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Cruz cátara, también de Occitania |
Germaine era la guía de un
grupo de españoles en el país de los cátaros, que cansada de que le tomaran el
pelo, cerraba los ojos, los abría, los ponía en blanco y decía:
-¡Oh la la! Broma española.
La chica era un encanto y
se esforzaba muchísimo, solo que entre tantos idiomas que dominaba, las
palabras en español bailaban en su mente. Ella ponía hincapié en la erre,
quería pronunciarla bien y hablaba de catarros como si los cátaros estuvieran
constipados de por vida.
No se debía pensar mal si
se la oía decir que los cátaros se revolcaron con los franceses, quería
expresar que se revolvieron en contra de, o que se enfrentaron a… Eso se lo
explicaba uno del grupo con más de setenta años que servía de traductor, en
algunos momentos.
Viendo una exposición de
trajes las telas se volvieron tejas. No iba descaminada si se piensa que unas
cubren el cuerpo, y las otras el techo.
A la hora de despedirse, harta
de ellos, con la mano en alto diciendo adiós se le iluminó el rostro. ¡Por fin!
Perdía de vista al grupo de españoles de la tercera edad, que tanto se habían
reído con ella y no de ella, como bien especificaron. Lo que no fue óbice para que le
dejaran, como recuerdo, un fuerte dolor de cabeza.
Expulsión cátara de Carcasona |
© Marieta Alonso Más
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