Blog Literario de Francisco Martínez Bouzas |
"DONDE NADIE TE ENCUENTRE", CON LA VITOLA DEL PREMIO NADAL
Donde nadie te encuentre
Alicia Giménez Bartlett
Ediciones Destino, Barcelona, 2011, 509 páginas.
Tengo ante mi la novela
ganadora del Premio Nadal 2011, publicada por Ediciones Destino en la ya
mítica colección Áncora y Delfín. En atención a mis amigos lectores /
escritores latinoamericanos y de otras latitudes, considero que no está
de sobra recordar que el Premio Nadal, a pesar de su relativamente
modesta dotación económica (18.000 euros), goza de un gran prestigio,
fundamentalmente por dos razones: es el más antiguo en España (concedido
desde el año 1944) y, entre sus ganadores, figuran escritores de una
gran categoría literaria. En la actualidad el Premio Nadal no pretende
descubrir nuevos valores literarios, sino premiar figuras consagradas.
El prestigio del Premio Nadal y la innegable categoría literaria intrínseca de la novela galardonada este año, explican que Donde nadie te encuentre camine en estos momentos por la séptima edición.
Alicia Giménez Bartlett
(1951), creadora de la serie policíaca Petra Delicado, recupera para la
escritura de esta, sin duda, excelente novela, su maestría y buen hacer
en el género detectivesco. Pero no es, en efecto, esta una novela negra,
ni tampoco una novela histórica como ella misma ha declarado en
infinitud de entrevistas, concedidas a raíz de la concesión del Premio.
Tampoco estamos ante una “non-fiction novel” que narre hechos y acontecimientos reales con los recursos de la ficción. Donde nadie te encuentre
es la historia de una pesquisa y al mismo tiempo, la huida de un
personaje convertido en mito, a través de la geografía, sobre todo
social, de la España trágica y negra de 1956.
Un personaje central con
una sexualidad ambigua: nacida como Teresa por ser inscrita como mujer,
murió el 1 de enero de 2004 llamándose Florencio, porque en el años 1980
se resuelve el expediente gubernativo de cambio de sexo oficial,
conforme al informe forense (falso hermafroditismo masculino). Mas Donde nadie te encuentre
es o pretende ser una ficción, aunque al servicio de un hecho real: las
cuadrillas del maquis en las zonas de Maestrazgo y Els Ports
(Provincia de Castellón) en los años posteriores al final de la Guerra
Civil. Y de manera singular, del personaje central, “La Pastora”, último
superviviente de los luchadores del maquis en aquella zona.
La autora estructura su
ficción alrededor de dos personas que siguen el rastro de “La Pastora” y
están ansiosos -especialmente uno de ellos- por encontrarse cara a cara
con ella. Surge así un libro de aventuras, investigación e itinerancia
cuyos actantes fundamentales son un psiquiatra francés experto en
psicopatías y mentes criminales y el periodista barcelonés Carlos
Infantes. El primero viaja a la Barcelona de 1956 interesado en realizar
un estudio sobre el caso de Teresa Pla Maseguer, conocida como “La
Pastora”, el maquis más buscado por la Guardia Civil. El segundo,
mostrando siempre una actitud cínica, le servirá de guía y enlace por
una zona de paisaje agreste, tanto a nivel natural como humano, porque
existe entre sus moradores una verdadera “omertà”.
En los registros de la Guardia Civil y en las mitologías populares, “La Pastora” es un ser extraño, huraño que arrasaba los mas
castellonenses y acosaba a las fuerzas represoras. El casi imposible
objetivo se esconde en tierras de Maestrazgo. Ante el material recogido a
través de la indagación del periodista barcelonés, copiando en no
pocas ocasiones los esquemas detectivescos de sus novelas negras, el
lector quedará fascinado con la reproducción de la dramática experiencia
vital de la figura de “La Pastora” (Teresa, Teresot, Florencio), a la
vez que se sentirá dolorosamente estupefacto ante el clima humano y
social de la España rural de aquellos años: odios, traiciones, soplones,
heridas que siguen supurando, condena social de los que no comulgan con
las ideas imperantes… Una sumersión sin escafandra y protectores
sentimentales en la España negra de los años cincuenta.
Alicia Gómez Bartlett
recrea con habilidad este transfondo seco de miedos, terror, represalia
y, sobre todo, silencio, esgrimidos por las fuerzas del poder como
medida represiva y aceptado por los habitantes de la comarca como
estrategia defensiva.
