En la gasolinera sentada en el coche
esperaba el regreso de su marido, que había ido a comprar el pan y el periódico.
Oyó abrirse la puerta del conductor y una voz le dijo: Si grita, le mato. Y
sintió algo puntiagudo en su cuello. Quedó paralizada de terror. Desde el
asiento trasero con una capucha le taparon la cabeza y desde el lateral le
inutilizaron las manos. El coche comenzó a rodar.
¡Mala pata! No contaban con que estuviera
dentro del coche. Entre ellos hablaban de lo que podrían hacer con ella. Dejarla
en medio de la carretera después de violarla. No. Era mejor violarla y matarla.
No. Mucho mejor era violarla, matarla y descuartizarla. No. Eso daba mucho
trabajo. Ahorraban tiempo si dejaban caer el coche por un barranco. No. Nada de
simular un accidente. Lo más acertado sería quemar el coche con ella dentro.
Así no quedaría rastro del cuerpo.
Tras la decisión pusieron música mientras el
coche corría a gran velocidad.
© Marieta Alonso Más
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