Era la noche de reyes y los
niños, obedientes, se iban pronto a sus camas. Noche de grandes ilusiones que
les hacía dormir intentando no cerrar los ojos. Erraba entonces por las calles en
la fría madrugada. No veía estrellas en el cielo, sus ojos nublados no alzaban
la mirada. La algarabía de la cabalgata no había sino acentuado su sentimiento
de orfandad. ¡Rara orfandad a los cincuenta años! Era incapaz de compartir la
expectación de quienes esperan recibir ni la alegría de aquellos que regalan.
Se sentía ajeno al circuito de los sueños… lejos de la trayectoria de sus
majestades. Sentía temblar sus manos en el interior de los bolsillos. Apretó los
maxilares por no escuchar el ruido de su dentadura, pero no pudo impedir que se
escarcharan las lágrimas en sus mejillas. Llegado a su habitación, sin desvestir,
se echó en la cama. Al alba, al fin, logró dormir y soñó entonces. Soñó que una tibia mano cariñosa, luego de arroparle,
enjugaba de su rostro el llanto que aún humedecía la almohada.
© Ramón L. Fernández y Suárez
El sueño de Epifanio por Ramón L. Fernández y Suárez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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