jueves, 4 de julio de 2019

Sol Cerrato Rubio: Aprendiendo a envejecer



¿Cuántas primaveras han reído o llorado desde aquellos primeros minutos que llenaste de oxígeno tus pulmones?

Has caminado demasiado por esta angosta orilla de la vida.

Has subido montañas, bajado valles, entrado en mil lugares, recorrido muchos países, bailado mil y una melodías.

Tus ojos parecen vivos, pero cómo no sentir cierta pesadez en tus articulaciones o la sensación de «esta historia ya la conozco».

Morir al ayer para sentirse vivo cada momento, cada instante y cada día.

Un cuerpo a veces duele, otras se desgasta, y otras veces se ensancha, que mira con recelo las nuevas versiones salidas de fábrica cada día más eficaces, inteligente y vitales.

Saber que estas de paso sí, pero cómo asumir el deterioro que el espejo te devuelve cada mañana.

Te enseñan que la vida es eso, pero... 

Duele sentir que ya tus manos no tocan como ayer,
duele saber que las mejillas ya no se enrojecen por su mirada,
duelen los arañazos que sufriste de los compañeros de viaje,
duelen las pérdidas que se desvanecieron de repente,
duele la tristeza que ha quedado prendida en tus ojeras.

Aprendiendo a vivir, aprendiendo a envejecer...
Argumentos que van juntos de la mano en este ir y venir.
Y sabes que no queda otra alternativa, pero a veces...
resulta demasiado trivial a un deseo bárbaro de vivir.



© Sol Cerrato Rubio

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