Edgar Degas Ensayo 1878-1879 Museo de Arte Metropolitano. Nueva York |
Soy una patosa. Yendo de prisa al trabajo ya que iba con
el tiempo justo, tuve una caída de esas que llaman la atención al tropezar uno
de mis tacones con un bache en la acera. Miré a todos lados para ver si alguien se
estaba riendo, no había nadie, así que me levanté como si no hubiese pasado
nada. Era verano. Maldije al
Ayuntamiento. Llegué cojeando a la oficina, me había hecho daño en la rodilla. El médico, un
hombre mayor, me recetó un anti-inflamatorio.
Ya había olvidado el percance cuando transcurridos unos
meses y en la misma escena porque el bache seguía en el mismo sitio, a la misma
hora y por el mismo motivo que no era
otro que ir corriendo para fichar a tiempo en el trabajo, hice una pirueta algo
así como un paso de ballet pero con menos estilo y volví hacerme daño en la
misma rodilla. Era otoño. Maldije al Ayuntamiento. El mismo médico me recetó
unas infiltraciones.
Remedio santo. Hasta un día en que como siempre iba
corriendo y sucedió lo inevitable, pero esta vez el bache estaba helado. Era
invierno. Fui resbalando con los brazos en alto para no perder el equilibrio
hasta caer sobre la misma rodilla en el primer peldaño de la entrada a la
oficina. Un hombre impresionante me levantó en volandas, era el nuevo
fisioterapeuta de la Empresa. Buscó
una silla y me dejó caer en ella con suavidad pasmosa. Se sentó en el suelo, me
avisó que dolería. Prometí no gritar. Un brusco giro de la rodilla puso en su
sitio lo que al caer se había descolocado. Cumplí lo prometido. No grité, pero
no porque fuese una mujer de bandera, más bien soy un cuarto de pollo, sino
porque estaba dando gracias al Ayuntamiento. Nunca había tenido un hombre a mis
pies.
© Marieta Alonso Más
No sé porque nadie te pone comentarios, deberías tener a mogollón.
ResponderEliminarGracias
Eres un cielo. Sí, que hecho en falta más comentarios. Nadie sabe lo que animan a continuar escribiendo. Un beso.
EliminarPues aquí tenéis el mío. Seguid con la difusión de estos bellos cuentos que engrandecen el alma invitando a viajar imaginariamente. Marieta, eres maravillosa !
ResponderEliminarMuchas gracias chiquilla. Un gran abrazo.
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