Teresa
y Malagón
hecha
de nardo y piedra barroqueña
¿Qué
viste en Malagón para quedarte
y
alzar aquí tu fundación ingente,
de
los mejores de las treintitantas
como
tu afán divino te exigiera?
Malagón
era, así, pueblo signado…,
y
al margen de las causas que impulsaron,
tu
venida al azar de nuestra tierra,
algo
hallarías en Malagón que obrara
la
magia azul de tu parada y fonda
y
poner manos a tu plan aína.
Fuera
de doña Luisa y el respeto
que
los Medinaceli merecieran,
estaba
el núcleo llano y generoso,
digno
de unirse a él en cuerpo y alma.
Y
el Malagón de la vejez remota,
del
futuro animoso y prometiente,
del
campo ameno y la cosecha fácil,
de
las lomas amables y jocundas,
de
los valles cromáticos y alegres,
de
la atmósfera diáfana y salubre,
del
clima bonancible y querencioso,
de
las gentes colmas de virtudes
-a la buena de Dios,
como se dice-
el
Malagón del siglo dieciséis,
nuncio
y promesa de los que siguieran,
tu
monasterio teresiano
por
arte y gracia de su propio aliento,
por
gala y gloria de sus propios dones.
Teresa
de Jesús fuese la chispa
que
prendió para izar el gran cenobio;
mas
Malagón -y cuanto en él había-
ofreció
su entidad para el proyecto.
A
medias ambas partes, surgió, ¡Hermoso!,
este
palomarcico que embelesa
a
todos cuantos son o cuantos llegan
a
la villa manchega en todo tiempo.
Sin
Teresa no hubiera aquí una casa;
sin
Malagón… no hubiera una Teresa
cultivando
la flor de su Carmelo,
anhelosa
en tener nidos a punto
para
tantas palomas que arribaran,
malagoneras
y de muchos lares…
Consta
que fueron dieciocho aquellas
primeras
avecillas que posaron
en
los alveolos que Teresa abriera
y
que santaron las raíces a otras,
y
a otras después, y siempre, siempre, siempre…,
las
que en los siglos vayan acudiendo.
Por
donde si se cuenta de la monja
de
que fundó un convento en este pago,
que
fue el tercero y de los más excelsos,
pues
irradió su celo al Nuevo Mundo,
dígase
igual que aquí encontró la Santa
suelo
abonado para toda empresa:
un
semillero y lo que falta hiciere,
que
siendo del Señor era perfecto.
De
Malagón, Teresa es la Patrona
y
es la hija, también, y madre amada,
en
tanto es Malagón las mismas cosas
de
la noble abulense que aquí plugo
lanzar
las redes de su amor inmenso
a
través de un convento incomparable,
que
es más bien un hosanna permanente
por
el encuentro de la monja y pueblo…
Teresa
y Malagón, cimas semejas,
motivos
pariguales a un destino
común
de fe, de lucha y esperanza
hacía
aquello que escapa de la vida
por
el camino de la vida eterna,
unidas
van al aire de la historia.
© Miguel García de Mora.
Miguel García de Mora Gallego, «El narrador de La Mancha» nació en Manzanares en 1916 y murió en La Solana en 2013. Llega a este Blog de la mano de su hijo Luis Miguel que lo define como un hombre sencillo y un periodista incansable. Para su hija Gloria, su padre, fue un manchego de pro, de franqueza campechana y corazón abierto, que se sintió Quijote y Sancho en extraña confusión.
Convento de San José
El convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Malagón, fue fundado por Santa Teresa de Jesús el 11 de abril de 1568. Su arquitecto fue Nicolás de Vergara el Mozo.
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