viernes, 1 de noviembre de 2024

Amantes de mis cuentos: Mi vida: un laberinto

 



No sé por dónde salir. Quiero a mi marido, aunque cueste creerlo. El mundo sabe que es un cantamañanas. No necesita fingir, se le nota, pero lo quiero, aunque hace una semana le fui infiel y no siento ningún remordimiento. Tampoco ansío repetir la faena. Lo único que recuerdo de ese desconocido es que tenía el pelo gris haciendo juego con su bigote. Como soy discreta, no contaré lo ocurrido, solo se lo comenté a la tía Maite.

 

Ella había dejado al novio a la puerta de la iglesia por un tipo veinte años mayor: calvo, aburrido e impertinente. Lo mejor que tenía el elegido era su abultado monedero producto de sus sustanciosas cuentas de ahorro. Aunque hay que reconocerle que tuvo una cosa verdaderamente buena, morirse a tiempo, dejando a su viuda todos sus bienes. Cosa que ella agradeció.

 

La tía Maite ayudó a toda la familia, a sus padres les compró un piso, a la abuela una tumba, a sus hermanos la entrada para montar un negocio y a todos los sobrinos bicicletas y patines. Hasta el exnovio salió beneficiado, le compró un billete de avión para que se fuera a Australia, lo más lejos posible para no caer en tentaciones.

 

Anoche, sin venir a cuento, tía Maite murió dejándome heredera. En una nota escrita con letra de molde, me instaba a viajar a Creta, sin marido, a que caminara por el circuito de los siete meandros.

 

«Utiliza la cabeza para salir de tu laberinto, espabila y toma buenas decisiones, que la vida es corta.»

 

 

© Marieta Alonso Más

 

 

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