viernes, 25 de octubre de 2019

Paseos por Madrid: Iglesia de las Salesas Reales




También llamada iglesia de santa Bárbara, fue en origen el templo del convento de Nuestra Señora de la orden de la Visitación. La esposa del rey Fernando VI, doña Bárbara, fea, regordeta y pecosa, pero muy culta, melómana, protectora de Scarlatti y mujer muy querida por el pueblo, decidió erigir, en el año 1748, un convento como residencia en caso de que muriese el rey y también como colegio donde formar a jóvenes de la nobleza.

El proyecto se le encargó al arquitecto francés François Carlier, siendo el arquitecto madrileño Francisco Moradillo quien continuó la dirección de las obras introduciendo algunas modificaciones. En 1870 las religiosas fueron exclaustradas y el convento se destinó a Palacio de Justicia, manteniéndose la iglesia abierta al culto. En 1891 la iglesia se convirtió en parroquia bajo la advocación de santa Bárbara.

La fachada sobre una moderna y teatral escalinata, coincide con el esquema horizontal de siete calles con la de san Cayetano, diseñada por Churriguera, pero que Moradillo había acabado.

En estilo rococó conserva un conjunto de retablos diseñados por Carlier, realizados en mármoles de colores y aplicaciones de bronce dorado, que contribuyen a crear el ambiente majestuoso que refleja el esplendor de las formas del barroco tardío cortesano.

Destaca el retablo mayor con esculturas de Giovanni Domenico Olivieri de San Fernando y santa Bárbara en honor a los reyes, y el relieve de san Francisco de Sales en éxtasis, flanqueado por la religión y la caridad. Del resto de retablos sobresalen los lienzos de san Francisco de Sales y santa Juana Francisca Fremiot de Chantal, adorando al Sagrado Corazón de Jesús y san Francisco Javier y santa Bárbara con la Virgen y el Niño y alegorías de los continentes atribuidos a Conrado Giaquinto.





La iglesia conserva los monumentos funerarios de Fernando VI y Bárbara de Braganza encargados por Carlos III, diseñados por Francesco Sabatini y realizados por el escultor Francisco Gutiérrez.





En el crucero opuesto se encuentra el mausoleo de Leopoldo O’Donnell del escultor Jerónimo Suñol.






El elevado coste de esta obra dio origen a comentarios maliciosos.


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