jueves, 10 de octubre de 2019

Paula de Vera García: No me lo pidas de nuevo (DB Super Oneshot)








Era una noche clara, sin nubes y con las estrellas rutilando felices, en un cielo desprovisto de luna desde hacía más de una década. Vegeta lo observaba, sentado en una de las ramas más altas de uno de los árboles que rodeaban Capsule Corp., con el ceño fruncido y perdido en amargas reflexiones.

Tras la derrota de Freezer, las explicaciones y las muestras de empalagoso afecto entre todos, su querida esposa había decidido celebrar un banquete; del cual, sin duda, los que más habían disfrutado habían sido Beerus y Whiss. Vegeta, aun comiendo por puro hábito, apenas había podido soportar quedarse más tiempo del necesario rodeado de tanta jarana. Como en la mayoría de casos, le parecía innecesaria tanta pompa.

En el fondo, lo que no soportaba era el escozor en la base de su alma derivado de que Kakarot, el estúpido, el panoli, se hubiese vuelto a llevar toda la gloria. Quizá hacía una década no se hubiese preocupado por la Tierra, por él como si se volatilizaba en mil pedazos. Pero, ahora… Solo sentía humillación. Y rabia.

-Ah, así que estabas aquí…

Perdido en sus pensamientos, Vegeta casi se sobresaltó y cayó de la rama cuando escuchó su voz bajo él. A tiempo, sus reflejos aferraron sus dedos a la madera y pudo mantenerse entero, al tiempo que bajaba la mirada hacia la inesperada visitante.

-Bulma, no me des esos sustos -la regañó, a pesar de todo.

Ella, sin amedrentarse lo más mínimo, lo observó con la cabeza ladeada y media sonrisa que se intuía divertida.

-Francamente, empezaba a preocuparme de dónde te habrías metido y no me apetecía meterme sola a la cama…

Vegeta frunció el ceño y los labios, incómodo. Por un lado, le apetecía seguir estando solo. Pero si los que pedían atención eran Bulma y sus preciosos ojos azules…

-Pues aquí estoy -replicó, sin dejar traslucir del todo su sentir.

Ella asintió.

-Y, ¿qué? ¿Me subes?

Vegeta la encaró en la penumbra del jardín como si se hubiera vuelto loca.

-¿Cómo dices?

Bulma sonrió, animada por el hecho de poder hacer rabiar un rato a Vegeta.

-Anda, Vegeta -la mujer colocó las manos a la espalda y movió el torso de lado a lado, a la vez que componía su puchero más convincente-. Seguro que las vistas son estupendas desde ahí arriba…

Vegeta resopló. Claro: Bulma sabía que, a pesar de la escasa luz, procedente del jardín cercano a la casa, él podía verla perfectamente. Gimió para sus adentros. Era demasiado encantadora y convincente cuando se lo proponía…

Sin embargo, el guerrero Saiyan, en vez de hacerle caso, optó por bajar al suelo de un salto y plantarse frente a ella y su gesto apenas contrariado. En el fondo, los dos sabían que poco importaba arriba o abajo. Vegeta no podía resistirse a estar cerca de Bulma a solas si surgía la oportunidad.

-Prefiero no arriesgarme a que te hagas daño -musitó, sacudiéndose los pantalones grises ajustados con aparente desgana-. Casi mejor así.

Bulma reprimió una risita y sacudió la cabeza, secretamente conmovida, mientras ambos echaban a andar sin previo acuerdo hacia el parque que rodeaba Capsule Corp. El ambiente estaba casi en completo silencio, exceptuando el ruido de algunos grillos y animales nocturnos que poblaban el bosque cercano; el lago frente a la casa estaba en calma, sin una mota de brisa que perturbara su cristalina superficie. Sin brusquedad, Bulma buscó los dedos enguantados de Vegeta y él se dejó coger de la mano, mientras los dos andaban a paso muy lento por el camino principal. La ciudad dormía a lo lejos.

-Qué noche más clara -murmuró Bulma-. Parece mentira que estemos así de tranquilos después de todo, ¿verdad?

-Sí…

Vegeta notó su estómago encogerse de nuevo al responder, pero procuró exteriorizarlo lo menos posible. Solo una ligera tensión de sus dedos reveló a Bulma lo que realmente pasaba por su mente y su corazón. De ahí que ella se detuviese y lo obligase a encararla sin violencia, tomándole ambas manos entre las suyas.

-Eh, ¿sigues dándole vueltas?

Vegeta rebufó por lo bajo y apartó la mirada, antes de soltar sus dedos de los de Bulma y darle a medias la espalda.

-¿Qué quieres que te diga? Me sienta fatal que ese pedante insecto siempre me pase por delante…

Bulma lo observó sin molestia, pero sintiendo un horrible escalofrío bajar por su espina dorsal cuando recordó lo que había sucedido, o no, dependiendo del punto de vista, hacía apenas unas horas. El mismo que había sentido cuando Freezer…

-Pues, igual crees que es muy egoísta por mi parte -arrancó a decir, a su espalda, haciendo que él se girara apenas unos centímetros. 

