“Hay un Ángel Alonso que es de Tiedra y no es Marqués”.
Así comenzaba un artículo en uno de los periódicos de mayor tirada enla
Isla de Cuba. Y vino a cuento, cuando un periodista entró en
el Café Paris de La Habana ,
situado en la esquina de la
calle Obispo y San Ignacio, para refrescarse y descansar a
esa hora de la tarde en la que el calor es tan intenso que para no derretirse
hace falta sombra y asiento.
Así comenzaba un artículo en uno de los periódicos de mayor tirada en
No había muchos parroquianos
en el café por lo que comenzó a charlar con el dueño del local, que no era otro
que Ángel Alonso, hijo de Bruno y Candelaria, todos oriundos de Tiedra que por
azares de la vida, se llamaba igual y era del mismo pueblo que el famoso
marqués.
Al periodista de marras
le parecía casi imposible que hubiera otro Ángel Alonso, de Tiedra, que
trabajase como todo hijo de buen vecino. Menos mal que allí estaba otro
tiedrano, Gabriel Carvajosa, que corroboró la veracidad de su nombre.
Y es que, un día sí y
otro también, los Marqueses de Tiedra salían en todas aquellas revistas que
detallaban los ecos de la sociedad cubana. No había acto en el que no
estuvieran presentes.
Ángel Alonso, el marqués,
era hermano de “La Gorda ”
del Parador. Emigró a Cuba siendo muy joven, con suerte y trabajo se hizo de
una pequeña fortuna, se casó con Leticia de Arribas, joven cubana de familia pudiente
con la que tuvo un hijo. En uno de sus viajes a España, conversando con D. José
María, el cura, se enteró que el título de Marqués de Tiedra estaba desierto y
haciendo las gestiones oportunas ante el Ministerio correspondiente en Madrid compró
el Marquesado. En parco agradecimiento por esa información, que le cambió la
vida, le regaló al cura un pequeño cáliz.
Con el título bajo el
brazo y los bolsillos llenos regresó a La Habana a vivir con el boato que su nuevo status
requería. Y lo consiguió. El dinero unido al título fue el acicate para subir y
llegar a esa escala social que imagino no le pasó por la mente cuando en su
primer viaje arribó en alpargatas a las costas cubanas en busca de un porvenir.
Castillo de Tiedra Vieja |
(C) Marieta Alonso Más
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