Cathy recibe en acogida a un
niño de apenas siete años, Reece. El pequeño tiene un largo historial de
familias de acogida y expulsiones de colegios. Agresivo, incorregible, asocial,
en definitiva, un niño de los que las instituciones dirían que no tiene solución
y así lo demuestra la falta de actuación por su parte ante un caso claro y
difícil.
La lucha que Cathy emprende
ante la negativa del niño a contar su historia, «Mamá no me deja contarlo», es
la única explicación que puede obtener de Reece, y la dejadez de los servicios
sociales, es titánica. Necesita encontrar los motivos del penoso comportamiento
de Reece y esto la lleva a una ardua senda en la que encuentra, entre otras
cosas, una enorme pasividad de los servicios sociales en este caso hasta el punto
de que tiene graves dificultades para llegar a dar con los informes sobre la
familia y el niño. Después de leerlos no entiende cómo no se ha actuado mucho
antes, cómo no se ha sacado a Reece de esa casa ya de bebé y no solo a Reece,
sino también al resto de los hermanos.
Solo cuando llega a conocer
el secreto más oscuro de la familia de Reece, empieza a entender los
comportamientos del pequeño. Todo comienza a cobrar sentido y el camino para
poder ayudarle a salir de la oscuridad en la que ha vivido toda su vida,
empieza a aclararse.
Nos encontramos ante una
historia de una tremenda dureza por la situación y la edad del pequeño
protagonista. Lo triste es que este tipo de situaciones se dan en la realidad
mucho más de lo que podríamos imaginar y terminan marcando todo el desarrollo
vital de los niños que las sufren.
La novela me ha enganchado
desde el inicio, la sordidez de la trama y el dolor soterrado en la vida de un
pequeño que no ha tenido ninguna opción llega al corazón como un disparo. El
enorme esfuerzo de Cathy, su entrega sin condiciones a una labor tan ardua y
delicada como sacar del pozo a alguien y devolverle a la humanidad a la que
tiene derecho, me han emocionado.
Sé que hay muchos lectores
que no querrán leer esta novela: «para penas ya tenemos las del día a día»,
pero a aquellos que sí les pique la curiosidad y no teman enfrentarse a la
miseria moral, el dolor y la frustración, os animo a su lectura, no os va a
dejar indiferentes.
© Julia de Castro
Mi otoño en libros 2020
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