domingo, 30 de junio de 2019

Ángeles Castilla López: Mis camelias


Libro: La elegancia del erizo

Autora: Muriel Barbery (Casablanca, Marruecos, 28 de mayo de 1969)

Sinopsis: En el número 7 de la calle Grenelle, un inmueble burgués de París, nada es lo que parece... Renée y Paloma descubren el secreto de las pequeñas cosas.

He aquí algunas de las frases que aparecen en esta maravillosa novela: 

¿Acaso no abordamos todos la vida como quien realiza el servicio militar? Es decir, haciendo lo que uno buenamente puede a la espera del combate o de que termine el servicio.

Los hombres viven en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje.

Cuánto mejor sería si compartiéramos unos con otros nuestra inseguridad, si todos juntos nos adentráramos en nosotros mismos para decirnos que las judías verdes y la vitamina C, si bien alimentan al animal que somos, no salvan la vida ni sustentan el alma.

¿Dónde se encuentra la belleza?¿En las grandes cosas que como las demás, están condenadas a morir, o bien en las pequeñas, que, sin pretensiones, saben engastar en el instante una gema de infinitud?

La verdadera novedad es lo que no envejece pese al tiempo.

Día tras día recorremos nuestra vida como quien recorre un pasillo.

Pues el Arte es la emoción sin el deseo. Pues el Arte es la vida pero con otro ritmo.

Vivir, morir: no son más que consecuencias de lo que se ha construido. Lo importante es construir bien. Por ello, me he impuesto una nueva obligación: voy a dejar de deshacer, de derribar, y me voy a poner a construir. Hasta de Colombe haré algo positivo. Lo que cuenta es lo que uno hace en el momento de morir y, el próximo 16 de junio, quiero morir construyendo.

Yo en cambio hace tiempo que aprendí que la vida se pasa volando, mirando a los adultos a mi alrededor, tan apresurados siempre, tan agobiados porque se les va a cumplir el plazo, tan ávidos del ahora para no pensar en el mañana... Pero si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, uno se dice a sí mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en hoy ¿lo entendéis?

De modo que sobre todo no hay que olvidarlo. Hay que vivir con la certeza de que envejeceremos y que no será algo bonito, ni bueno, ni alegre. Y decirse que lo que importa es el ahora: construir , ahora, algo, a toda costa, con todas nuestras fuerzas... Para eso sirve el futuro: para construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos.

Nunca vemos más allá de nuestras certezas y, lo que es más grave todavía, hemos renunciado  a conocer a la gente, nos limitamos a conocernos a nosotros mismos sin reconocernos en esos espejos permanentes... Yo suplico al destino que me dé la oportunidad de ver más allá de mí misma y de conocer a la gente.

¿Qué distracción hay más noble, qué compañía más distraída, qué contemplación más deliciosa que la de la literatura?

Desdichados los pobres de espíritu que no conocen ni el trance ni la belleza de la lengua.

Los hombres viven en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje.

… dar con la tarea para la cual hemos nacido y llevarla a cabo como mejor podamos, con todas nuestras fuerzas, sin buscarle tres pies al gato y sin creer en nuestra naturaleza animal tiene algo de divino. Sólo así tendremos el sentimiento de estar haciendo algo constructivo en el momento en que venga a buscarnos la muerte.

Creemos que podemos hacer miel sin compartir el destino de las abejas, pero también nosotros no somos sino pobres abejas destinadas a llevar a cabo una tarea para después morir.

La fascinación por la inteligencia es algo fascinante. Para mí no es un valor en sí. Gente inteligente la hay a patadas.

Manuela, amiga mía ... ¿Sabes que mis pensamientos más bellos los he tenido contigo?

Lucien … ¿Qué queda exactamente de una vida cuando quienes la vivieron juntos hace tiempo que han muerto?Experimento hoy un sentimiento curioso, el de traicionarte; morir es como matarte de verdad. No es suficiente pues que sintamos alejarse a los demás; aún hay que dar muerte a quienes sólo subsisten a través de nosotros.

Y usted, Kakuro, querido Kakuro, gracias a quien he creído en la posibilidad de una camelia …

¿Cómo se decide el valor de una vida? Lo que importa, me dijo Paloma un día, no es morir, sino lo que uno hace en el momento en que muere. ¿Qué hacía yo en el momento de morir? Había conocido al otro y estaba dispuesta a amar... tras cincuenta y cuatro años de nada, de no conocer a nadie, ni de estar jamás con el otro: Manuela, siempre. Pero también Kakuro. Y Paloma, mi alma gemela. Mis camelias.

… me digo que a fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás. Sí, eso es, un siempre en el jamás...

Pues, por usted, a partir de ahora buscaré los siempres en los jamases.

La belleza en este mundo.


Muchas gracias, Angelines, por esa sensibilidad y buen hacer

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