«Haré que
este momento sea para ti»
Ese juramento retumba en mi cerebro mientras te desnudo, despacio
para no dañar las dos preciosidades que ahora adornan tu espalda.
Hasta tu cuerpo ha cambiado después de salvarme. Ya no es el de
una cría. Es el de una mujer. Ahora sí que no soy capaz de resistirme a ti. A
tu mano, a tus ojos, a tu boca rogándome ser tuyo y tú mía. Aunque solo sea por
una vez, aunque ese demonio que te trajo de vuelta ahora no sea más que una
serpiente atrapada en un tubo de cristal. Conseguiré una solución, mi amor. Lo
sabes. Lo sé.
Echada en la cama, tus alas tiemblan bajo mi cuerpo y tu espalda
se arquea a causa del placer que le da mi lengua. Me has pedido que lo haga y
lo hago, porque no puedo negarte nada. No quiero volver a perderte, aunque sé
que es muy probable. Tu alma es frágil, atada por apenas un hilo a tu cuerpo.
Pero me lo dijiste: no quieres irte de nuevo sin probar lo que se
siente. Sin saber lo que podría haber sido. Sin estar conmigo como debería
haber sido hace veinte años.
Despacio, cuando me suplicas que frene porque vas a desmayarte, entro
en tu humedad con cuidado. No quiero hacerte daño. No soportaría que pensaras,
a pesar de todo, que soy el animal que muchos consideran que soy. Todo músculo,
una «torre» de carne incapaz de hacer nada por otra persona y solo preocuparse
por sí mismo.
Ahora, teniéndote junto a mi piel, sin nada entre nosotros por
primera vez, quiero olvidar todo eso. Quiero que seamos solo tú y yo, oírte
eternamente gemir mi nombre en mi oído, pedirme más, besar mis labios y decirme
cuánto me amas. Quiero mis manos en la curva de tu espalda, asirte a mí y que
nunca te vayas. Quiero hacerte el amor hasta que nada ni nadie quede en el
mundo, salvo nosotros dos.
Porque, aunque la muerte nos separe, lo sabes, mi amor.
Siempre seremos uno.
©
Paula de Vera García
[Imagen: Pinterest.
Inspiración: Seven Deadly Sins (Nanatsu No Taizai)].
No hay comentarios:
Publicar un comentario