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miércoles, 11 de junio de 2025

Bartolomé Esteban Murillo: Sagrada Familia del pajarito

 



Es un ejemplo admirable de la sensibilidad del autor para representar lo religioso a través de lo cotidiano.

Este cuadro de estilo barroco enaltece el amor familiar y las labores del hogar. San José se convierte en protagonista principal por el auge que experimenta su culto desde finales del siglo XVI. 

Cuida al niño mientras este juega con un perro y un pajarillo. La Virgen, en cambio, devana lana en un segundo plano. La iluminación tenebrista y la pincelada aprieta indican su temprana ejecución.

La primera noticia que se tiene de Bartolomé Esteban Murillo la proporciona su partida de bautismo que está fechada el día 1 de enero de 1618, según consta en el archivo de la antigua parroquia de la Magdalena de Sevilla. Fue el último de catorce hermanos.

Adquirido en 1744 por Isabel de Farnesio lo podemos contemplar en el Museo del Prado de Madrid.


Merece la pena.

Id a verlo

miércoles, 25 de enero de 2023

Antonio Moro (Utrecht c.1519-Amberes 1576)

 



Discípulo de Jan Van Scorel en Utrecht. En 1547 fue recibido como maestro en la guilda (corporación de mercaderes en la Baja Edad Media) de pintores de Amberes y luego trabajó en Bruselas, donde, gracias a su protector Antonio,  Perrenot de Granvela, fue presentado a Carlos V y a su hijo Felipe. Al servicio de la corona española realizó numerosos retratos de personajes reales.

Según Palomino, Moro fue amonestado secretamente y estuvo a punto de ser encarcelado por la inquisición española, probablemente por sospechas de protestantismo. Abandonó España en 1558, aunque siguió siendo en los Países Bajos, pintor de cámara de Felipe II.  En 1558-1559 y en 1564 está documentado en Utrecht, y a partir de 1568 residió en Amberes.

Realizó pinturas de asunto religioso, pero el grueso de su producción está constituido por retratos, especialidad en la que Moro fue uno de los más eminentes artistas del siglo XVI.  Quizá su obra maestra es el cuadro de María Tudor, está en el Museo del Prado, por ella recibió la paga correspondiente a una anualidad y el honor de ser nombrado caballero.

Su estilo es un compendio muy personal entre el renacimiento italiano y la tradición neerlandesa, con una objetividad de extraordinaria precisión y lucidez analítica. 

El influjo de Antonio Moro fue decisivo para la formulación del tipo de retrato cortesano español, que, después de ser cultivado por Alonso Sánchez Coello (discípulo de Moro), Pantoja de la Cruz, Bartolomé González…, había de tener su más excelso representante en Velázquez.

 

martes, 21 de septiembre de 2021

Anton van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641)

 

Autorretrato con un girasol (1632)
Reino Unido. Colección particular 

La carrera de este pintor flamenco, fue breve, pero apoteósica. Nació en Amberes y murió en Londres a la edad de cuarenta y dos años, siendo enterrado en la Catedral de San Pablo.

Empezó como aprendiz de Hendrick van Balen (1609-12), y se reveló como artista precoz.  Luego trabajó con Jordaens y con Rubens.  Pasó el examen de maestro en 1618. Su primera pintura datada es el Retrato de un hombre de setenta años, de 1613, en el que son evidentes las enseñanzas de van Balen. Sin embargo, bien pronto y con solo dieciséis años, abrió un taller personal, junto a su amigo Jan Brueghel el Joven.

Cardenal Bentivoglio
(1623)


Dos años más tarde el coleccionista Howard le introdujo en la corte de Inglaterra y le inició en la pintura veneciana. Marchó a Italia. En Roma recibió dos importantes encargos del cardenal Bentivoglio, un retrato de cuerpo completo suyo y una crucifixión. Retrató también al cardenal Maffeo Barberini, que luego sería papa con el nombre de Urbano VIII. Se estableció en Génova donde se le dio el nombre de «Il Pittore Cavalieresco». En Palermo conoció a la pintora Sofonisba Anguissola de 90 años. Durante el encuentro, que van Dyck describió como «muy cortés», Sofonisba, casi completamente ciega, dio preciosos consejos y advertencias al joven pintor. Carlos I le llamó a Londres en 1632, le nombró «Sir» y le colmó de honores y de dinero.  Van Dyck pintó entonces lo mejor de la aristocracia inglesa. 

