miércoles, 9 de enero de 2019

La cocina a mi alcance: Pastel de cebolla



La cebolla o Allium cepa para los que saben latín, se caracteriza por su bajo valor calórico y alto contenido en fibra.

Mi madre siempre contaba, que allá por los años cuarenta del siglo pasado, una prima suya llevaba no sé cuántos años padeciendo del estómago. Un día vino al pueblo y sentada en el portal se lamentaba de todo lo que estaba pasando, con aspavientos incluidos. Había ido a un sinfín de médicos habaneros y muchas pastillas, jarabes…, pero nada.

En eso pasó por la acera el médico de mi pueblo, el Dr. Díaz, y mi madre le saludó contándole de paso, el tema de la conversación.

Tranquilo entró en la casa y como llevaba su maletín negro la auscultó y sin escribir receta le aconsejó:

Deja de tomar medicamentos: Bebe agua de cebolla, si te resulta desagradable, cierra los ojos y traga, toma crema de cebolla, sopa de cebolla, come bistec con mucha cebolla picada por encima y mastica bien, aguacate con mucha cebolla, bonito con mucha cebolla, pan con cebolla…

Ese mismo día comenzó en nuestra casa el tratamiento cebollístico y a los quince días se curó de todos los males.

Por ese motivo, hoy La cocina a mi alcance trae un pastel de cebolla se puede comer tanto frío como caliente y muy fácil de hacer.

Ingredientes para 4 personas:

1 paquete de pasta brisa o masa quebrada congelada
500 gramos de cebolla
150 gramos de jamón york, jamón serrano o bacon en taquitos
3 cucharadas de aceite de oliva virgen
2 huevos
80 gramos de nata para cocinar
Sal

Preparación: 

En un molde apto para horno poner la masa quebrada y la ponemos 10 minutos a 180 grados en el horno.

Picamos bien fina las cebollas y la salteamos en una sartén, añadimos el tipo de jamón. En otro recipiente batimos los huevos y la sal, hay quien también le echa nuez moscada y pimienta, pero yo no. Añadimos la nata. Esta mezcla la juntamos con la cebolla y el jamón. Echarlo todo en la masa quebrada y hornear 30 minutos a 180 grados. Y ya está.

Y tras el almuerzo unos versos: 


Nanas de la cebolla
Miguel Hernández


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla, 
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla 
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena 
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño 
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita, 
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada 
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol. 
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño: 
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna 
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes 
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes 
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

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