En 1983 fue la segunda mujer
en entrar en la Real Academia Española, después de la poetisa murciana Carmen
Conde, quien había ingresado en 1978, ocupando el sillón «a», y eligiendo un
discurso titulado «Presencia y ausencia de Álvaro Cunqueiro».
Rafael Lapesa en su ingreso
señaló: «Entra en esta casa, no por ser mujer, ni porque es hermosa, linajuda y
distinguida, sino solo por el valor de su obra literaria; y en ella se
manifiesta el don de sabiduría como conocimiento del alma humana, sagaz
observación de lo significativo, rechazo de la desmesura y dominio del arte de
novelar».
Se le considera una de las
voces femeninas más relevantes en el período de los años cincuenta del siglo XX,
su obra jugó un papel importante junto con otros escritores como Carmen Martín
Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Ana María Matute…
Su valía como escritora fue
reconocida por la crítica literaria nacional e internacional. Mostró una
insólita apertura a las técnicas innovadoras europeas y norteamericanas.
Algunas de sus obras
Su novela «Viento del Norte»
narra las relaciones entre una joven sirvienta y su anciano señor que fue
galardonada con el Premio Nadal 1950. Un lenguaje rico, elegante, depurado e
innovador sirvió para que se relacionase su escritura con Emilia Pardo Bazán.
En «La sangre» cuenta la
historia de cuatro generaciones a través de un árbol que narra cuanto ve y oye.
Algunos destacaron las similitudes en tono, temática y enfoque social con «Historia
de una escalera», de Antonio Buero Vallejo.
En «La enferma» escribe sobre
la vida de una mujer con problemas psíquicos abandonada por su amante.
Solo once mujeres, hasta hoy, han formado parte de la Real Academia Española.
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