Un gran pintor de temas religiosos, y sus grandes lienzos para las iglesias de Flandes y de Brabante ofrecen una versión original del barroco, sobrio y suave, aunque su verdadera gloria artística se funda en su labor de retratista. Fue en Italia donde creó ese estilo refinado y elegante que caracterizó su obra, así como un tipo de retrato en el que los nobles son captados con porte orgulloso y figura esbelta. Jinetes sobre briosos caballos, damas sentadas con severa indumentaria.  El horizonte situado a poca altura, la figura vista de abajo arriba y otros recursos compositivos contribuyeron a crear la monumentalidad de sus retratos.  En Bruselas para una clientela de burgueses, amigos y artistas, van Dyck volvió a la fórmula flamenca tradicional del retrato de medio cuerpo, a la simplicidad, a un colorido más ligero, a un toque que expresaba los rasgos individuales, la vida espiritual…

Carlos I (1637)

El Museo del Prado posee unas veinticinco obras de este pintor, además está presente en el Museo Thyssen-Bornemisza, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Monasterio de El Escorial, la Academia de San Fernando, el Hospital de la Venerable Orden Tercera de San Francisco en Madrid, en la Colección BBVA, Museo Cerralbo y Museo de Bellas Artes de Valencia.

Se dice que van Dyck fue admirador y alumno de Rubens, y también un amigo, y que Rubens, cuando se dio cuenta de las capacidades del joven alumno, que habría podido ensombrecer su nombre, hizo todo lo posible para alejarlo de Amberes con cartas de recomendación y garantizándole la ayuda de ricos personajes.

Y hay quien piensa que la vida de van Dyck es comparable a la de Rafael, ambos murieron jóvenes y antes de ver, uno las atrocidades del saqueo de Roma en 1527, y el otro la ejecución de Carlos I de Inglaterra en 1649.   

 

María de Medici (1631)

       

 

jueves, 7 de enero de 2021

Antonio Moro: Retrato de Felipe II

 



El pintor flamenco Anthonis Moor, más conocido por Antonio Moro, nació en Utrecht en 1519 y fue pintor protegido de la corte de los Habsburgo. Murió en Amberes en 1576. Al servicio de la corona española realizó numerosos retratos de personajes reales.

Aunque realizó pinturas de carácter religioso, el grueso de su producción está constituido por retratos, especialidad en la que fue uno de los más eminentes artistas del siglo XVI.  Su estilo realiza una síntesis muy personal entre el renacimiento italiano y la costumbre neerlandesa.

La tradición del retrato cortesano tiene su origen en este maestro, que después de ser cultivado por Sánchez Coello ‒discípulo de Moro‒, Pantoja de la Cruz, Bartolomé González, y muchos otros tendría su más excelso representante en Velázquez.

El retrato que hizo de Felipe II en 1557 es un magnífico ejemplo de ese «estilo cortesano» con su fondo oscuro, en el que destacan los pormenores del rico atuendo, recogiendo con minuciosidad preciosista sus bordados, joyas y encajes. El rostro, tratado con sutiles veladuras, es asombroso, con esa mirada inquisitiva y un tanto desdeñosa, que dice mucho del carácter del personaje.

Este artista fue un maestro en desvelar la psicología de sus retratados.

 

 

viernes, 31 de enero de 2020

Joaquín Agrasot y Juan: Dos amigas

Las dos amigas (1866)
Museo Nacional del Prado
Joaquín Agrasot y Juan


Nació en Orihuela, Alicante en 1836 y murió en Valencia en 1919. Figura capital de la renovación realista en la pintura valenciana de su generación. Destacó en la representación de escenas costumbristas y de tipos populares, en el retrato y fue excelente dibujante. También cultivó el desnudo y los temas orientalistas, y la pintura religiosa.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, por medio de una beca de la Diputación Provincial de Alicante que obtuvo en 1856. Fue discípulo predilecto de Francisco Martínez Yago. Se trasladó a Roma en 1861 becado por la misma institución, y allí conoció a Mariano Fortuny, Eduardo Rosales, José Casado de Alisal uniéndoles una gran amistad. La influencia de su buen amigo Fortuny fue determinante en su pintura.

