viernes, 30 de noviembre de 2018

Torre Eiffel: El corazón de los franceses



¿Quién no conoce la A mayúscula de la Torre Eiffel? El símbolo de toda Francia, el emblema personal de la villa de París. Pues cuando nació esta torre de trescientos metros de altura fue vilipendiada.

Al organizarse la Exposición Universal de 1889, centenario de la revolución francesa, hubo un concurso para erigir una torre en el Campo de Marte, entre la Escuela Militar y el río Sena.

Gustave Eiffel, un hombre de pequeña estatura, con cincuenta y tres años, alegre, reputado ingeniero y rico, presentó su proyecto y ganó. Nada más comenzar su obra, escritores, pintores, escultores, arquitectos protestaron airadamente por ese «montón de chatarra… ignominioso esqueleto… solitario supositorio».

Los cimientos alcanzaron una profundidad de catorce metros en el lado más cercano al Sena, cinco metros por debajo del lecho del río. Tiene 57,63 metros hasta el nivel de la primera plataforma que une las cuatro patas.

Digno de elogio es que no hubo necesidad de rectificar ningún agujero para los remaches. Precisión absoluta.

La segunda plataforma es dos veces más alta que la primera.  La tercera llegó a los 276,15 metros, hasta donde llegaría el público. Una cuarta fue un observatorio privado, para el propio Eiffel, en días claros la vista alcanza los ochenta kilómetros. Hasta aquí hay unos 1585 peldaños. Pero en lo más alto, a una altura de 300,65 metros, habría una diminuta plataforma: Asta de bandera, un pararrayos y una barandilla. Hasta la misma punta hay 1710 escalones. Hoy hay cuatro ascensores.

Fue durante 40 años la estructura más alta del mundo, hasta que el edificio Chrysler, en New York, se alzó a 319 metros.

Las críticas continuaron. No solo era monstruosa también inútil. A eso se le puso remedio. En 1903 Eiffel pidió a Gustave Ferrié que utilizara la torre como base para sus experimentos para la nueva telegrafía sin hilos a las necesidades militares. Éxito rotundo.

Durante la campaña de Marruecos en 1908 hubo comunicación en ambos sentidos con el campo de batalla. Una noche de septiembre de 1914 interceptó la orden para que el ataque alemán sobre París se desviara hacia el sudeste. Advertido el gobernador militar de París pudo detenerlo en la primera batalla del Marne. Se bautizó a la torre como «el centinela de Francia».

La Gran Dama del Campo de Marte sigue siendo tan alta y esbelta como en su juventud. No ha necesitado muchas reparaciones, ni ha necesitado reemplazar un solo remache.

Gustave Eiffel hizo muchas cosas tales como una presa en Rusia, una fábrica en Bolivia, una iglesia en Manila, una estación de ferrocarril en Budapest, puentes, muelles, puertos, viaductos en una docena de países, el diseño de la armazón para sostener la Estatua de la Libertad, las compuertas para el canal de Panamá, de Fernando Lesseps… Pero ha sido esta torre la que verdaderamente ha perpetuado su nombre. Eiffel murió a los ocho días de haber cumplido 91 años.


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