miércoles, 23 de octubre de 2024

Julia de Castro: Antes de los años terribles de Víctor del Árbol

 


 


 

El tranquilo y ordenado mundo que Isaías se ha construido en Barcelona se tambalea con la visita de alguien de su pasado: Emmanuel, que le convencerá para regresar a Uganda y participar en un foro que tiene como objetivo la reconciliación histórica del país que abandonó muy joven para dejar atrás el horror.

«Antes de los años terribles yo era un niño feliz en ese lugar. La felicidad parecía el estado natural de la vida, algo tan obvio como que cada mañana salía el sol. Los primeros rayos de luz se colaban entre las ramas de palma del techo aquella mañana en la que todo empezó a cambiar.»

El cambio que representa el retorno desde su negocio de restauración de bicicletas va a suponer un terremoto emocional para Isaías y un peligro real para él y la mujer a la que ama y que ha hecho posible su nueva vida. El pasado siempre vuelve y solo enfrentándose a él y reconciliándose con quien se fue un día, podrá Isaías seguir adelante.

La lectura de esta novela me ha removido profundamente por la intensidad de los hechos que relata. Se trata de una obra dura, muy dura, que obliga a mirar de frente la vida de Isaías Loweri y su participación en la monstruosidad de la guerra civil en Uganda a finales del siglo XX, el tremendo y vergonzoso drama de los niños soldado. El secuestro de niños por el Ejército de Resistencia del Señor (LRA) con su líder Joseph Kony al frente para convertirlos en guerreros y esclavos sexuales golpea las conciencias y la sensibilidad de los lectores.

El LRA atacó brutalmente la población del norte del país, obligando a veinte mil niños a unirse a su grupo, secuestrando a más de cuarenta mil y provocando el desplazamiento de casi dos millones de personas. Por las denuncias recogidas sabemos que a estos niños, que fueron arrancados de sus familias y sus aldeas, se les obligaba a asesinar a sus padres, a modo de iniciación, para no tener hogar al que volver. Se les hacía trabajar acarreando suministros hasta que caían agotados y desfallecidos y, para no tener que cargar con ellos, se les dejaba morir o eran asesinados. Se les utilizaba como señuelos en los enfrentamientos con el ejército y a aquellos que no se adaptaban o se revelaban, se les cortaba la nariz, las orejas o los labios y se les obligaba a comer su propia carne.

Las niñas secuestradas no corrían mejor suerte, convertidas en una especie de “esposas” para el líder y sus comandantes, aquellas que se negaban eran violadas y asesinadas.

Una novela totalmente recomendable para tener presente la salvaje barbarie de la que es capaz el ser humano contra sus semejantes. No apta para personas a las que no les guste que les pongan las miserias humanas delante de los ojos.

 

 

© Julia de Castro

Mi invierno en libros

Enero 2021

 

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