sábado, 25 de febrero de 2023

Brujas: Una ciudad con encanto

 

Reconocimiento al autor: De Jean-Christophe Destailleur - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24424867


Ha sido ciudad desde el siglo XI. Durante doscientos años fue uno de los centros comerciales más importantes de Europa occidental. Hoy sueña con su dorado pasado. Hacia 1050 la constante sedimentación fue cerrando la importante salida de la ciudad al mar. Por suerte, una tormenta en 1134 creó un canal natural de salida. Pero llegó el momento en que los buques no pudieron navegar y Brujas se convirtió en una ciudad encerrada por la tierra. En 1907 se abrió un canal y el puerto de Zeebrugge volvió a unir Brujas con el mar.

«Brug» en holandés significa puente. La importante y emergente industria de la lana hizo que la ciudad creciese, construyéndose sus murallas bajo el patronazgo de los condes de Flandes. Durante los siglos XIII y XIV, Brujas fue la encrucijada entre el Báltico y el Mediterráneo.

Cada curva de sus canales con su melancólico encanto, cada calle angosta, tortuosa y adoquinada, cada nombre de algunas de esas calles como la del Asno Ciego; cada una de sus iglesias tan ricas en historia como en arte: hay que disfrutar del chapitel de la iglesia de Nuestra Señora donde se halla la Virgen y el Niño de Miguel Ángel, el Pórtico del Paraíso, el mausoleo de bronce dorado de Carlos el Temerario, la catedral de San Salvador con sus tapices de Bruselas, las sillas del coro en las que están grabadas las armas de una de las órdenes de caballería más importante de Europa del siglo XV: la Orden del Toisón de Oro. Hasta los hospitales son museos.

Su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000 y está hermanada con Burgos y Salamanca.

 

Brujas de día asombra,

de noche enamora

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