Era una
noche clara, sin nubes y con las estrellas rutilando felices, en un cielo
desprovisto de luna desde hacía más de una década. Vegeta lo observaba, sentado
en una de las ramas más altas de uno de los árboles que rodeaban Capsule Corp.,
con el ceño fruncido y perdido en amargas reflexiones.
Tras la
derrota de Freezer, las explicaciones y las muestras de empalagoso afecto entre
todos, su querida esposa había decidido celebrar un banquete; del cual, sin duda,
los que más habían disfrutado habían sido Beerus y Whiss. Vegeta, aun comiendo
por puro hábito, apenas había podido soportar quedarse más tiempo del necesario
rodeado de tanta jarana. Como en la mayoría de casos, le parecía innecesaria
tanta pompa.
En el
fondo, lo que no soportaba era el escozor en la base de su alma derivado de que
Kakarot, el estúpido, el panoli, se hubiese vuelto a llevar toda la gloria.
Quizá hacía una década no se hubiese preocupado por la Tierra, por él como si
se volatilizaba en mil pedazos. Pero, ahora… Solo sentía humillación. Y rabia.
-Ah, así
que estabas aquí…
Perdido
en sus pensamientos, Vegeta casi se sobresaltó y cayó de la rama cuando escuchó
su voz bajo él. A tiempo, sus reflejos aferraron sus dedos a la madera y pudo
mantenerse entero, al tiempo que bajaba la mirada hacia la inesperada
visitante.
-Bulma,
no me des esos sustos -la regañó, a pesar de todo.
Ella,
sin amedrentarse lo más mínimo, lo observó con la cabeza ladeada y media
sonrisa que se intuía divertida.
-Francamente,
empezaba a preocuparme de dónde te habrías metido y no me apetecía meterme sola
a la cama…
Vegeta
frunció el ceño y los labios, incómodo. Por un lado, le apetecía seguir estando
solo. Pero si los que pedían atención eran Bulma y sus preciosos ojos azules…
-Pues
aquí estoy -replicó, sin dejar traslucir del todo su sentir.
Ella
asintió.
-Y,
¿qué? ¿Me subes?
Vegeta
la encaró en la penumbra del jardín como si se hubiera vuelto loca.
-¿Cómo
dices?
Bulma
sonrió, animada por el hecho de poder hacer rabiar un rato a Vegeta.
-Anda,
Vegeta -la mujer colocó las manos a la espalda y movió el torso de lado a lado,
a la vez que componía su puchero más convincente-. Seguro que las vistas son
estupendas desde ahí arriba…
Vegeta
resopló. Claro: Bulma sabía que, a pesar de la escasa luz, procedente del
jardín cercano a la casa, él podía verla perfectamente. Gimió para sus
adentros. Era demasiado encantadora y convincente cuando se lo proponía…
Sin
embargo, el guerrero Saiyan, en vez de hacerle caso, optó por bajar al suelo de
un salto y plantarse frente a ella y su gesto apenas contrariado. En el fondo,
los dos sabían que poco importaba arriba o abajo. Vegeta no podía resistirse a
estar cerca de Bulma a solas si surgía la oportunidad.
-Prefiero
no arriesgarme a que te hagas daño -musitó, sacudiéndose los pantalones grises
ajustados con aparente desgana-. Casi mejor así.
Bulma
reprimió una risita y sacudió la cabeza, secretamente conmovida, mientras ambos
echaban a andar sin previo acuerdo hacia el parque que rodeaba Capsule Corp. El
ambiente estaba casi en completo silencio, exceptuando el ruido de algunos
grillos y animales nocturnos que poblaban el bosque cercano; el lago frente a
la casa estaba en calma, sin una mota de brisa que perturbara su cristalina
superficie. Sin brusquedad, Bulma buscó los dedos enguantados de Vegeta y él se
dejó coger de la mano, mientras los dos andaban a paso muy lento por el camino
principal. La ciudad dormía a lo lejos.
-Qué
noche más clara -murmuró Bulma-. Parece mentira que estemos así de tranquilos
después de todo, ¿verdad?
-Sí…
Vegeta
notó su estómago encogerse de nuevo al responder, pero procuró exteriorizarlo
lo menos posible. Solo una ligera tensión de sus dedos reveló a Bulma lo que
realmente pasaba por su mente y su corazón. De ahí que ella se detuviese y lo
obligase a encararla sin violencia, tomándole ambas manos entre las suyas.
-Eh,
¿sigues dándole vueltas?
Vegeta
rebufó por lo bajo y apartó la mirada, antes de soltar sus dedos de los de
Bulma y darle a medias la espalda.
-¿Qué quieres
que te diga? Me sienta fatal que ese pedante insecto siempre me pase por
delante…
Bulma lo
observó sin molestia, pero sintiendo un horrible escalofrío bajar por su espina
dorsal cuando recordó lo que había sucedido, o no, dependiendo del punto de vista,
hacía apenas unas horas. El mismo que había sentido cuando Freezer…
-Pues,
igual crees que es muy egoísta por mi parte -arrancó a decir, a su espalda,
haciendo que él se girara apenas unos centímetros.
