A cuatro de mis amigas les
encanta las hojas verdes. Viven de ensaladas. No toman nada entre comidas.
Beben mucha agua. Y picotean como los pajarillos en las comidas principales. Tienen
un tipo que por detrás parecen veinteañeras.
Yo soy como mi padre que no
era muy amigo de las hierbas, prefería dejárselas a los bovinos, que las
consumieran, las rumiasen que luego él se comería muy a gusto a la vaca.
En un momento de locura las
invité a tomar una cena ligera hecha por mí. Me arrepentí nada más hacerlo.
Menos mal que mi vecina Rocío, muy apañada ella, me trajo esta receta. No tengo
con qué pagarle. Me ha hecho quedar como una reina, aunque hubo un momento de
tensión que solventé con la promesa de comerme el magro, y lo demás para ellas.
Ingredientes ideales para los
que tienen poco tiempo.
Lechuga,
Canónigos, Rúcula
(hay
bolsas que ya vienen cortadas y lavadas)
Queso
de cabra fresco
(el
que viene en rulo)
Cogollos
de alcachofas
(los
que vienen en tarro de cristal)
50
gramos de piñones
50
gramos de pasas
Magro
de cerdo (una lata)
2
cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
1
cucharada sopera de vinagre balsámico (módena)
1
cucharadita de miel
Preparación:
En una fuente hacer una cama con los canónigos, la lechuga o la rúcula. Los piñones y las pasas por encima de lo verde. Hay quien tuesta los piñones, yo opté por almendras que las tenía tostadas. Corté el magro de cerdo en taquitos pequeños y a la fuente. Batí muy bien el aceite, el vinagre y la miel. Lo eché por encima. Los cogollos de alcachofa y el queso desmenuzado dieron el toque mágico. Me siento como una gran chef.
¡A
comer!
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