lunes, 3 de noviembre de 2025

Amantes de mis cuentos: El emigrante

 



Era el 20 de enero de 1920. Llovía. En el puerto de La Coruña, esperaban un padre y un hijo al vapor «Flandre» de bandera francesa. El chico con dieciséis años marchaba a Cuba en busca de un porvenir. Una bolsa con una manta, un pantalón, una camisa, un jersey, seis salchichones, seis chorizos. Era la primera vez que veían el mar.

Por fin atracó el barco, comprobaron que los papeles y el pago estaban en regla y llegó la hora de despedirse. Padre e hijo se fundieron en un abrazo largo, sentido, como si les costara trabajo deshacerlo. Por fin, se soltaron y los dos se pasaron la mano por los ojos con un rápido ademán. El hijo, dándose la vuelta, se subió a bordo, instalándose en tercera, por no haber cuarta.

Su equipaje austero contrastaba con la cantidad de consejos recibidos. Subió corriendo a cubierta y desde allí estuvo diciendo adiós a aquella figura encorvada por el peso de su aflicción hasta que fue un punto en la lejanía.

¡Voy a volver!, gritaba.

A medida que el barco fue inclinándose hacia el sur las noches se hicieron más cálidas, igual que las manos de una madre. El 21 de febrero de 1920, sobre las tres de la tarde, tras veintidós días de navegación, el barco enfiló el canal que conducía a la bahía de La Habana. Atracó en el Muelle de Caballería.

Aquel niño se llamaba Ramón y regresó a su tierra al cabo de sesenta años.

 

© Marieta Alonso Más

sábado, 1 de noviembre de 2025

Amantes de mis cuentos: Una cascada para nosotros

 



Mis padres eran tan excéntricos que les gustaba más la naturaleza que el asfalto. Cuando se casaron fueron a vivir muy cerca de este salto de agua, el más recóndito, el más alejado, el más hermoso lugar que ojos humanos vieron. Pasaba inadvertido hasta para las autoridades por su difícil acceso. Allí decidieron vivir a lo Robinson Crusoe. Taparrabos en verano y vestidos de cuero para los días de frío.

Cuando tomaron aquella decisión, mi padre, tan pragmático como siempre, ni maleta se llevó. Mi madre, soñadora, llevó consigo todos sus libros, zapatos de tacón, collar de perlas y los regalos de boda, hasta aquellos que estaban repetidos, por si se presentaban tiempos de vacas flacas. Aprendió a hacer conservas con todo lo que sobraba de la época de cosecha.

Al principio se alojaron en una cueva hasta que con sus manos levantaron su casa a base de piedras, troncos y tejas para el techo. Lucharon contra la vegetación, contra algunos animales salvajes y crearon una forma de vida autosuficiente, como cazadores-recolectores. La agricultura, la pesca, la caza, el ganado no tenían secretos para ellos. Trabajaban sin descanso.

Los hijos fuimos naciendo. Una o dos veces al año íbamos a la civilización, y allí se vendía a la vez que se compraba todo lo necesario.

Soy la número veinte de los hijos que tuvieron.



© Marieta Alonso Más



viernes, 31 de octubre de 2025

El orégano

 


 

Planta aromática que crece en la Cuenca mediterránea y el oeste o suroeste de Eurasia. Hierba perenne que alcanza entre treinta y sesenta centímetros de alto. Se recolecta en verano. Las hojas crecen enfrentadas, tienen forma oval y borde liso. Las flores que son pequeñas de color blanco o rosa, crecen en ramilletes.

Se usa como condimento y también en la preparación de infusiones. Para la Yaya Caridad es una panacea. Y te remite a Hipócrates que utilizaba el orégano como antiséptico, cura para el estómago y para las dolencias respiratorias. En Grecia, al parecer, se utiliza como un paliativo para el dolor de garganta.  

 

Por lo visto los estudiosos lo consideran antioxidante, antiinflamatoria, antimicrobiana… Por lo que Cachita recomienda hacer gárgaras con una infusión de orégano. Los vahos, dice, curan la laringitis, la amigdalitis y además calma la tos. 