Bulma, al ver que tenía casi su plena atención, hizo un esfuerzo soberano por no llorar delante de su marido y suspiró antes de proseguir-. Pero… Lo cierto es que yo prefiero alegrarme de que tú sigas vivo, Vegeta, antes que lamentar que haya sido Goku el que nos ha salvado a todos.

Vegeta se giró del todo, encarándola con los ojos entrecerrados y sin saber bien cómo sentirse. Aquella declaración, en parte, era como un puñetazo en el centro de su ego. Pero tampoco se le había pasado un ligero detalle sobre aquel mensaje: el tono en que Bulma lo había dicho.

-Bulma…

Pero ella negó con la cabeza, interrumpiéndolo y sin poder evitar que cierta tristeza mal reprimida se filtrase en su voz cuando, con calma, fingida, manifestó:

-No me pidas volver a llorar tu pérdida por orgullo, Vegeta. Por favor. No lo hagas.

El guerrero se quedó de piedra bajo las estrellas, contemplándola sin dar crédito. Ante aquella petición, no sabía qué responder. No, claro que no le pediría algo así, no voluntariamente. ¿Cómo se le podía ocurrir? Pero, entonces, lo supo. Como un fogonazo tras sus retinas.

Buu. La posesión de Babidi. Su sacrificio para redimirse de todo el mal y hacer algo bien por primera vez en su vida. Ver las lágrimas de Bulma desde el infierno…

“¡Te quiero, Vegeta!”

Aquel grito, tan cargado de sentido, de amor, de “ella”, resonó de nuevo en su alma con la fuerza de un latigazo. El Saiyan tragó saliva con fuerza, mientras ambos se contemplaban en la semi-oscuridad del jardín. Entonces, muy despacio, Vegeta se acercó a ella y la tomó con delicadeza de las manos, primero la derecha, luego la izquierda, hasta quedar completamente frente a frente.

-Jamás… Yo… No te pediría que hicieras algo así, nunca -aseguró, ronco. Ella retiró los dedos de una mano del agarre de su guante, solo para acariciarle la mejilla con cariño y media sonrisa. Él aprovechó a acercarse más y la ciñó por la cintura con el brazo libre, mientras la mano opuesta seguía enlazada-. Yo… Bueno, ya lo sabes -concluyó Vegeta en voz muy baja, sintiendo las mejillas arder sin remedio.

Pero Bulma, conmovida, se limitó a sonreír, enrojeciendo a su vez puesto que sabía lo que él quería decir casi sin verle la carita avergonzada, aún oculta en las sombras. No hacían falta más palabras. Y, por ello, tras apenas un segundo que a Vegeta se le hizo eterno, Bulma acercó sus labios a los de él para darle un dulce beso.

-Sí -afirmó-. Lo sé.

Cuando llegaron a la habitación unos cuantos minutos después, tras haber estado tonteando algo más en el jardín y a escondidas como dos novatos, el matrimonio se desnudó mutuamente sin prisa mientras sus labios parecían no querer volver a separarse jamás. Una vez sin ropa, Bulma llevó a Vegeta a la cama de la mano y le hizo tumbarse para darle placer. Él se dejó sin queja antes de que llegase su turno de hacer gozar a aquella mujer que lo volvía loco.

Entre caricias, besos y susurros, el sexo aquella noche resultó muy dulce para ambos; casi como hacía tiempo que no lo disfrutaban. Los besos siguieron fusionando sus labios durante horas, una y otra vez, deseosos, mientras sus pieles se rozaban en la intimidad y sin descanso. Cuando estaban enredados entre las sábanas, el guerrero Saiyan olvidaba todo. Y esa noche quería olvidar al mundo, de nuevo entre los brazos de Bulma, todo lo que fuese posible. Sus bocas y sus manos se reconocían y acariciaban, dando placer al otro sin pedir más a cambio que estar enlazados así para siempre.

Mientras hacían el amor, Vegeta se juró entonces que nunca volvería a ser un segundón; sería él quien defendiera a su planeta la próxima vez. Saldría victorioso… Y ella estaría a su lado para verlo.




© Paula de Vera García

(Imagen de @Saiya_Maria - DBS Broly - película) (Inspiración del relato: DBS anime)

2 comentarios:

  1. Qué belleza. Como siempre nos traes buenas obras y cosas tan bellas como estas, me haces feliz. Mil gracias por compartir, lo amé y disfruté mucho de leerlo.

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    1. Hola hermosa!! Muchas gracias por tu comentario 😘 este fue más sencillito pero reconozco que quería mostrar esa intimidad que comparten los dos cuando nadie les ve... Ya años después de DBZ 😍😀 un besote!

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