El otoño es una
estación fascinante.
Me encanta el color de la vida durante estos meses. El suelo se asfalta de
hojas que van del marrón al naranja pasando por el amarillo incluso el rojo. Es
una explosión para los sentidos. Recuperamos chaquetas y botas, los jerseys
reaparecen tímidamente en nuestros armarios y nos toca abrigarnos un poco más.
Hay quien considera el otoño un momento
del año melancólico y solitario. Probablemente haya parte de verdad en esto.
Salimos menos debido al desagradable viento y nos resguardamos en lugares
calientes. Sin embargo, para mí este momento íntimo es sinónimo de
reflexión, de hacer autoevaluación en la intimidad de nuestro hogar.
A veces hacer balance es un modo de
tomar nota para seguir adelante. Pues otoño también significa nuevos
comienzos, el arranque del nuevo curso, la posibilidad de vivir nuevas
aventuras y dar largos paseos entre las hojas caídas a pesar del viento.
Respira, amiga, respira este aire
helado que se te cuela en las fosas nasales y te revitaliza. Es un regalo. Un
regalo de otoño.
© M. J. Pérez
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