Autorretrato (1867)

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 obteniendo una tercera medalla con «Lavandera de la Scarpa». En la de 1867 presentó tres obras y obtuvo segunda medalla con «Las dos amigas». Primera medalla de arte en la Exposición Universal de Filadelfia, de 1876, segunda medalla en la Exposición Internacional de Barcelona de 1888.

En 1875 regresó a España con reconocido prestigio. En 1898 fue nombrado miembro de número de la Academia de San Carlos de Valencia. Falleció el 8 de enero de 1919.



Muerte del Marqués del Duero (1884
Palacio del Senado de España
Joaquín Agrasot y Juan

sábado, 21 de diciembre de 2019

Robert Campin: Santa Bárbara


Museo del Prado (Madrid)






Robert Campin jugó un papel importante junto a los hermanos Van Eyck entre los primitivos maestros flamencos. Fue de los primeros que experimentó con una perspectiva empírica que se deducía por pura observación. Gracias a la técnica al óleo fue posible alcanzar nuevos brillos y transparencias y poder plasmar los detalles con mayor meticulosidad, debido al tiempo que tardaba en secarse.

Santa Bárbara, mártir del siglo III, aparece en una estancia cálida y hogareña, sentada en un banco de madera con mullidos cojines, leyendo de espaldas a una chimenea encendida. El artista capta magistralmente la naturaleza de la luz: el resplandor del fuego produce sombras vibrantes que contrastan con las estáticas de la luz diurna, creando diferentes zonas de penumbra.

Por la ventana se puede ver una torre, atributo habitual de la santa, con tres ventanas lo que simboliza el refugio de la fe en la Santísima Trinidad. En ella fue encerrada por su padre para evitar que se convirtiera al cristianismo. Un hombre a caballo atraviesa la escena por un camino arbolado.

El interior presenta un piso embaldosado y un techo de madera con vigas sostenidas por ménsulas. El colorido llama la atención por la armonía destacando el rojo de los cojines y el verde del vestido

Fue decapitada por su padre en lo alto de una montaña y en ese instante cayó un rayo, de ahí la costumbre de encomendarse a ella cuando hay tormenta.

Poco se sabe de la vida de Robert Campin. En 1404 aparece como maestro pintor en la ciudad de Tournai, actual Bélgica. Se le identificó como el Maestro de Flemalle, Roger van der Weyden fue alumno suyo.

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miércoles, 25 de septiembre de 2019

Joachim Patinir: Caronte cruzando la laguna Estigia

Museo del Prado (Madrid)


Es quizás la obra más famosa del pintor flamenco. Representa el tema relatado por Virgilio en su Eneida y Dante en el Inferno.

A Joachim Patinir se le considera precursor del paisajismo como género independiente. Recibió influencias de Lucas Van Leyden y Van der Weyden. Muchas obras se le han atribuido, aunque solo hay cinco firmadas por el autor. Esta de la que hoy hablamos no está firmada pero unánimemente se le considera suya.

Supo imprimir un nuevo carácter al tratamiento del paisaje con una original utilización del color y un formato panorámico. Aunque el horizonte está todavía alto, siguiendo el estilo medieval, deja de ser un espacio indefinido, y se observa ya un sentido de curvatura en la lejanía, consecuente con las nuevas teorías sobre la forma esférica de la tierra, confirmadas con el descubrimiento de América.

En el centro del río, el barquero Caronte conduce a un alma desnuda y aterrada hasta la orilla del Tártaro, donde aguarda Cancerbero, el perro de tres cabezas guardián del Averno. La laguna Estigia divide la pintura por el centro. En el lado izquierdo está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo, se dice que «el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y concede la eterna juventud». A la derecha la visión de Patinir del infierno, donde se nota la influencia de El Bosco.


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miércoles, 21 de agosto de 2019

Andrea Mantegna: El Tránsito de la Virgen

Museo del Prado (Madrid)


La Dormición de María ocurrió doce años después que la de su hijo. En el arte bizantino se representó con mucha frecuencia, sentando las bases de su iconografía: acostada en su lecho y rodeada de los apóstoles, Jesús a la espera del alma de su madre y San Pablo besándole los pies. En el arte occidental hay algunos cambios respecto a la visión bizantina.

Es una de las obras más conocidas del pintor italiano. Cuadro pequeño en tamaño, y grandioso por su perfecta composición, su dominio de la perspectiva lineal marcada por la arquitectura y las baldosas del suelo, el tratamiento individualizado de los rostros de los apóstoles, y sus posturas, de frente, de espaldas, de perfil… Hay que destacar que solo hay once, se cree que Tomás se encontraba evangelizando en tierras lejanas en ese momento.

