martes, 18 de junio de 2019

Paula de Vera García: Hacerlo bien (Vegeta y Bulma #7)





Unos minutos después de abandonar la terraza, la pareja pudo llegar sin problemas hasta la habitación de Bulma. Por suerte, todo Capsule Corp. se había ido a dormir y no había nadie que pudiese ser testigo indiscreto de la reconciliación entre el hosco Saiyan y la preciosa científica humana.

El reencuentro sobre el colchón fue intenso, apasionado y cargado de ansiedad mutua; pero, para su agrado, ambos comprobaron que seguían entendiéndose igual o mejor que la última vez. El embarazo de Bulma y el nacimiento de Trunks, aparte del entrenamiento en la distancia de Vegeta a modo de excusa en los meses subsiguientes, habían enfriado la relación hasta casi el extremo de considerar que casi podían ir cada uno por su lado, sin vuelta atrás posible. En el fondo, deberían haber sabido que no podrían evitarlo.

Sus cuerpos y sus bocas se atraían como cuerpos celestes destinados a chocar en el espacio infinito. Vegeta, por primera vez en su vida, sentía que necesitaba algo más a lo que aferrarse que no fuese la lucha y la venganza. La escarcha que cubría su corazón se deshacía cada vez que Bulma lo miraba, le hablaba o se preocupaba por él. No podía seguir estando tan ciego. Aunque aquello implicara ser más responsable, su parte más sensata pedía a gritos, al menos, intentarlo.

Igualmente, y casi por primera vez en su vida, el Saiyan no puso pegas a que usaran la protección habitual de los terrícolas. Al fin y al cabo, la última vez no habían sido nada efectivos al respecto usando otros métodos más convencionales; y los dos tenían claro que, de momento, tendrían que tomárselo con más calma. «Bastante tendré con un bebé al que hacerme», pensó Vegeta cuando por fin se tendieron jadeando el uno junto al otro, abrazados entre las sábanas.

–Vaya, vaya… –comentó el Saiyan con aparente diversión.

–¿Qué? –sonrió Bulma, intrigada–. ¿En qué piensas?

Vegeta soltó una risita corta de las suyas.

–Si quieres que te sea sincero, estaba pensando en que jamás soñé que esto volvería a pasar.

Bulma se irguió sobre los codos, sonriendo con algo más de picardía.
–Vamos, no eres tan mal amante –lo pinchó sin maldad, haciendo que él se pusiera rojo de enfado en un instante.

–¡Eh! ¿Quién ha dicho eso? –preguntó, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño aún más si cabía. Pero cuando Bulma se rio, Vegeta la secundó sin querer y todo rastro de ira desapareció casi como por ensalmo–. Hm, tú siempre igual –rezongó este, sin enfadarse más, antes de tenderse de nuevo de cara al techo–. Aunque… es un alivio saberlo.

–¿Un alivio saber el qué?

Vegeta gruñó y apartó el rostro. Le había traicionado la lengua y ahora podía ser que acabara de echar el momento a perder.

–No importa.

Bulma hizo un mohín.

–Vegeta… –lo llamó con voz cansina. Él se giró apenas unos milímetros hacia ella; sin mirarla directamente, pero con expresión algo contrita–. Vamos, ¿pensabas que te iba a odiar por todo lo que ha pasado? –preguntó ella, incrédula. Él no respondió, pero no hizo falta: detrás de su semblante siempre pétreo, la joven había aprendido hacía tiempo a leer entre líneas. Por ello, Bulma no se dio por vencida enseguida y se acurrucó de inmediato contra su costado, deseando borrar su preocupación como fuera–. Sí que es cierto que… bueno, ya sabes. Pero, a pesar de todo… No podría hacerlo –admitió al fin, bajando la cabeza–. Sí que admito que eres cabezota, orgulloso, don «yo puedo hacerlo todo solo» y que también sueles entrar en barrena a la mínima... –le dijo sin amedrentarse, haciendo que el ceño fruncido la encarara directamente con más intensidad si cabía–. Pero también tienes cosas buenas, aunque las escondas del resto del mundo. Eres valiente, luchas por lo que te importa y no te rindes a la mínima de cambio –Bulma hizo un gesto indefinido con los hombros–. ¿Es que eso no significa nada?

Vegeta se quedó pensativo, reflexionando emocionado sobre lo que Bulma había dicho. La verdad, mentiría con descaro si no reconociese que aquella mujer lo tenía calado hasta la médula; o que eso, precisamente, no le importaba lo más mínimo.

–¿Lo crees de verdad? –preguntó con suavidad al cabo de un rato.

Bulma suspiró, acariciando distraídamente el pecho de divinidad griega del Saiyan con un dedo.

–Sabes que nunca he querido forzarte a que ejerzas de padre, porque también sabía cuáles eran tus deseos y tus prioridades. Y, si no es lo que quieres, no te obligaré nunca a hacerlo –confesó ella entonces en un hilo de voz, ocultando la amargura como fue capaz; aquella era solo una verdad a medias, pero ya había aprendido con el tiempo que a Vegeta no había lazo que pudiese atarlo si él no quería–. Pero todo lo que has sufrido en estos años... eso no te hace más débil, ¡al contrario! –se emocionó Bulma, alzando la barbilla para mirarlo a los ojos–. A pesar de todo, creaste un vínculo con Trunks al saber quién era y te desgarró el corazón verlo morir. Eso demuestra que eres mejor padre de lo que piensas –insistió con dulzura–. O… que puedes serlo.

