No me gusta cuando me asaltas, sigiloso, por la noche.
Me haces una reverencia desde el cabecero de la cama y te dejas caer sobre la almohada, al ladito de mi oído y con la ligereza de una pluma te metes en mi cabeza, juegas con mi cerebro, infestándolo de imágenes en blanco y negro, y rojo, mucho rojo. Pero, no como el encarnado de la tripa de la sandía, dulce y fresco. Tú eres oscuro y pegajoso. Sabes bien que no saldré incólume de tus susurros, que harán de mis sueños pesadillas. Porque, ¿qué de bueno puede salir de ti, maldito miedo?
© Blanca de la Torre Polo
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