Es importante la fidelidad al paisaje, en el que se reconoce el lago de Mantua, con el puente que lo cruza y el Borgo di San Giorgio al fondo. La escena está representada conforme a los Evangelios Apócrifos. Los colores fríos como es habitual en Mantegna, el estilo veneciano.

Su autor, Andrea Mantegna, figura clave del Quattrocento, abandonó en 1459 la ciudad italiana de Padua, donde se había formado como pintor, para instalarse en Mantua, donde permaneció hasta su muerte al servicio de los Gonzaga.

Luis III Gonzaga se lo encargó a Mantegna en 1458. En 1629 la familia Gonzaga lo vendió a Carlos I de Inglaterra, que al ser decapitado se subastaron sus bienes en almoneda. El embajador español en Londres, Alonso de Cárdenas, lo compró para Felipe IV.

Espero que os haya gustado.


jueves, 25 de julio de 2019

Museo Nacional del Prado: Miradas afines

Villa Medici de Roma. Diego de Silva Velázquez
La Callejuela Johannes Vermeer



















Velázquez, Rembrandt, Vermeer y

otras miradas afines en España y Holanda.

Sorprende la similitud que existe entre muchos pintores holandeses y españoles que trabajaron en la Europa del siglo XVII. Se puede comprobar que les une mucho más de lo que les separa a estos maestros europeos.

Lo mejor es cotejar ciertos cuadros realizados en fecha próximas, como es el caso de la Villa Medici en Roma de Velázquez y La Callejuela de Vermeer que ni siquiera se conocieron. 

La intención estética es muy similar: formato pequeño, parecidos en su composición, ambos muestran edificaciones de muros desgastados, unas pocas figuras anónimas, y comparten su discreta asimetría, su técnica abocetada y su serenidad, abandonando el detalle para pintar con manchas, dando pequeños toques con el pincel. Su interés por la luz y la naturaleza y como estos dos elementos se interconexionan.

Si comparamos pinturas del Greco y Carel Fabritius, de Frans Hals y Velázquez, o de Ribera y Rembrandt, y de muchos más las similitudes son igual de sorprendentes.

Posiblemente estos pintores no pretendieron expresar la esencia de sus respectivos países, sino ideales estéticos plasmados a través de unos recursos técnicos también comunes.


Demócrito
José de Ribera
Demócrito
Hendrick ter Brugghen






















Retrato de un hombre de Frans Hals y El bufón El primo de Diego Velázquez

No me resisto a poner estos dos cuadros de Murillo. 
No los conocía. 
Me encantaron.


El joven gallero
Bartolomé Esteban Murillo

Colección Abelló, Madrid
Cuatro figuras en un escalón
Bartolomé Esteban Murillo
Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas, USA





lunes, 15 de julio de 2019

Museo del Prado: Fra Angélico

La Anunciación. El Prado


Nació en la región de Toscana, en Vicchio, Florencia, hacia 1400. Fue un pintor cuatrocentista italiano, aprendiz de Lorenzo Monaco cuando en Florencia se construía la cúpula de Brunelleschi para la catedral, las puertas de Ghiberti para el Baptisterio y las esculturas monumentales de Ghiberti y Donatello para el Campanile y la iglesia de Orsanmichele, cuartel general de los gremios florentinos. Todos estos artistas buscaban inspiración en la Antigüedad.

Se ordenó en el convento de San Domenico de Fiésole, donde tomó el nombre de Fra Giovanni. Para este convento pintó tres retablos, uno de ellos el de la Anunciación del Prado.

En su tumba en Santa María Sopra Minerva, en Roma, aparecen estos fragmentos:

¿Quién podrá encontrar otro pincel como este?

No me elogiéis porque parezca un nuevo Apeles, sino porque os entregué, oh Cristo, todas mis riquezas.

La gloria, el espejo, el ornamento de los pintores.

Su condición de fraile ha hecho que se pasara por alto su talento en el manejo de la luz, la perspectiva espacial y la narración, en beneficio de sus logros como pintor teólogo.

