Carlos III (1765) Anton Raphael Mengs Museo del Prado |
Carlos III, Rey de Nápoles.
Por parte de su madre
Isabel de Farnesio heredó los ducados de Parma y Plasencia en 1731; años más
tarde al reconquistar Felipe V el reino de Nápoles y Sicilia, pasó a ser rey de
aquellos territorios con el nombre de Carlos VII o simplemente Carlo di
Borbone.
Contrajo matrimonio con
María Amalia de Sajonia y junto a ella conquistó el afecto de los napolitanos
al intentar reformar y modernizar su reino. Mejoró las edificaciones públicas. El
Palacio y Museo de Capodimonte fue construido en 1738 por orden suya para
conservar la colección de arte de los Farnesio, que había heredado de su madre.
Otra aportación fue el Teatro San Carlos que fue inaugurado el 4 de noviembre
de 1737, cuarenta y un años antes de la Scala de Milán. Hoy el Palacio Real de
Caserta es uno de los mayores palacios reales del mundo. Otro de sus grandes
logros fue ordenar el comienzo de la excavación sistemática de las poblaciones
sepultadas por el Vesubio en el año 79. Aunque en Nápoles griegos, romanos,
bizantinos, normandos, franceses, españoles han dejado su huella, el escudo de
la ciudad lleva los colores aragoneses. Según una antigua leyenda los dos
colores simbolizan el sol y la luna.
Carlos III, Rey de España.
Nunca imaginó que siendo el
tercero en la línea sucesoria le correspondería reinar en España. Nació a las
cuatro de la madrugada del 20 de enero de 1716 en el Real Alcázar de Madrid. Tras
el fallecimiento de Luis I y Fernando VI sin descendencia, el trono de España
llegó a sus manos. Regresó a Madrid el 9 de diciembre de 1759.
En un primer momento los
ingleses fueron un dolor de cabeza para este Rey. Tomaron las plazas de La
Habana y Manila. El enfrentamiento terminó con la Paz de París en 1763. España
cedió a Gran Bretaña la Florida y los territorios del golfo de México a cambio
de la devolución de esas dos importantes plazas.
Se supo rodear de ministros
y colaboradores ilustrados que realizaron importantes cambios, sin quebrar el
orden social, político y económico del llamado despotismo ilustrado.
El detonante del motín del
marqués de Esquilache, marzo de 1766 fue la supresión de la capa larga y el
sombrero de ala ancha de los madrileños, por la capa corta y el sombrero de
tres picos. De Madrid, el levantamiento se trasladó a diversas ciudades. Los
amotinados exigieron la reducción del precio de los alimentos, el cese de
ministros extranjeros y un perdón general, entre otras peticiones. Esquilache
fue desterrado. El rey se apoyó entonces en reformistas españoles como Aranda,
Floridablanca, Campomanes… Este último trató de demostrar que los inductores
del motín habían sido los jesuitas, por lo que se les expulsó el 27 de febrero
de 1767 y todas sus posesiones fueron confiscadas.
Entre las grandes reformas
de su reinado podemos encontrar la creación en Madrid de los Estudios de San
Isidro, la Escuela de Artes y Oficios que han perdurado hasta el siglo XX
cuando pasaron a llamarse Escuelas de Formación Profesional; residencias
universitarias, hospitales, hospicios, la Lotería Nacional.
Campomanes elaboró un
proyecto de repoblación de las zonas deshabitadas de las tierras de realengo de
Sierra Morena y del valle medio del Guadalquivir. Se reorganizó el ejército
cuyas Ordenanzas de 1768 también han perdurado hasta el siglo XX. Creó el Banco
de San Carlos y las industrias de lujo como la Porcelana del Buen Retiro,
Cristales de la Granja y trasladó la Platería Martínez al paseo del Prado.
Su poder económico se
acrecentó gracias a los matrimonios entre familias de la alta nobleza, que
propiciaron una progresiva acumulación de bienes patrimoniales. Aprobó el
trabajo manual, así los nobles podían trabajar, antes solo podían vivir de sus
riquezas. La burguesía comenzó a despuntar. Hizo que los cementerios salieran
de las iglesias.
Madrid le debe su plan de
ensanche, con grandes avenidas, monumentos como la Cibeles, Neptuno, Puerta de
Alcalá, fuente de la Alcachofa, el Jardín Botánico, el hospital San Carlos, hoy
Museo Reina Sofía, el Museo del Prado que en un principio iba a ser Museo de
Historia Natural. Y otros centros urbanos de la Comunidad se beneficiaron
gracias a su estilo de vida.
Cuando el rey murió en 1788
se dijo adiós al reformismo ilustrado en España.
Carlos III Francisco de Goya y Lucientes Museo del Prado |
Carlos III, el hombre.
Se comenta que su único
divertimento era la caza, a la que se dedicaba los 364 días del año, salvo el
viernes santo que no se podía cazar. También se dice que este rey era:
religioso, aunque expulsó a los jesuitas; ilustrado, aunque no era muy dado a
leer; madrileño, aunque solo pasaba en la villa siete semanas al año.
Se podría decir que era un
sibarita. Eso sí era muy organizado y se supo rodear de ilustrados que con su
quehacer le allanaron el terreno para pasar a la historia como un buen rey y
como el mejor alcalde de Madrid.
Planificó su vida según las
temporadas de caza: El Pardo en invierno; Aranjuez en primavera; La Granja de
San Ildefonso en verano; El Escorial en otoño. Navidad y Semana Santa en Madrid.
En virtud de estos
desplazamientos, los Sitios Reales ganaron en importancia, al crear pequeñas
ciudades ilustradas a su alrededor. Cada una, en su estación, era el centro del
poder de la monarquía y reflejaban el orden, el raciocinio y el buen gobierno
de Carlos III.
No solo en lo referente a
palacios, también bosques, jardines, calzadas, puentes, obras hidráulicas,
núcleos urbanos. Una completa y vistosa representación del poder.
Imagínense cada tres meses
escasos, el despliegue de dignatarios y servidores que debían acompañar al rey,
en su recorrido anual. Todos ellos necesitaban vivir con dignidad y esplendor.
Y gracias a ese alarde de vanidades hoy tenemos una de las principales riquezas
patrimoniales de la Comunidad de Madrid.
¡Carolo!
¡Carolo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario