Allí,
donde crece el musgo en las piedras
he
sentido el silencio infinito
solo
roto por el canto de un verderón.
Ver
avanzar, cabalgar las nubes sobre la cima de la montaña
donde
el viento se hace suavidad y dulzura.
Retornar
por un instante al pasado y sentir ese calor,
ese
contento, esa delicada ternura en el corazón.
El
sonido del rio grita sus anhelos en los márgenes
de unas fechas rodadas.
La
lentitud del entorno lo envuelve todo.
He
estado tantas veces aquí...
¡Y
quién sabe cuántas más veces volveré!
Dicen
que uno siempre regresa al lugar donde ha sido querido.
¡Estas
tierras arcillosas y rojizas mecidas por alegrías
y
tristezas de tantas vidas!
Hoy
acomodo mis flores, allí donde los sueños se hacen eternos.
© Sol Cerrato Rubio
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