La Anunciación es el primer retablo conocido del Renacimiento compuesto en forma rectangular en lugar de con arcos góticos y sin fondo dorado. Para la casa de la Virgen el pintor adoptó el nuevo sistema de dibujo en perspectiva creado por Brunelleschi. La inclusión de Adán y Eva es una innovación del propio autor, como queriendo humanizar su versión sobre este tema.

El acierto con que supo ilustrar los principios de la fe cristiana fue la razón de que poco después de su muerte en 1455 se le diera el sobrenombre de Angélico, que exaltaba sus facultades de pintor religioso al equipararle con el gran teólogo dominico Tomás de Aquino, conocido como «doctor Angélico».

La Anunciación llegó a España en 1611, cuando era máximo el aprecio por Fra Angélico, mientras que la Virgen de la granada fue adquirida por el XIV duque de Alba en 1817.

La Virgen de la Granada. El Prado


Giorgio Vasari describe el retablo de La Anunciación de Fra Angélico y afirma que la Virgen no parece pintada por la mano del hombre, y se refiere al pintor como poseedor de «un raro y perfecto talento» y que «nunca levantó el pincel sin decir una oración ni pintó el crucifijo sin que las lágrimas resbalaran por sus mejillas».

Según recoge el escritor dominico Serafino Razzi, Miguel Ángel dijo que Fra Angélico debía de haber visto a la Virgen en los cielos antes de pintarla en La Anunciación.

A diferencia de otras obras maestras el retablo de La Anunciación no salió del museo durante la Guerra Civil.



La Virgen de la Humildad.
Museo Thyssen-Bornemisza. Barcelona



domingo, 21 de abril de 2019

Roger van der Weyden: El Descendimiento


Museo del Prado (Madrid)

Es una de las obras más bellas e importantes de la pintura flamenca del siglo XV. Óleo sobre tabla. Formaba parte de un tríptico encargado por el gremio de ballesteros de Lovaina para su ermita de Nuestra Señora Extramuros, como indican las dos ballestas que cuelgan en la tracería de las dos esquinas mayores de la tabla. Allí estuvo durante más de cien años, hasta que la regente de los Países Bajos, María de Hungría, hermana de Carlos V, la canjeó por un órgano y una réplica pintada por Michel Coxcie.

Muestra el momento en que José de Arimatea, el fariseo Nicodemo y otro hombre descuelgan el cuerpo de Jesús mientras su madre, María, cae desmayada y es sostenida por San Juan y otra mujer, en una postura paralela a la de su hijo muerto.

Rogier van der Weyden encaja a las figuras en un espacio apaisado, en forma de urna. Dentro de este espacio limitado, las figuras se comunican en un sinuoso y armónico juego de líneas. El fondo es liso, de color dorado ‒simboliza la eternidad y es propio de lo divino‒, semejando un tablero. La verticalidad de la cruz queda compensada por una diagonal que va desde la cabeza del joven que ha desclavado a Cristo hasta el pie derecho de San Juan. Los colores fríos caracterizan a las mujeres y al joven subido a la escalera, los demás personajes visten colores cálidos. Es extraordinaria la calidad de sus pigmentos, en especial el manto de la Virgen, de profundo color azul.

Provoca la emoción del espectador.



martes, 15 de mayo de 2018

Aracne

Diego Velázquez: La fábula de Aracne o Las Hilanderas (1644-1648).


Era una muchacha libia, instruida en el arte de tejer por Atenea, diosa griega de la sabiduría y patrona de los artesanos.

Fue famosa en Hipepa por sus bordados tan perfectos que la gente quedaba cautivada al contemplarlos. Para muchos, Aracne ya superaba a su maestra. Tan repetido fue este comentario que se lo creyó.

Cierto día, en medio de una plaza muy concurrida, Aracne alardeando desafió a la diosa invitándola a competir y a mostrar delante de los presentes quién era la mejor bordadora. Atenea quiso darle una lección y aceptó el reto.

Durante todo el día estuvieron bordando, de modo constante y con técnicas nuevas y admirables. Al atardecer, llegó el momento de exhibir los trabajos. Atenea representó a los dioses en todo su esplendor, con una escena de su victoria sobre Poseidón, Aracne, en cambio, los representó decadentes, envueltos en vicios y amoríos.