Es muy apreciada en gastronomía. Mojos, adobados y salsas no existirían sin esta hierba. Se utiliza para la morcilla, chorizo, chicharrones, manteca colorá, escabeche, caracoles, aceitunas, encurtidos…

¡Ah! Cachita emplea yerba en lugar de hierba. Y nos explica que la grafía hierba es la más generalizada en la lengua culta, pero la RAE acepta yerba como válida, aunque sea menos frecuente. Y no se incurre en ninguna incorrección del idioma. La Yaya aprendió a hablar, a leer y a escribir yerba, yerbajo, yerbezuela, desyerbar… Nació en Cuba. Para la yerba mate, bebida tomada en el Cono Sur, se recomienda escribir siempre yerba.

Recuerdas la expresión:

“No todo el monte es orégano”

Alude tanto a la cocina como a su origen etimológico, ya que su nombre significa:

“hierba que alegra el monte”

 

 


miércoles, 29 de octubre de 2025

Cristina Vázquez: Verde es la esperanza

 


Cada medio día Julita se asomaba al balcón para ver pasar a ese pedazo de hombre. No sabía su nombre ni quién era, pero el andar elástico, garboso, el pelo rizado bruñido de tonos caoba y el impecable corte de su traje, le hacían palpitar: el corazón, las sienes y hasta los pulsos, se decía poniéndose dos dedos en la muñeca.

No es que en su vida hubiera nada malo o perjudicial. Todo lo contrario. A los treinta y pocos años su devenir se había desenvuelto con precisa pulcritud: padres ordenados, vulgarmente encantadores, con la frase adecuada y celebraciones de santos y cumpleaños llenos de alegría, globos y, si era necesario, como en Fin de Año, gorritos y matasuegras.

Ella había ido al colegio de monjas cercano a su casa en el centro de Madrid y sus amistades escolares pervivieron por años. La mayoría eran del barrio, hasta que se fueron diluyendo porque se casaban o se iban a vivir otras vidas. Ella, en cambio, después de estudiar perito mercantil se quedó en la tienda de los padres, una papelería con un rinconcito para libros, básicamente de temas religiosos. Llevaba la contabilidad y ayudaba en la venta, sobre todo cuando empezaba el curso escolar y después de darle a su madre un ictus que le inmovilizó medio lado.

El padre le dejó toda la responsabilidad. Se iba haciendo viejo y quería cuidar a su mujercita del alma yéndose a vivir a la costa levantina, decía con cara de doliente perro pachón.

—Por supuesto, papá, la salud es lo primero —afrontaba ella su nueva situación con esa consigna como norma.

Nunca se imaginó que la papelería le diera tanto trabajo, pero poder disponer y elegir lo que le gustaba y modernizar la obsoleta tienda, la llenó de ardor comercial. Consiguió aumentar ventas e ir sustituyendo los libros religiosos por escritores picantes, sin llegar a ser de mal gusto. Pícaros, simplemente eso. Un poquito alegres, se justificaba con sus amigas.

No había conocido varón, tema que la llenaba de inquietud. El tiempo iba pasando y el novio que tantos años la llenó de promesas, se había estrellado en un estúpido accidente y la dejó de viuda blanca.

—Hija, qué desperdicio de hombre —la consolaba su madre—. Tanto tardó en decidirse que se lo llevó la Parca. ¡Hay que fastidiarse!

Pero, continuaba con su hablar confuso —parece que el ictus la había desinhibido—, tampoco al chico se le veía decisión ni empaque. Que aprovechara, aún era joven, si no luego… y miraba con nuevo resentimiento a su marido y su mano inútil.

Así que la aparición de ese mocetón, que tan puntualmente pasaba por delante de su casa, la llevó a fantasear con la posibilidad de haber encontrado el amor, o lo que fuera. Preguntó por el barrio, pero nadie le conocía, hasta que una tarde se acercó a la tienda de tejidos que acababan de abrir en una antigua fábrica de encurtidos. Quería hacerse un traje nuevo. Y ahí estaba él. Bien ajustada la chaqueta, con un chaleco de espiguilla y unos pantalones anchos de franela, como si él mismo fuera el anuncio viviente de la calidad y variedad de las telas. Su corazón se puso a brincar descontrolado.

