lunes, 2 de diciembre de 2019

Amantes de mis cuentos: Berto y sus sueños




Nació con el gusto de viajar. En vida fue imposible. Un accidente tonto le dejó paralizado y de la cama no volvió a salir, salvo en una caja de madera.

Sus largas horas las llenaba leyendo, soñando, oyendo música y sobre todo viendo documentales de distintos países. Se prometió que algún día daría la vuelta al mundo, no en ochenta días como esa gran novela del escritor llamado Julio Verne, no, él tendría todo el tiempo del mundo para recrearse en sus viajes.

Su madre todas las noches se sentaba a tejer calcetines y a conversar con su hijo. Y él le hablaba de países que ella ni siquiera sabía que existían. También venía a visitarle su madrina, Luna, que al nacer le regaló un azabache para el mal de ojo. Todo fue bien hasta que, con la incredulidad de la adolescencia lo tiró al mar, él no creía en fetichismos, y fue cuando ocurrió la desgracia.

Nunca le dijo que por llamarse como ese satélite de la tierra había nacido con el poder de hacer el bien y de deshacer algún que otro conjuro maléfico. Cuando él hablaba de sus ansias de viajar una sonrisa se dibujaba en sus labios. Le haría un buen trabajo, y pesarosa comentó que en vida no podía funcionar, pero después de muerto, claro que sí.

Te prometo, Berto, que podrás viajar donde quieras. No te resistas a convertirte en un fantasma bueno, nunca le hagas mal a nadie, le dijo un día en que se encontraban solos en la habitación. Y le dio las instrucciones precisas.

‒¿Estás de acuerdo?

‒Sí, madrina. Pero que sea por muchos años, o mejor que sea para siempre, que tengo que dar la vuelta al mundo.




© Marieta Alonso Más

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