Al ver la obra de Aracne, Atenea admitió que la destreza de la joven era perfecta, pero se enfadó mucho por la irrespetuosa elección del motivo y rasgó el tejido. Aracne dándose cuenta de su error, sintió mucho miedo, e intentó suicidarse colgándose de una viga del techo de su casa. Según nos cuenta Ovidio, Atenea se apiadó de ella y le salvó la vida. Sin embargo, la castigó convirtiéndola en una araña y la condenó a tejer para el resto de los tiempos.

Este mito no aparece en el repertorio de los pintores de vasijas áticas. La historia se narra en «Las metamorfosis» de Ovidio y en las «Geórgicas» de Virgilio, que identifican a Atenea (diosa griega) como Minerva (diosa romana).

La historia sugiere que el arte de tejer tenía su origen en la imitación de la labor de las arañas y que se desarrolló en Asia Menor.  

sábado, 13 de agosto de 2016

Andrea del Sarto

Andrea del Sarto
Autorretrato




Andrea del Sarto fue un pintor italiano nacido en Florencia en 1486, discípulo de Piero di Cosimo y en su obra se unen las formas tradicionales del quattrocento con las innovaciones clasicistas  del siglo XVI, especialmente la armonía compositiva de Rafael y el tratamiento de la luz y el color que caracteriza la pintura leonardesca, todo ello junto a la utilización de un colorido vibrante y luminoso. Era hijo de un sastre, de ahí su apodo. Murió en su lugar de nacimiento en 1530.

Entre 1500 y 1510 pintó una serie de frescos en el claustro de la iglesia de la Annunziata de Florencia con escena de la vida de San Felipe Benizzi. Posteriormente un Cortejo de los Magos en 1511 y la Natividad de la Virgen en 1514. 

Al año siguiente inició la decoración con escena en grisalla del claustro de los descalzos de su ciudad natal, grisallas que tienen por tema la vida de San Juan Bautista, terminadas en 1526, en ellas se percibe la influencia de Miguel Ángel y de los grabados de Durero.  En este mismo periodo pintó la célebre Madona de las arpías que la podemos ver en la Galería de los Uffizi, en Florencia  y La disputa de la Trinidad, en la Galería Palatina, también en Florencia. En los últimos años de su vida pintó “La Madona del saco” en el claustro grande de la Annunziata y “La última cena” en el convento de San Salvi.

Entre las obras de Andrea del Sarto que posee el Museo del Prado, tres no ofrecen dudas de su autoría:

Lucrecia di Baccio del Feder (1522)

Se identifica este cuadro con la mujer del pintor, según Vasari era viuda de un fabricante de sombreros cuando se casó con Andrea del Sarto y si le damos crédito a éste célebre biógrafo de artistas italiano, le hizo la vida imposible al pintor. Viste corpiño de color rojo con banda verde, mangas doradas, turbante blanco con líneas rojas, doradas y marrón oscuro. ¿Qué misterio encierra? ¿Qué quieren decirnos esos ojos?

La Virgen de la escalera (1522)

La Virgen y el Niño entre san Mateo y un ángel (1522). También se la conoce como la Virgen de la Escalera. Algunos historiadores creen que la figura de la izquierda es Tobías y la de la derecha el árcangel Rafael. Otros consideran que es San Mateo, patrono de los banqueros, Vasari cuenta que la obra fue encargada por un banquero florentino. Según un inventario de 1857 se la nombra como una Sagrada Familia entonces el ángel sería el mensajero que avisa de las intenciones de Herodes. Elijan ustedes lo que les inspira.  La obra la regaló Luis de Haro a Felipe IV.

El sacrificio de Isaac (1528)

El sacrificio de Isaac (1528). Isaac desnudo en primer plano, dicen que recuerda al Mercurio de Miguel Ángel, Abraham sostiene el cuchillo con la mano derecha. También vemos el cordero, el ángel y un fondo de paisaje. Esta obra fue comprada por Carlos IV.   

Andrea del Sato fue también un excelente retratista. Lo demuestra su  Autorretrato. el Retrato de mujer en la Galería de los Uffizi y el Retrato de hombre en la Galería Nacional de Londres.

La obra de Andrea del Sarto, que marca el punto culminante del clasicismo florentino es, al mismo tiempo, punto de partida del manierismo, ya que entre sus discípulos figuraron Pontormo, Rosso Florentino y Vasari. 

No dejéis de ir al Museo del Prado, en Madrid, para que disfrutéis de ellas. 








Fuentes: Enciclopedia Larousse y Wikipedia, la enciclopedia libre.