Homenaje a Luis Carbonell
El Acuarelista de
la Poesía Antillana
fue un destacado declamador
de cuentos
y estampas
populares afroantillanas,
músico y escritor
cubano.
Esta mañana, en el
Malecón, me llamaste negro delante de mucha gente. Me callé a tiempo. Ahora te
encuentro solo y me vas a escuchar bien claro, como que me llaman «Tostao».
A cuento de qué viene eso
de despreciar a los negros, si tú de blanco por un lado solo tienes cuarto y
mitad y por otro, lo vas a descubrir. Es que ya no recuerdas a tu bisabuelo,
que era tan prieto como el azabache, aquel hombre que de la nada se hizo rico
trabajando en una hora lo que tú no te has esforzado en treinta años, aquel
hombre tan orgulloso de su color que cuando le invitaron a sentarse en una mesa
de blancos, allá en tiempos de la esclavitud, puso la bolsa repleta de oro sobre
la silla diciendo: Siéntate, Estanislao Salgado. Su triunfo, su prosperidad, nunca
le nubló la mente y sabía que lo invitaban por su dinero, que por su color le
hubiesen dado una patada allí donde la espalda pierde su honesto nombre.
No, no, no, te quieras ir
tan pronto. Ya sé que las verdades duelen. ¿Qué te crees, tú?, conmigo no
puedes ir por el mundo como si fueras blanco, que te conozco, camaleón, que
conozco a toda tu familia, que sé que a tu abuelo lo tienes en el cuarto de
atrás sin dejarle salir, solo presumes de abuela y de madre porque son rubias
de ojos claros. No te quieres acordar de tus orígenes, los has echado al
barranco como bagazo de caña.
A mí no me engañas por
mucho que te vistas con trajes de dril 100, por mucho que te codees solo con
los blancos, porque tu pelo te salió lacio, los labios los tienes finos, y las
mejillas rosá… Yo, en cambio, este negro que está aquí, delante de tus narices,
por si no lo sabes, entérate bien, soy tu padre y exijo respeto.
© Marieta Alonso Más

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