sábado, 11 de agosto de 2018

Socorro González-Sepúlveda Romeral: Volver



Ella repasaba, mentalmente, las secuencias que formaban el argumento de su vida, para ver de qué periodo sentía nostalgia. ¿Adónde querría volver?

Su infancia, llena de carencias, era un recuerdo vago del frío y las ganas de pan con chocolate en la merienda. La juventud, más larga, sin muchas alegrías. Tardes escuchando seriales en la radio, mientras cose en un taller de modista. Recuerda el vestido azul, que ella misma se hizo y que estrenó en las fiestas. La ilusión del noviazgo, y los preparativos del ajuar para casarse.

La secuencia de la boda pasaba ante su vista en blanco y negro, como la foto del aparador, en la que los novios, muy jóvenes, posan con una sonrisa fija imitando las postales antiguas. Luego, tres partos y veintisiete meses de embarazo. Sin tregua. Con una enorme barriga, las náuseas y la preocupación constante.

Ella se detendría en la infancia de sus hijos, porque entonces no se detuvo. La vivió deprisa, deprisa:  colegios, deberes, visitas a los médicos, la canguro, el trabajo, la falta de tiempo, sobre todo, falta de tiempo y, de pronto, sin apenas darse cuenta, se hacen mayores y se van de casa. No la necesitan.

Las secuencias se suceden. Llega, inexorable, la vejez. Tampoco quiere volver a vivir ese periodo, que ya está superado, porque ella y la vejez se han hecho amigas. Solo siente nostalgia de los sueños de antaño. Sabe que ya no se materializarán, pero… ¿Se puede añorar lo que nunca ha ocurrido?

No. Decididamente, ella no quería que las cosas volvieran a ser como antes.



©Socorro González- Sepúlveda Romeral

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