
Él tragó saliva,
buscando sin éxito una excusa coherente para lo que acababa de pasar. Al final,
optó por lo que le pareció menos rudo.
一Yo, esto… Todo va de maravilla,
Eva 一le aseguró, con una
risita nerviosa一. Pero, esto… ¿No
tendrás un aseo, por casualidad? Es que necesito, ya sabes… Una urgencia…
Para su desazón
inicial, la Ocra frunció el gesto al escuchar aquello, pero enseguida le indicó
una pequeña puerta situada en el lado derecho del dormitorio, justo opuesto a
la zona ocupada por la cama. Maldiciéndose en parte para sus adentros por ser
tan cobarde, sobre todo porque eso no debería encajar con la personalidad de un
Yopuka que nunca abandonaba un campo de batalla, Tristepin agradeció entonces
la indicación con una sonrisa tensa y salió disparado hacia el mentado espacio.
Como imaginaba, era un aseo sencillo, pero con algunos detalles que revelaban
que era propiedad de una mujer. Como le había dicho a Eva en Rubilaxia, a
Tristepin le encantaba descubrir todo lo femenina que podía ser… Aunque ahora,
precisamente eso, lo aterraba. Y es que la única experiencia amatoria del joven
Yopuka, una cuestión ritual cuando tenía catorce años, había sido tan
desastrosa que Tristepin de Percedal nunca había vuelto a concebir como
factible la posibilidad de volver a acostarse con una mujer.
一No 一rechazó, clavando las manos a ambos
lados de la sencilla palangana de madera situada al fondo del aseo一. Eso se acabó, ya no eres ese crío del
que todo el mundo se reía porque no fue capaz de llegar hasta el final 一se amonestó, dirigiendo una mirada fugaz
a Rubilax. Seguía tan silencioso como desde su escapada de Rubilaxia, pero por
una vez Tristepin echaba de menos sus chanzas一. Tú por si acaso no digas nada 一le espetó, gruñón.
Por supuesto, no
obtuvo respuesta. Así, Tristepin suspiró y volvió a mirar hacia la puerta
cerrada del aseo, como si temiera que se abriera de un segundo a otro y que Eva
viniese para increparlo. O, peor, echarlo de su dormitorio. El Yopuka resopló,
echando una última mirada derrotada a Rubilax. Como este seguía con el ojo
cerrado y silencioso como una tumba, el joven tomó una decisión. Fuera como
fuese, si quería llegar lejos con Eva, tenía que arrinconar como fuese esos
miedos.
«Un guerrero nunca
renuncia a una batalla, por difícil que parezca», se recordó.
Con esa nueva
resolución, Tristepin de Percedal se irguió; respiró hondo, se atusó la enorme
melena pelirroja y echó la mano al picaporte para volver al dormitorio.
Intentando que no le temblasen las piernas cuando sentenció para sus adentros:
«Vamos allá».
Continuará…
Historia inspirada en
Tristepin y Evangelyne, personajes de la serie “Wakfu”
Imagen: fotograma
original de la serie
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