Fue una de
las empresas más antiguas de la isla. Fundada en 1863 por José y Juan Crusellas
y Vidal, dos emigrantes catalanes que al llegar comenzaron con un negocio de
fabricación de velas de sebo, jabones, gaseosas, cervezas, lubricantes…
Incursionaron en muchos giros. Había que salir adelante.
Más tarde
llegaron de España los sobrinos de los fundadores, que unieron sus fuerzas a
las de sus tíos. En 1885 se creó «Crusellas Hermanos y Compañía» en la que
incluyeron como socios a sus sobrinos José y Ramón Crusellas y Faura quienes,
tras la muerte de los fundadores quedaron como únicos dueños. Era una
institución familiar.
En 1921
organizaron de nuevo la empresa bajo la razón social de «Crusellas y Compañía».
En 1925 se asociaron con Colgate–Palmolive para comenzar a producir, bajo
licencia, los prestigiosos productos de la firma norteamericana. Aunque la
transnacional estadounidense llegó a tener el 51% de sus acciones, la dirección
de la empresa en Cuba estuvo en las manos de sus antiguos dueños que ocupaban
el cargo de presidente y vicepresidente.
Los
productos de los Crusellas eran: jabón Candado, jabón de tocador Palmolive,
pasta dental Colgate, Hiel de Vaca, Kolonia 1800 y Myrka, agua de tocador Rhum
Quinquina, agua de violetas Lavanda, champú Halo Colgate y otros productos de
aseo personal como brillantina, desodorantes, polvos y talcos. Fue la única
fábrica en Cuba que producía glicerina.
El edificio
de la calle Monte resultó ser insuficiente. No había espacio para lo que
demandaba el mercado. Así que se trasladaron a la calle Balaguer, cerca de la
Calzada de Buenos Aires.
Como
mercado la empresa tenía: Cuba, México, Estados Unidos, Centro y Sur de América
y España. Fueron proveedores de la Casa Real española.
Tras
producirse el triunfo de la Revolución Cubana, el 19 de octubre de 1960, todas
las propiedades de Crusellas fueron expropiadas por el Gobierno.
Nuestra
amiga Ada trabajó en Crusellas y Compañía, en La Habana, durante muchos años.
Cuando emigró a New York se presentó en Colgate-Palmolive Companys. Le dieron
trabajo de inmediato. Allí estaba su expediente que reflejaba su buen hacer y
su inglés impecable.
Quizás
ahora que tomó rumbo a las estrellas pueda dar las gracias a los fundadores de
Crusellas, por haber tenido una vida laboral digna.
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