—¿Qué se le ofrece?, señorita —preguntó obsequioso.

Las enormes tijeras en la mano y la sonrisa blanca, aunque un poco mellada, fue lo que terminó de emocionarla. ¿Qué haría ese hombre con esas tijeras? ¡Qué miedo!

—Una tela para un traje de vestir —balbuceó coqueta—. Quiero que sea verde, color esperanza.

Consideró que había sido genial e inspiradora su contestación. Mientras el gentil Tomás, llevaba el nombre en una chapita en la solapa, desplegaba con soltura de mercader veneciano distintos tejidos, desde el pálido aguamarina hasta el verde bosque oscuro. Julita le miraba a los ojos, importándole un bledo las telas.

—El que le parezca que tenga más esperanza —afirmó después de tocarlos con desgana.

En ese momento, Tomás fijó por fin la mirada en ella, quizás un poco ribeteada de oscuro, y le señaló una tela que sostuvo con la mano, mano que Julita tomó con decisión por debajo. Si podía, le esperaba en su papelería cuando cerraran, y señaló su tienda con orgullo, para decidir con las muestras cuál se quedaba.

—Ahí estaré —remató Julita moviendo los trozos de tela que el buen mozo le había dado.

 A los pocos meses la papelería se había transformado en una boutique de moda que utilizaba las telas de la otra tienda. Él era fiel a su antiguo oficio. Habían dejado el rinconcito de lecturas picantes en el que habían puesto una mesa y dos butacas. Tomás diseñaba modelos primorosos y ella, feliz. Por fin conoció hombre, no mucho, porque a él le gustaba más el diseño, pero suficiente para ser señora de, embarazarse y mandar los papeles, lápices y cuadernos al cubo de la basura.

Le dijeron que cuando su madre se enteró del cambio de la tienda y de la vida de su hija, se le cuajó una única lágrima en el lado sano, igual que un diamante de varios quilates. El padre concluyó que fue de disgusto, pero Julita estaba segura de que era de incontenible alegría.

© Cristina Vázquez

lunes, 27 de octubre de 2025

Parque Nacional Yoshino-Kumano: Tesoro natural nipón

 



Situado en la región de Kansai, abarca áreas montañosas, ríos y bosques exuberantes. Es conocido por su belleza natural y su rica historia espiritual.

Cada primavera más de treinta mil cerezos en flor transforman el paisaje del Monte Yoshino, para convertirlo en un mar de flores rosadas y blancas. Es un espectáculo natural que ha inspirado a poetas y artistas durante siglos.

El parque acoge la antigua ruta de peregrinos de Kumano Kodo, que conecta los tres santuarios sagrados de la región de Kumano:

El Kumano Hongu Taisha, dedicado a la deidad de la montaña. Santuario principal de los más de tres mil santuarios kumano en Japón.

 El Kumano Hayatama Taisha, conocido por su antiguo árbol sagrado que tiene unos mil años de edad, y su cercanía a la desembocadura del río Kumano. También une las montañas de la península de Kii con el océano Pacífico.

Y el Kumano Nachi Taisha, que destaca por la impresionante cascada de Nachi, la más alta de Japón, con ciento treinta y tres metros de alto y trece metros de ancho.

Junto con el Camino de Santiago, es el único camino de peregrinación declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y por ellos han caminado millones de peregrinos a lo largo de la historia

Sus seiscientos kilómetros cuadrados acogen ríos de aguas bravas, grandes playas, ancestrales santuarios, aguas termales y una rica biodiversidad.

El parque ofrece una profunda conexión con las raíces históricas y espirituales de Japón.



sábado, 25 de octubre de 2025

El lago Assal (Yibuti)

 



En la zona central de Yibuti hay un lago en la cavidad de un cráter volcánico, es el punto más bajo del relieve africano. Se encuentra a ciento cincuenta y cinco metros por debajo del nivel del mar.