Y a la par de este relato indagatorio-itinerante, Donde nadie te encuentre intercala
un monólogo interior en primera persona. Son las confesiones íntimas de
“La Pastora”, narradas reproduciendo el habla oral, y ajustadas a la
escasa formación intelectual del personaje. A través de estos capítulos
-en mi opinión lo más fresco de la novela- nos llega la voz poderosa,
rudamente vitalista de “La Pastora”. La voz de un personaje semisalvaje y
misterioso, de un ser humano maltratado, masacrado, sin haber recibido
jamás una mirada piadosa, recrea con gran verosimilitud su vida: una
infancia difícil, una juventud oliendo a oveja y durmiendo al raso, las
horripilantes escenas de la guerra defendiéndose de los soldados moros
violadores, las obscenas brutalidades de los guardias y somatenes, el
enlace con los maquis, los únicos que le tratan como persona… Son
episodios que pertenecen a la biografía real del personaje. Son también
auténticos los hechos narrados en otras partes de la novela donde
interviene “La Pastora” Todos ellos basados en la “realidad” del libro
de investigación del periodista José Calvo La Pastora. Del monte al mito.
La autora rechaza, como ya
señalé, que su relato sea una novela histórica, pero admite que su
ficción está basada en material histórico verificable. No estamos pues
ante una novela en la que la ficción y la realidad se reflejen
mutuamente. Pero al inyectar ficción en la realidad histórica, aquella,
como marcador semántico que es, transforma todo lo que toca, en el
sentido de que lo convierte en ficción, como señaló Álvaro Pombo. En
este caso concreto, la escritura ficcional de Alicia Giménez Bartlett
explica e ilustra bellamente la historia de “La Pastora”, un ser humano
cuyos restos descansan, no en esa Pirámide del Jardín del Recuerdo del
cementerio de Valencia como se afirma en la nota final, sino en un lugar
“donde nadie te encuentre”, título de la novela que, en este caso, le
hace justicia a la realidad.
Fragmento
“Aquello
de ser enlace de los maquis me gustaba. No sólo por el dinero que me
daban, sino porque además me trataban bien, como a una persona, con
respeto (…) Me daban la lista de lo que necesitaban para que se la
llevara a El Cabanil y se la pasara a Francisco Gisbert (…) Las risas
más grandes las teníamos cuando Gisbert les vendía latas de las que les
daban de ración a la Guardia Civil (…) Solían ser chorizos y latas de
carne de vaca. Parecía de risa pero la cosa estaba clara: Gisbert vivía
delante de la casa cuartel, tenía buena relación con los guardias, que
nunca sospecharon nada hasta que lo trincaron (…) ¡Pobre Gisbert, era
tan buen hombre, tan trabajador! No se merecía lo que le hicieron esos
hijos de puta. Todos dicen que cuando lo detuvieron después del asalto
que los civiles hicieron a El Cabanil delató a mucha gente y por eso
hubo tantos arrestos de masoveros que vivían cerca. Pero con todo lo que
le hicieron yo también hubiera cantado seguramente. Hay un punto en el
que el ser humano ya no puede soportar más lo que le hacen (…) Lo peor
fue el final que tuvo. Lo tenían recluido en Morella y un buen día,
seguramente cuando ya le habían sacado todos los nombres que le podían
sacar, lo bajaron a la prisión de pobla de Benifassá. Lo visitó su madre
y la pobre mujer, antes de entrar, les preguntó a los civiles que lo
custodiaban si sabían qué sería de él. La engañaron, le dijeron que lo
dejarían en libertad. La madre entró a verlo muy contenta y, como lo vio
hecho un guiñapo, sólo quería decirle algo que pudiera hacerle bien (…)
Entonces lo llevaron un montón de guardias a El Cabanil para que les
enseñara algo, a lo mejor algún rincón que la casa tenía para esconderse
y que no habían encontrado aún. Pues bueno, llegan allí y les enseña lo
que tuviera que enseñarles y luego salen y le dicen: «Ya es suficiente,
hemos terminado contigo. Ahora te puedes marchar». Cuando había
caminado diez o doce pasos le arrearon una ráfaga de metralleta por la
espalda, y adiós Francisco Gisbert. Se quedó allí muerto (…) Les dieron
el cadáver a los familiares para que lo enterraran y cuando lo
desvistieron para asearlo se dieron cuenta de que le habían arrancado
los testículos. Tal como yo se lo cuento así fue. Yo puedo haber sido
maquis y bandolera y haber hecho cosas que no estaban bien, pero díganme
cómo hay que ser y qué entrañas hay que tener para arrancarle a un
hombre los cojones”
(Alicia Giménez Bartlet, Donde nadie te encuentre, páginas 245-247)
Alicia Giménez Bartlett (Foto Efe) |
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