Él se quedó mirando al techo, con el entrecejo algo fruncido. Parecía estar meditando. Bulma dudó. Quería decirle lo que sentía quemando sus entrañas, pero no estaba segura de cómo reaccionaría él. Se habían reencontrado después de todo lo ocurrido con los androides y con Célula y algo había cambiado en Vegeta, pero no se atrevía a decir aquellas dos palabras en voz alta. Era como romper un momento mágico con una ñoñería. Y Bulma era más práctica que todo eso.

–Vegeta –se lanzó unos segundos después, con la cabeza acomodada en el hombro musculoso de él.

–¿Hm? –repuso éste, apenas girando la cabeza en su dirección y apoyando la barbilla en su pelo.

Bulma respiró hondo.

–Gracias.

No, no había sido capaz. Pero lo que no esperaba la joven fue que el Saiyan le acariciase el pelo con apenas un dedo y susurrara:

–De nada.

Se quedaron otro rato en silencio, hasta el punto en que casi cayeron dormidos, hasta que Bulma susurró:

–Trunks me recuerda mucho a ti, ¿sabes?

Él se removió un poco, entreabriendo los ojos, pero permaneció dentro del abrazo de Bulma mientras preguntaba:

–¿De verdad?

Ella sonrió contra su piel.

–Sí, en cómo fruncís el ceño.

–¡Oye!

–¡Vale, vale! –siguió riendo ella, mientras bajaba con suavidad el puño que él había alzado como un reflejo. «Vaya con “don orgulloso”», pensó Bulma con diversión–. Aun así, creo que es algo que no cambiaría por nada –tras esa frase apaciguadora, la joven se quedó pensativa y Vegeta la observó con los ojos entrecerrados; intuyendo que solo intentaba provocarlo en broma, pero sin poder evitar una punzada de molestia. ¿Así era como lo veía?–. Además, me encanta saber que será un chico tan guapo en el futuro. Seguro que las chicas se pelean por él...

–Ja. La duda ofende –repuso entonces Vegeta, ufano–. Tiene todo lo necesario para ello.

Bulma lo miró de reojo antes de sonreír, también orgullosa.

–Sí, desde luego que sí.

Él la miró con intensidad.

–Quiero ser un buen padre, Bulma –reconoció en voz baja, para sorpresa de la mujer–. Después de verlo morir... A pesar de saber que podía resucitar con las Dragon Ball... Yo...

–Lo sé –ella pasó un brazo por su cintura con levedad, invitándolo sin palabras a no decir aquello que no quisiera si era demasiado doloroso–. Pero gracias a lo sucedido ahora tú también sigues en pie y tienes toda una vida para compartir con él. Y quién sabe, es posible que a este Trunks del futuro lo volvamos a ver en algún momento.

–Sí, quién sabe… –Vegeta mostró media sonrisa irónica–. De momento habrá que intentar hacerlo bien con la versión pequeña, ¿no?

Bulma rio sin poder evitarlo.

–Te quiero, Vegeta.

Sin quererlo, el tiempo pareció detenerse tras aquellas tres palabras. Bulma no había pretendido ser tan directa, pero no había podido evitarlo. Ya estaba hecho. Lo había dicho. Como imaginaba, él la miró con los ojos como platos durante unos segundos y el aire se espesó entre ambos durante un largo instante en el que Bulma temió lo peor. Perderlo de nuevo, después de aquella noche, sería demasiado para su frágil corazón.

Sin embargo, sucedió algo que la joven no hubiese imaginado en sus mejores sueños. Tras recuperarse de la sorpresa, visto y no visto, él le tomó el rostro y la besó con una pasión diferente a cualquiera de las mostradas anteriormente, con ella o con cualquiera. Bulma, entre incrédula y aliviada, le devolvió el beso y se dejó tender bajo el cuerpo del Saiyan sin oponer resistencia. Sin embargo, él no la penetró enseguida como sucedía otras veces, sino que descendió hasta situar su rostro junto a la parte baja de su vientre con media sonrisa lasciva. Bulma, al principio, lo observó como un conejo miraría al zorro que lo va a devorar; pero tras sentir la lengua de Vegeta reconociendo su humedad, Bulma se arqueó hacia atrás y gimió con fuerza.

Habían hablado de aquello alguna vez; pero, en el pasado, Vegeta casi siempre había rechazado cualquier truco amatorio que implicara un esfuerzo por su parte. Casi desmayada, Bulma dio gracias al cielo de nuevo por aquella otra novedad, mientras él proseguía minuto a minuto con su labor como si lo llevase haciendo toda la vida. Cuando ascendió de nuevo y sus rostros quedaron a la misma altura, ella quiso preguntar; pero él la besó con tal rapidez que la intención llegó y pasó en un suspiro.

Ese solo fue el primer síntoma; pero, a partir de aquella segunda vez, la noche no fue como las anteriores. Por primera vez hubo delicadeza, ternura y hasta podría decirse que cierto amor de verdad entre ambos. Se dejaron querer y dieron y recibieron placer como nunca antes por parte del otro, hasta casi el momento en que el sol empezaba a asomar por el horizonte. En definitiva, se habían echado tanto de menos que, cuando cayeron rendidos al fin, ella se quedó dormida entre los brazos de él hasta que el sol estuvo muy alto en el cielo, sin que nadie les molestara. A partir de ese día, empezaba una nueva era para un nuevo y floreciente amor bajo la cúpula de Capsule Corp.


(Imagen: Pinterest. Inspiración: Dragon Ball Kai)

 © Paula de Vera García




1 comentario:

  1. Vaya. Son acordes a lo que ví en la serie. Me gustaría unos capítulos en la serie de sus vidas fuera de combate. Vegeta me parece más atractivo que Goku no por qué fuera malo. Pero a veces pienso que nosotras lo estamos idealizado demasiado o el 🫡 es un actor que hace de villano.

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