Sus aguas son más saladas que las del Mar Muerto y está considerado como el de mayor salinidad fuera de la Antártida.

Lo rodea una salina, que se extiende hacia el oeste y el noroeste. La sal se extrae y se transporta en caravanas hacia Etiopía.

Mide diecinueve kilómetros de largo y siete de ancho. Su superficie es de unos cincuenta y cuatro kilómetros cuadrados, mientras que su máxima profundidad es de cuarenta metros.    

La zona es salvaje, desértica. En ella no crece ninguna especie vegetal ni habita animal alguno, y sus aguas pastosas de salmuera están siempre a una temperatura entre 33 y 34 grados centígrados, por lo que se puede nadar y bucear en este lago llamado Assal, cuyo nombre significa:

 

«Lago de miel»

 

jueves, 23 de octubre de 2025

Julia de Castro: Pustina (2016). Serie

 


 

La trama de esta miniserie checa de ocho episodios se desarrolla en Pustina, una decadente ciudad minera de la República Checa, fronteriza con Polonia. Los vecinos se encuentran divididos ante la propuesta de Turkovo, compañía minera que quiere ampliar su área de explotación de carbón en la zona, para comprar los terrenos de la localidad. Un sector mayoritario se inclina por vender y emigrar a algún lugar en el que puedan cambiar su mísera supervivencia por un futuro más próspero para ellos y sus hijos y el otro prefiere mantener su modo de vida tradicional, en la tierra en la siempre vivieron. A la cabeza de este último se encuentra su alcaldesa, Hana Sikorova.

Los dos sectores mantienen una lucha enconada lo que ha enrarecido el ambiente y las relaciones en Pustina que se complican mucho más cuando desaparece Misha, hija de la alcaldesa, una desaparición que, algunos piensan, puede estar relacionada con las maniobras de presión para lograr que Sikorova cambie de opinión. Este triste suceso destapa el mundo de intrigas, rencores, miserias y traiciones que subyace en la, aparentemente, anodina vida de los vecinos de Pustina.

Las imágenes de esta serie dan una idea muy certera de su trama: extrema contaminación, desolación, lluvia. Todo en Pustina es gris y neblinoso lo que produce una deprimente sensación de oscuridad y opresión que, puede que no anime a su visionado a quienes huyen sistemáticamente de dramas y tristezas.

Los personajes no se libran de este deprimente escenario, desde una torturada alcaldesa y su repugnante, bipolar y obseso sexual marido, a los desesperanzados habitantes del pueblo, cada uno exhibiendo o escondiendo sus miserias, sin olvidar a la corte de prostitutas que se ofrecen a camioneros y sus violentos proxenetas. Todos ellos componen un pétreo y despiadado cuadro sobre la supervivencia humana.

Esta es una de esas historias que nos dejan el alma angustiada y unas tremendas ganas de gritar ante la miseria moral a la que, el ser humano se ve abocado por la falta de oportunidades. Ante situaciones de extrema dificultad afloran los sentimientos más mezquinos y ruines, y no nos engañemos, todo hijo de vecino sometido a cargas similares, terminará transformándose en una alimaña y revolviéndose contra todo lo que le impida conseguir sus objetivos.

Dicho esto, es posible que quien lea esta breve reseña se sienta poco atraído a sentarse delante de la pantalla, que ya tenemos suficientes penas en el mundo como para entretenerse metiéndose en este fregado. No obstante, animo a todo aquel que, entre comedia y comedia, quiera empaparse de realidades humanas, se atreva a enfrentarse a esta miniserie y ponga especial atención en las impresionantes imágenes iniciales, son auténticas obras de arte fotográfico y, sin palabras, desvelan lo que nos vamos a encontrar episodio tras episodio. A mí, Pustina me ha enganchado, aunque tengo que reconocer que soy una adicta a la realidad del ser humano, sea lo dura o triste que sea.

© Julia de Castro

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Agosto 2021