Una combinación rica, rica son los cuentos y las
recetas culinarias.
Antes de que os
pongáis frente al fogón leed este cuento, o más tarde, nunca a la vez, no sea que
forméis un desaguisado.
Aquí va el cuento...
Elogio a una
hortaliza
Mi psicóloga me recomendó leer libros trágicos, ver
películas tristes, dramas en el teatro, que frecuentara la compañía de personas
desdichadas para que se disipara mi angustia a través de las lágrimas. Nada surtió
efecto. No brotaban de mis ojos.
El allium cepa fue mi salvación. Se dice que es
una de las primeras plantas cultivadas y que procede de Asia Central. Se dice
que a los egipcios les hizo buen provecho y que más tarde griegos y romanos
alimentaron a gladiadores y legionarios, con un mejunje parecido a lo que hoy
se llama «salsa provenzal». Era su forma de obtener fuerza y musculatura como
apreciamos en el cinematógrafo.
Dejando la historia a un lado, he de reconocer que
disfruto cuando cada día, la coloco sobre una tabla de madera y voy haciéndola
trocitos. Lloro a mares, me quita la tos, hace que me sienta genuinamente
feliz. Con ella mis sentidos se alborotan. Su olor me llena, me arrastra hasta
el infinito, cuando siento que se me hace la boca agua.
También a través del oído he llegado a
venerar este manjar, al leer en voz alta una de las más tristes canciones
de cuna, canción de ausencia, de añoranza, de gran carga emocional.
Pero es a través de la vista cuando me ha llegado el
éxtasis. El cuadro de Renoir. Su colorido, la fragmentación de su pincelada, la
luz de la naturaleza, la voluptuosidad de su forma. Esta hortaliza, me llevó a
las alturas y me sentí un alma gemela de este pintor excepcional, que fue capaz
de descubrir la belleza, allí donde nadie, nunca antes la había visto.
Jamás pensé que, a través de esta simple planta
herbácea, mi amada cebolla, llegara a alcanzar tal estado de bienestar, tal
sosiego, tal conocimiento de las artes, tal llantina.
© Marieta Alonso Más
Sopa
de cebolla asada
Ingredientes:
6
cebollas grandes dulces
2
cucharadas de aceite de oliva
1
litro de caldo casero de pollo
4
rebanadas de pan tostado
½
vaso de vino
1
diente de ajo
60
gramos de mantequilla
Queso
rallado
Preparación:
Pelamos y cortamos en juliana
las cebollas dulces. En una cazuela el aceite y la mantequilla y cuando esté
derretida ponemos las cebollas y el ajo picado con sal.
Remover hasta que la cebolla
esté traslúcida (con fuego suave unos 20 minutos).
Añadimos el vino y el caldo.
Luego el pan y el queso y metemos al horno precalentado a 200º durante 5 o 6
minutos. Servir.
Luego decidme si no habéis
estado en la «Gloria» con esta combinación de lectura y degustación... que sabe sabrosa.
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