Discípulo de Jan Van Scorel
en Utrecht. En 1547 fue recibido como maestro en la guilda (corporación de
mercaderes en la Baja Edad Media) de pintores de Amberes y luego trabajó en
Bruselas, donde, gracias a su protector Antonio, Perrenot de Granvela, fue presentado a Carlos
V y a su hijo Felipe. Al servicio de la corona española realizó numerosos
retratos de personajes reales.
Según Palomino, Moro fue
amonestado secretamente y estuvo a punto de ser encarcelado por la inquisición
española, probablemente por sospechas de protestantismo. Abandonó España en
1558, aunque siguió siendo en los Países Bajos, pintor de cámara de Felipe
II. En 1558-1559 y en 1564 está
documentado en Utrecht, y a partir de 1568 residió en Amberes.
Realizó pinturas de asunto
religioso, pero el grueso de su producción está constituido por retratos,
especialidad en la que Moro fue uno de los más eminentes artistas del siglo
XVI. Quizá su obra maestra es el cuadro
de María Tudor, está en el Museo del Prado, por ella recibió la paga
correspondiente a una anualidad y el honor de ser nombrado caballero.
Su estilo es un compendio muy
personal entre el renacimiento italiano y la tradición neerlandesa, con una
objetividad de extraordinaria precisión y lucidez analítica.
El influjo de Antonio Moro
fue decisivo para la formulación del tipo de retrato cortesano español, que,
después de ser cultivado por Alonso Sánchez Coello (discípulo de Moro), Pantoja
de la Cruz, Bartolomé González…, había de tener su más excelso representante en
Velázquez.
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