¿Quién
no conoce la A mayúscula de la Torre Eiffel? El símbolo de toda Francia, el
emblema personal de la villa de París. Pues cuando nació esta torre de
trescientos metros de altura fue vilipendiada.
Al
organizarse la Exposición Universal de 1889, centenario de la revolución
francesa, hubo un concurso para erigir una torre en el Campo de Marte, entre la
Escuela Militar y el río Sena.
Gustave
Eiffel, un hombre de pequeña estatura, con cincuenta y tres años, alegre,
reputado ingeniero y rico, presentó su proyecto y ganó. Nada más comenzar su
obra, escritores, pintores, escultores, arquitectos protestaron airadamente por
ese «montón de chatarra… ignominioso esqueleto… solitario supositorio».
Los
cimientos alcanzaron una profundidad de catorce metros en el lado más cercano
al Sena, cinco metros por debajo del lecho del río. Tiene 57,63 metros hasta el
nivel de la primera plataforma que une las cuatro patas.
Digno
de elogio es que no hubo necesidad de rectificar ningún agujero para los
remaches. Precisión absoluta.
La
segunda plataforma es dos veces más alta que la primera. La tercera llegó a los 276,15 metros, hasta
donde llegaría el público. Una cuarta fue un observatorio privado, para el
propio Eiffel, en días claros la vista alcanza los ochenta kilómetros. Hasta
aquí hay unos 1585 peldaños. Pero en lo más alto, a una altura de 300,65
metros, habría una diminuta plataforma: Asta de bandera, un pararrayos y una
barandilla. Hasta la misma punta hay 1710 escalones. Hoy hay cuatro ascensores.
Fue
durante 40 años la estructura más alta del mundo, hasta que el edificio
Chrysler, en New York, se alzó a 319 metros.
Las
críticas continuaron. No solo era monstruosa también inútil. A eso se le puso
remedio. En 1903 Eiffel pidió a Gustave Ferrié que utilizara la torre como base
para sus experimentos para la nueva telegrafía sin hilos a las necesidades
militares. Éxito rotundo.
Durante
la campaña de Marruecos en 1908 hubo comunicación en ambos sentidos con el
campo de batalla. Una noche de septiembre de 1914 interceptó la orden para que
el ataque alemán sobre París se desviara hacia el sudeste. Advertido el
gobernador militar de París pudo detenerlo en la primera batalla del Marne. Se
bautizó a la torre como «el centinela de Francia».
La
Gran Dama del Campo de Marte sigue siendo tan alta y esbelta como en su
juventud. No ha necesitado muchas reparaciones, ni ha necesitado reemplazar un
solo remache.
Gustave
Eiffel hizo muchas cosas tales como una presa en Rusia, una fábrica en Bolivia,
una iglesia en Manila, una estación de ferrocarril en Budapest, puentes,
muelles, puertos, viaductos en una docena de países, el diseño de la armazón
para sostener la Estatua de la Libertad, las compuertas para el canal de
Panamá, de Fernando Lesseps… Pero ha sido esta torre la que verdaderamente ha
perpetuado su nombre. Eiffel murió a los ocho días de haber cumplido 91 años.
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