Una de las principales vías
de comunicación. Tiene unos dos kilómetros y medio de largo aproximadamente.
Debe su nombre a la fuente de Neptuno que fue construida en 1797 y se demolió
en 1840.
Comienza en el Paseo del
Prado, al este, en la esquina Zulueta. Esta esquina se hizo muy popular gracias
a una de las canciones más famosas y emblemáticas: «La engañadora» compuesta
por Enrique Jorrín en 1948, el primer chachachá.
A Prado y Neptuno
iba una chiquita
que todos los hombres
la tenían que mirar.
Estaba gordita,
muy bien formadita,
era graciosita,
en resumen, colosal.
Pero todo en esta vida
se sabe
sin siquiera averiguar,
se ha sabido que en
sus formas
relleno tan solo hay…
Hay muchas anécdotas sobre la
mujer que inspiró esta composición: La primera cuenta que hubo una bronca entre
mujeres en el salón de Prado y Neptuno. Una de ellas tenía un cuerpo exuberante,
pero lo fue perdiendo durante el combate. Era puro relleno. Otra narra
que el tema se basó en el escándalo del famoso travesti cubano Manolo Maylán, cuando
un norteamericano le propuso matrimonio y al enterarse de que era hombre por
poco lo mata a tiros. Pero ambas suposiciones fueron desmentidas por el maestro
Jorrín. Según su versión caminaba por la calle Infanta con un grupo de amigos y
frente a ellos pasó una mujer despampanante, que ante la admiración varonil los
miró con gran desprecio. Y uno de ellos dijo: «Tanto cuento y cuando se viene a
ver son de goma».
Volviendo a los que nos
ocupa: La calle Neptuno atraviesa las calzadas de Galiano, Belascoaín, e
Infanta para morir en la escalinata de la Universidad de La Habana. Esta
pujante vía comercial y también de ocio era un hervidero de gente, entrando y
saliendo en tiendas de ropa, barberías, floristerías, restaurantes, fondas,
cafeterías, librerías, joyerías… Se decía que todos aquellos comercios eran el
paraíso de las esposas y el purgatorio de los maridos.
Había en esta calle una casa de
venta y audición de discos de la franquicia RCA, no recuerdo su nombre, era una
niña, donde mi padre cada vez que iba a La Habana compraba aquellos discos de
vinilo llamados elepé (LP=Long Play) de 33 revoluciones por minuto y los
pequeños de 45 revoluciones.
Había dos cines: el Rialto y
el Neptuno al que nos llevaban nuestros primos cuando íbamos a la capital. Y
luego nos llevaban a la Dulcería Neptuno, la más grande de esa calle que estaba
especializada en dulces franceses y en los ricos y típicos dulces cubanos.
El Hotel Plaza comenzó a
funcionar como hotel en 1912, antes había sido sede del Diario de la Marina. El
edificio fue propiedad de los marqueses de Pinar del Río, título nobiliario español
concedido en 1883 por Real Decreto de Alfonso XII, de 26 de febrero de 1885.
Entre sus visitantes más famosos se encuentran Albert Einstein y la bailarina
de ballet Anna Pavlova, entre otros muchos.
Al final de la calle se anunciaba
el aristocrático Vedado.
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