Me encantan los
establecimientos y comercios antiguos que, durante más de cien años han
conservado presentación, calidad y servicios, ahora que tanto se está
promocionando a «los jóvenes emprendedores», algo
que me parece estupendo y necesario, es preciso recordar a aquellos que sin
apenas información ni ayuda llegaron a «la
capital» y
a fuerza de trabajo, mucho, tesón e inteligencia abrieron tiendas, fundaron
negocios, tuvieron merecido éxito y aquí siguen reconocidos y apreciados, Cafés La Mexicana, Antigua relojería de la
Calle de la Sal, Librería San Ginés, Viena Capellanes, entre muchos más, aunque, lamentablemente,
algunos van desapareciendo, como Bobo y Pequeño, donde mi madre compraba y a mí
me hacía mucha gracia el nombre, o últimamente, La Camerana, auténtica
institución textil.
Pues de uno de ellos quiero
hablar hoy, Viena Capellanes, de larga y apasionante historia desde su
fundación en 1873, reconstruyendo vivencias comerciales y personales, conflictos
y éxitos, pero sería muy largo y me voy
a centrar solamente en la novedosa campaña realizada en los años 30, con el
lanzamiento de su peculiar vehículo de reparto: «El
Autogiro de Viena Capellanes».
Aprovechando el enorme
entusiasmo despertado por el invento de Juan de la Cierva, los avispados
propietarios de Viena Capellanes tuvieron la feliz idea de acondicionar sobre
unos vehículos Singer*, unas carrocerías imitando el aspecto del autogiro, obra
totalmente artesanal realizada con tal destreza y precisión que hubo que
bloquear la hélice porque al tomar impulso se levantaba del suelo, provocando
auténtico asombro a los madrileños que lo contemplaban.
Se fabricaron tres
vehículos que funcionaron perfectamente como reclamo publicitario y reparto del
pan y otros productos almacenados en su interior en lugares alejados, Dehesa de
la Villa, El Plantío, etc. Desgraciadamente, durante la Guerra Civil fueron
confiscados, dos de ellos utilizados y destruidos, solamente al terminar la
Guerra, se recuperó y restauró uno que siguió prestando servicio hasta 1946 en
que se decidió retirarlo, guardarlo, declararlo «vehículo
histórico» y exhibirlo en ocasiones memorables,
ferias e importantes Centros Comerciales.
Desde 1873 a 2017, ciento
cuarenta y cuatro años han pasado muchas cosas tanto en el primer
establecimiento y numerosas sucursales de Viena Capellanes como en el Comercio
madrileño en general, debemos recordar que tanto el servicio a domicilio, el
catering y las franquicias no son actividades tan modernas como parece, se vienen
practicando desde hace muchos años gracias a emprendedores, en este caso, un
chico gallego de catorce años, Manuel Lence,
que decidido a «hacer las Américas»
sin salir de su propio país, llega a la Villa y Corte, con tan buena fortuna
que sus pasos le encaminan a la calle de La Misericordia, ¿premonición?, donde
la familia Baroja regentaba una pequeña tahona de pan de Viena y, repito, a
fuerza de trabajo, tesón y buena gestión, sin siquiera imaginarlo, llegará a
poseer, muy joven, apenas cuarenta años, pionera, moderna, y modélica empresa,
hasta con Autogiro Particular.
© Isabel Martínez
Cemillán.
*Coche inglés Singer
Popular 9 HP
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