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Museo del Prado (Madrid) |
La Dormición de María
ocurrió doce años después que la de su hijo. En el arte bizantino se representó
con mucha frecuencia, sentando las bases de su iconografía: acostada en su
lecho y rodeada de los apóstoles, Jesús a la espera del alma de su madre y San
Pablo besándole los pies. En el arte occidental hay algunos cambios respecto a
la visión bizantina.
Es una de las obras
más conocidas del pintor italiano. Cuadro pequeño en tamaño, y grandioso por su
perfecta composición, su dominio de la perspectiva lineal marcada por la
arquitectura y las baldosas del suelo, el tratamiento individualizado de los
rostros de los apóstoles, y sus posturas, de frente, de espaldas, de perfil… Hay
que destacar que solo hay once, se cree que Tomás se encontraba evangelizando
en tierras lejanas en ese momento.
Es importante la
fidelidad al paisaje, en el que se reconoce el lago de Mantua, con el puente
que lo cruza y el Borgo di San Giorgio al fondo. La escena está representada
conforme a los Evangelios Apócrifos. Los colores fríos como es habitual en
Mantegna, el estilo veneciano.
Su autor, Andrea
Mantegna, figura clave del Quattrocento, abandonó
en 1459 la ciudad italiana de Padua, donde se había formado como pintor, para
instalarse en Mantua, donde permaneció hasta su muerte al servicio de los
Gonzaga.
Luis III Gonzaga se lo
encargó a Mantegna en 1458. En 1629 la familia Gonzaga lo vendió a Carlos I de
Inglaterra, que al ser decapitado se subastaron sus bienes en almoneda. El
embajador español en Londres, Alonso de Cárdenas, lo compró para Felipe IV.
Espero que os haya gustado.
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