miércoles, 11 de mayo de 2016

Socorro González-Sepúlveda Romeral: La celda

Cárcel del Fin del Mundo.
Ushuaia. Tierra de Fuego. Argentina

La luz, que entraba por la ventana de la celda y se reflejaba en el suelo, hacia visibles  las paredes renegridas, llenas de desconchones y de dibujos obscenos,  una mesa pequeña con algunos libros muy usados  y sobre un palanganero, colgado en la pared, un espejo roto en una esquina. Sentado  en el catre estaba un hombre de edad indefinida, vestido con un grueso jersey de lana, que parecía hecho a mano, sobre un pijama de algodón no muy limpio. Calzado con unas viejas deportivas sin calcetines. Su rostro, con barba de muchos días, reflejaba tozudez y determinación.

El hombre se despereza y se dirige hacia la ventana. Era una mañana de febrero, fría y húmeda, a pesar de eso, el hombre la abre de par en par. Junto con el viento helado  entra en la celda una bocanada de olores, mezcla de tomillo y jara −¡Olor de campo!–dice y se  estremece.

Todo empezó el día, en que agobiado por las deudas pidió un préstamo al banco. Él estaba acostumbrado a la penuria desde chico, cuando su madre le mandaba a comprar algo, a la única tienda del pueblo, sin dinero. −Dice mi madre, que me  dé  un litro de aceite y que lo apunte. Pasaba vergüenza cuando hacía estos recados, pero nunca volvió a casa con las manos vacías. Ahora es diferente, el banco, ese ser sin alma, se quedó con la casa familiar y las tierras que habían trabajado sus antepasados… Por eso está encarcelado… Y por eso, lleva  mucho tiempo pensando y odiando, odiando y planificando minuciosamente, todos los detalles de su fuga y el robo al banco.

Esta mañana de febrero, fría y húmeda, después de mirar detenidamente, el  pedazo de campo yermo, que abarca su mirada desde la ventana,  cierra despacio, y sin cambiar de expresión, saca el trozo de espejo roto de uno de los libros, y espera a oír el ruido de las pisadas del carcelero que se acerca y, cuando este entra en la celda, le pone el afilado cristal en la garganta y le amenaza con clavárselo si grita.



© Socorro González- Sepúlveda  Romeral



1 comentario:

  1. La crisis de este modelo económico que esclaviza junto al frenesí comprador que instaura en la sociedad. Buen tema y muy buena descripción. Saludos comopañera.

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