La luz, que entraba por la
ventana de la celda y se reflejaba en el suelo, hacia visibles las paredes renegridas, llenas de
desconchones y de dibujos obscenos, una
mesa pequeña con algunos libros muy usados y sobre un palanganero, colgado en la pared,
un espejo roto en una esquina. Sentado en
el catre estaba un hombre de edad indefinida, vestido con un grueso jersey de
lana, que parecía hecho a mano, sobre un pijama de algodón no muy limpio.
Calzado con unas viejas deportivas sin calcetines. Su rostro, con barba de
muchos días, reflejaba tozudez y determinación.
El hombre se despereza y se
dirige hacia la ventana. Era una mañana de febrero, fría y húmeda, a pesar de
eso, el hombre la abre de par en par. Junto con el viento helado entra en la celda una bocanada de olores,
mezcla de tomillo y jara −¡Olor de campo!–dice y se estremece.
Todo empezó el día, en que
agobiado por las deudas pidió un préstamo al banco. Él estaba acostumbrado a la
penuria desde chico, cuando su madre le mandaba a comprar algo, a la única
tienda del pueblo, sin dinero. −Dice mi madre, que me dé un
litro de aceite y que lo apunte. Pasaba vergüenza cuando hacía estos recados,
pero nunca volvió a casa con las manos vacías. Ahora es diferente, el banco, ese
ser sin alma, se quedó con la casa familiar y las tierras que habían trabajado
sus antepasados… Por eso está encarcelado… Y por eso, lleva mucho tiempo pensando y odiando, odiando y
planificando minuciosamente, todos los detalles de su fuga y el robo al banco.
Esta mañana de febrero,
fría y húmeda, después de mirar detenidamente, el pedazo de campo yermo, que abarca su mirada
desde la ventana, cierra despacio, y sin
cambiar de expresión, saca el trozo de espejo roto de uno de los libros, y
espera a oír el ruido de las pisadas del carcelero que se acerca y, cuando este
entra en la celda, le pone el afilado cristal en la garganta y le amenaza con
clavárselo si grita.
© Socorro González- Sepúlveda Romeral
La crisis de este modelo económico que esclaviza junto al frenesí comprador que instaura en la sociedad. Buen tema y muy buena descripción. Saludos comopañera.
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