Bulma, al ver que tenía casi
su plena atención, hizo un esfuerzo soberano por no llorar delante de su marido
y suspiró antes de proseguir-. Pero… Lo cierto es que yo prefiero alegrarme de
que tú sigas vivo, Vegeta, antes que lamentar que haya sido Goku el que nos ha
salvado a todos.
Vegeta
se giró del todo, encarándola con los ojos entrecerrados y sin saber bien cómo
sentirse. Aquella declaración, en parte, era como un puñetazo en el centro de
su ego. Pero tampoco se le había pasado un ligero detalle sobre aquel mensaje:
el tono en que Bulma lo había dicho.
-Bulma…
Pero
ella negó con la cabeza, interrumpiéndolo y sin poder evitar que cierta
tristeza mal reprimida se filtrase en su voz cuando, con calma, fingida,
manifestó:
-No me
pidas volver a llorar tu pérdida por orgullo, Vegeta. Por favor. No lo hagas.
El
guerrero se quedó de piedra bajo las estrellas, contemplándola sin dar crédito.
Ante aquella petición, no sabía qué responder. No, claro que no le pediría algo
así, no voluntariamente. ¿Cómo se le podía ocurrir? Pero, entonces, lo supo.
Como un fogonazo tras sus retinas.
Buu. La
posesión de Babidi. Su sacrificio para redimirse de todo el mal y hacer algo
bien por primera vez en su vida. Ver las lágrimas de Bulma desde el infierno…
“¡Te
quiero, Vegeta!”
Aquel
grito, tan cargado de sentido, de amor, de “ella”, resonó de nuevo en su alma
con la fuerza de un latigazo. El Saiyan tragó saliva con fuerza, mientras ambos
se contemplaban en la semi-oscuridad del jardín. Entonces, muy despacio, Vegeta
se acercó a ella y la tomó con delicadeza de las manos, primero la derecha,
luego la izquierda, hasta quedar completamente frente a frente.
-Jamás…
Yo… No te pediría que hicieras algo así, nunca -aseguró, ronco. Ella retiró los
dedos de una mano del agarre de su guante, solo para acariciarle la mejilla con
cariño y media sonrisa. Él aprovechó a acercarse más y la ciñó por la cintura
con el brazo libre, mientras la mano opuesta seguía enlazada-. Yo… Bueno, ya lo
sabes -concluyó Vegeta en voz muy baja, sintiendo las mejillas arder sin
remedio.
Pero
Bulma, conmovida, se limitó a sonreír, enrojeciendo a su vez puesto que sabía
lo que él quería decir casi sin verle la carita avergonzada, aún oculta en las
sombras. No hacían falta más palabras. Y, por ello, tras apenas un segundo que
a Vegeta se le hizo eterno, Bulma acercó sus labios a los de él para darle un
dulce beso.
-Sí
-afirmó-. Lo sé.
Cuando
llegaron a la habitación unos cuantos minutos después, tras haber estado
tonteando algo más en el jardín y a escondidas como dos novatos, el matrimonio
se desnudó mutuamente sin prisa mientras sus labios parecían no querer volver a
separarse jamás. Una vez sin ropa, Bulma llevó a Vegeta a la cama de la mano y
le hizo tumbarse para darle placer. Él se dejó sin queja antes de que llegase
su turno de hacer gozar a aquella mujer que lo volvía loco.
Entre
caricias, besos y susurros, el sexo aquella noche resultó muy dulce para ambos;
casi como hacía tiempo que no lo disfrutaban. Los besos siguieron fusionando
sus labios durante horas, una y otra vez, deseosos, mientras sus pieles se
rozaban en la intimidad y sin descanso. Cuando estaban enredados entre las
sábanas, el guerrero Saiyan olvidaba todo. Y esa noche quería olvidar al mundo,
de nuevo entre los brazos de Bulma, todo lo que fuese posible. Sus bocas y sus
manos se reconocían y acariciaban, dando placer al otro sin pedir más a cambio
que estar enlazados así para siempre.
Mientras
hacían el amor, Vegeta se juró entonces que nunca volvería a ser un segundón;
sería él quien defendiera a su planeta la próxima vez. Saldría victorioso… Y
ella estaría a su lado para verlo.
© Paula de Vera García
(Imagen de @Saiya_Maria - DBS Broly - película)
(Inspiración del relato: DBS anime)
Qué belleza. Como siempre nos traes buenas obras y cosas tan bellas como estas, me haces feliz. Mil gracias por compartir, lo amé y disfruté mucho de leerlo.
ResponderEliminarHola hermosa!! Muchas gracias por tu comentario 😘 este fue más sencillito pero reconozco que quería mostrar esa intimidad que comparten los dos cuando nadie les ve... Ya años después de DBZ 😍😀 un besote!
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