-¡Disculpe! Soy un ladrón profesional. Acabo de salir del talego y usted
tiene a la vista, cartera y móvil. Me he hecho el firme propósito de no caer en
la tentación al menos durante tres días, pero…
-¡Sinvergüenza! ¡Caradura! A que entre todos te arrinconamos y te
entregamos a la Policía.
-No se lo recomiendo. Me llaman Houdini. Hágame caso. Proteja sus cosas.
No ofenda.
-¡La madre que te parió! ¡Lo nunca visto!
Y sin que nadie supiera cómo, el honrado ladrón desapareció llevándose hasta
el peluquín del bocazas.
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