Las Casas-Museos son
entidades culturales que, a veces con gran esfuerzo debido a la escasez de
subvenciones oficiales públicas, desean mantener el recuerdo de los seres
extraordinarios que las habitaron y de alguna manera, dejaron en ellas la
sombra de su personalidad y vivencias.
Solamente de escritores hay
más de treinta casas a lo largo y ancho de España, en ellas nacieron,
habitaron, escribieron sus mejores páginas y utilizaron los mil y un objetos
cotidianos, libros, pertenencias… en resumen, las vivieron.
Casa de Lope de Vega
Comienzo en Madrid con la casa
de Lope de Vega, situada, paradójicamente, en la calle de Cervantes, al que
Lope no tenía demasiada simpatía, una calle de las afueras, rodeada de huertas
en las que se cultivaban las acreditadas «lechugas y tomates de la tierra», al parecer, riquísimos.
Amplia vivienda, con hermosa
inscripción grabada en el dintel de la puerta de entrada: «D. O. M. PARVA
PROPIA MAGNA, MAGNA ALIENA PARVA», que más o menos, podemos traducir así: «Lo
pequeño siendo propio, es grande. Lo grande, siendo ajeno, es pequeño».
En ella vivió el prolífico
escritor más de veinte años y en ella murió en 1636. Como en su testamento
describió minuciosamente todos y cada uno de muebles, enseres, cuadros y
objetos, ha permitido recrear casi exactamente oratorio, despacho, alcoba,
relicario, libros, todo aquello que enseña y recuerda a nuestro gran poeta.
Casa de Cervantes
Casa de García Lorca
«Vivo en la preciosa Huerta
de San Vicente, llena de jazmines y rosales, desde el jardín sube a mi cuarto
un aire divinamente irrespirable, un aragonés, como tú, no puede nunca saber el
dolor de cabeza que producen las flores en la noche andaluza», esto escribe
Federico García Lorca su amigo Buñuel refiriéndose a la casa familiar donde
pasó muchos veranos, rodeada de árboles frutales, sinuosos caminos y flores,
muchísimas flores.
En ella escribió alguna de
sus más inspiradas poesías y obras teatrales, con ese espíritu de tragedia que
le caracterizaba, «Bodas de Sangre», «Yerma», «Llanto por Sánchez Mejías»,
quizá premonitorio de su propio trágico final.
Cedida por la familia en 1995
como foco cultural, expone, principalmente, manuscritos, retratos, documentos
del propio Lorca y también de sus amigos Alberti, Dalí, y muchos más…
Casa-Museo de Salvador Dalí
En la Costa Brava, en Port
Lligat está la abigarrada mansión de Dalí y Gala, surrealismo puro. En esta
casa de recreo, cuando la compró sencilla casita de pescadores, realizó una
caprichosa y gran ampliación porque el pintor aborrecía la arquitectura rígida
y funcional que cambió por sorprendentes estancias, la sala oval, con inmenso
diván circular, la de «los pájaros», con enorme jaula, pero sin pájaros, y el
alucinante vestíbulo que Dalí llamaba «cuarto del oso», porque en el centro
tenía un oso polar disecado. Un patio–jardín
con una panorámica que inmortalizó en alguno de sus cuadros y donde celebraban
sus extravagantes fiestas, según Dalí: «Me doy el gustazo de reunir a famosos,
ministros y hippies, divertidos».
Como decía, diseminadas por
España hay muchas Casas-Museos en las que pasaron sus días mujeres y hombres de
la talla de Unamuno, Rosalía, Machado, Gayarre, la Pardo Bazán, Juan Ramón… En
ellas podemos intuir, incluso conocer, gustos, aficiones vivencias de aquellos
que las vivieron y hoy recordamos con tanta admiración. ¡Merece la pena visitarlas!
© Isabel Martínez
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